En esta narración espontánea, fresca, pero íntima y relevante, María Paula Correa comparte detalles de su vida personal que arraigaron valores, forjaron carácter y dejaron impresa en ella una huella de humanidad. Al mismo tiempo, expone escenas de la historia política colombiana que fundaron su visión del servicio público, acompañaron su pasión prematura por la adrenalina de las campañas políticas y desarrollaron un sentido práctico y eficiente para su desempeño profesional con sentido ciudadano.
El deber acucioso para el estudio en María Paula, combinado con su disciplina para aprovechar cada oportunidad que la vida le ha puesto en el camino y su perseverancia para identificar aquellas que se esconden, son sin duda la fórmula para una profesional de gran mérito.
Así, bajo la perspectiva de quien se forma por voluntad y azar para la política, este libro, La última línea, antimemorias de una jefe de gabinete (Planeta), refiere hechos locales y contextos internacionales a los que varios jóvenes pueden estar expuestos hoy en día y, en este relato, de alguna manera se delinea una ruta hacia una meta cumplida con éxito. Pues esas vivencias prepararon a María Paula para asumir con responsabilidad y, aunque suene contradictorio, experiencia el reto inimaginable de ser, a sus 36 años, la mano derecha del Presidente más joven que ha tenido Colombia.
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Y es que aunque para muchos la juventud era un límite, el esfuerzo, el conocimiento académico, la práctica laboral, el amor a Colombia, el relacionamiento personal y el servicio social desde temprana edad hicieron que tanto la juventud de María Paula como la del Presidente Iván Duque fueran una virtud para formar equipo en la administración del Estado (2018-2022).
Cada cual en lo propio

María Juliana Ruiz, ex primera dama y esposa del expresidente Iván Duque.
Néstor Gómez. EL TIEMPO
En el devenir afortunado de la vida se encuentran una persona formada por y para la política y una, que por años, ha huido de ella.
Una mañana de enero en 2018 me sorprendió un desayuno improvisado en nuestra casa. Aumentó la sorpresa con la grata presencia de María Paula (MP), a quien, a pesar de saber de ella desde hacía más de ocho años, no había tenido el gusto de conocer personalmente. Sí, ocho años oyendo hablar a Iván con y de MP sin que ella y yo hubiéramos coincidido para vernos. Mi impresión desde la distancia era que la formación en derecho, el rigor con que analizaban nuestro país y el entusiasmo evidente por hacer de la administración pública una verdadera herramienta de congruencia social, había consolidado en ellos una ‘fraterna amistad compatriota’. No me equivoqué.
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Durante la campaña presidencial de Iván pude ver el compromiso y la determinación con que se desarrollaba cada acción, enmarcada siempre por la máxima transparencia, el respeto a la legalidad y la integridad como premisa para cada colaborador. En eso María Paula y, por supuesto, Luis Guillermo Echeverry, gerente, trazaron la raya de la honestidad como punto de partida. Eso hizo para mí que junto a la amistad, fuera creciendo un sentido de confianza especial en Maria.

María Paula Correa empezó como secretaria privada de Iván Duque. De joven trabajó en las campañas de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe.
Planeta y Presidencia
Ganadas las elecciones, asumí con total entrega y profundo respeto mi condición de esposa del Presidente de la República, madre de tres hijos y Primera Dama de la Nación.
Acepté así un rol ambiguo con muchas ventanas a los estereotipos banales, sujeto a juicios insensatos y a todo tipo de prejuicios, pero con una inmensa puerta a la oportunidad de servirle genuinamente a mi país. Desde allí conté con el apoyo de Iván y su gabinete y, por supuesto, el de la Secretaria Privada y luego Jefe de Gabinete, para todo aquello que emprendí. Encontré positivas coincidencias como mi decidido interés de trabajar por los jóvenes de Colombia, con la experiencia que años atrás María Paula había tenido desde Colombia Joven. Y tuvimos la invaluable ventura de encontrarnos la mayoría de veces en posturas semejantes en circunstancias trascendentes, cuando no fue así, nuestros puntos de vista diferentes equilibraron decisiones importantes.
Valoro su manejo del tiempo, su disposición ante los desafíos (que en algún momento fueron enormes y diarios), su agilidad para atender varios temas a la vez.
Agradezco las certezas, el respeto y la confianza que me permitieron sin sesgo, ni duda reconocer siempre en la cercanía de María Paula Correa a una mujer joven admirable.
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Valoro su manejo del tiempo, su disposición ante los desafíos (que en algún momento fueron enormes y diarios), su agilidad para atender varios temas a la vez y, cuando digo atender me refiero a comprender, analizar y resolver con la mayor asertividad posible en un mundo donde los aciertos se desdibujan ante terceros cada vez más rápido, con el defecto aterrador del like, ocultando el beneficio realmente alcanzado.
Tuve la fortuna de compartir, aun entre escándalos malintencionados, tensión y muchas angustias, momentos muy divertidos e inolvidables, de esos que solo las verdaderas amistades sobreviven; uno que otro dato de moda en medio de una gran tensión por chismes que nos enfrentaban, una mirada de respaldo entre ojos pendencieros, un gesto amable entre la hostilidad e incluso uno que otro desahogo por alguna frustración parental. Y siempre he contado con su complicidad para celebrar logros, alegrías y triunfos como familia.
Con convicción y bajo la premisa de coincidir en los principios que rigen a un buen ser humano, afirmo que la extraordinaria capacidad de aprehensión en Maria hizo que las semillas que sutilmente fueron implantando la familia, las personalidades de la vida pública, los amigos, la educación y el entorno social de la época en que creció, germinaron en tierra fértil.
Razón suficiente para que aquellos que tengan ganas de dejarse tentar y empezar a creer en los hechos, hagan un recorrido ameno de esta historia paralela, entre ciudadano y patria, que se une en María Paula Correa.
MARÍA JULIANA RUIZ
Ex primera dama y esposa del expresidente Iván Duque.

