El senador Humberto de la Calle, quien participó en la constituyente de 1991, habló con EL TIEMPO sobre lo inconveniente que puede ser la convocatoria del presidente Gustavo Petro.
De la Calle, quien es una de las voces más críticas del Congreso, aseguró que el mensaje del mandatario podría tener “como objetivo continuar cimentando la idea de que no lo han dejado gobernar, algo que va a ser estratégico en 2026, cuando se recrudecerá la tesis de que es necesario prolongar el régimen”.
¿Cómo recibe usted la puerta abierta por el Presidente para una asamblea nacional constituyente?
Presidente Gustavo Petro en el barrio Puerto Resistencia, en Cali.
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Es algo que ha estado más o menos presente en el pensamiento del doctor Petro. Hoy la iniciativa está montada sobre un andamiaje débil. Dice el Presidente que la constituyente se justifica porque no lo dejan gobernar. Eso significa que el problema, si existe, no está en la Constitución. Lo que habría que cambiar en tal caso es la forma de gobernar. Es que en el Estado de derecho, la Constitución no es solo lo que el Ejecutivo quiere que sea. Existen pesos y contrapesos, órganos de control, todo un enjambre de garantías para quienes no detentan el poder.
¿Entonces?
La tesis de que si no logro convencer a las otras ramas y controles entonces cambio la Constitución, es una concepción que en vez de acentuar el Estado de derecho, lo debilita. El Presidente debe buscar acuerdos que le permitan vencer lo que él cree que son escollos, pero que en vez de eso son controles para una gobernanza más democrática. Es probable que el Presidente se encuentre entre el maximalismo y el gradualismo.
¿A qué se refiere?
El problema del maximalismo en la actual coyuntura es que deja por fuera no solo algunos sectores sociales, sino aquellas instituciones cuyo objeto es precisamente el control del poder presidencial.
La tesis de que si no logro convencer a las otras ramas y controles entonces cambio la Constitución, es una concepción que en vez de acentuar el Estado de derecho, lo debilita
¿Qué impacto en el escenario político puede tener esta propuesta del presidente Petro?
Por un lado, la actual reglamentación para convocar una constituyente exige una energía política enorme. Existe el riesgo de que este sea solo un ejercicio de oropel. Un despliegue no de realidad, sino de agitación en pro de dos objetivos: profundizar la narrativa que es algo muy preciado para el Presidente. Y continuar cimentando la idea de que no lo han dejado gobernar, algo que va a ser estratégico en 2026, cuando se recrudecerá la tesis de que es necesario prolongar el régimen.
Usted estuvo en la asamblea nacional constituyente de 1991, que dio paso a nuestra actual carta magna. ¿Qué diferencias ve entre ese momento histórico y el de ahora?
Muchísimas. Lo primero, la constituyente fue una verdadera necesidad. El sistema político estaba reventado. Desde la camisa de fuerza de 1886 hasta el asesinato de varios candidatos. El terrorismo del narco nos puso al borde de la narcodemocracia. La carta de derechos era insuficiente. El estado de sitio era permanente. Por eso, la idea fue una iniciativa de consenso, el cual incluyó de manera muy importante al propio M-19. No era una constituyente para derrotar a nadie que militara en la democracia. Lo que propone el doctor Petro es volver a las constituciones como cartas de batalla.
ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE
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¿Usted cree que hoy están dadas las condiciones para una asamblea nacional constituyente?
Pues lo reitero. Sería una constituyente para derrotar a alguien. Y eso es totalmente inconveniente porque lo que necesitamos es conjugar y no dividir. Los problemas más graves están en el campo del descontrol territorial. No creo que los colombianos encontremos mayor seguridad en una nueva Constitución. El Presidente seguramente imagina una constituyente progresista, para usar su lenguaje. Puede ser un espejismo. Me temo que, por el contrario, venga un retroceso autoritario que ponga en riesgo lo ya logrado que, aunque es imperfecto, obliga a continuar profundizando el camino de la Constitución actual en vez de echarla al tarro de la basura.
¿Si se abriera esta puerta, qué mecanismos jurídicos seguirían en adelante?
Vendría un ejercicio complicado. Una ley, enseguida una convocatoria ciudadana con un umbral de voto que siempre es difícil de obtener en Colombia. Luego una nueva elección para escoger constituyentes.
¿Qué es lo peor que podría pasar tras este llamado del presidente Petro?
Lo menos malo que podría pasar es que todo esto sea una simple cortina de humo. Porque el efecto práctico podría paralizar el Gobierno y volcar toda la energía política en la continuación del régimen en 2026. Sería la virtual parálisis del Gobierno. Movilización en vez de eficacia.
¿Usted cree que hoy el Presidente tiene el capital político para convocar una asamblea?
Si se mantiene esta iniciativa dentro del canal vigente, no creo.
ARMANDO NEIRA – EDITOR DE POLÍTICA DE EL TIEMPO – En X: @armandoneira

