La imagen muestra a un desconsolado Helio Moreira mientras examina los árboles calcinados de su plantación de café, ubicada en el área rural de Caconde, un municipio del estado de São Paulo, en Brasil. Su caso, registrado por la agencia DW, es uno de muchos en el país más grande de Suramérica, afectado por la que es descrita como la peor sequía en más de medio siglo.
Conforme a los criterios de
Aunque a finales de la semana los ánimos mejoraron un poco después de que los modelos meteorológicos pronosticaron el regreso de las lluvias en los próximos días, para muchos cultivadores del grano en esa nación el agua llegará demasiado tarde. El martes pasado las autoridades brasileñas encargadas del tema dieron a conocer un pronóstico de producción de 54,8 millones de sacos de 60 kilos este año, cuatro millones menos que el cálculo hecho en mayo.
Circunstancias como la mencionada vuelven a impactar al mercado cafetero mundial, el cual refleja una creciente estrechez de oferta que se siente en las cotizaciones, cuya alza supera el 50 por ciento en el último año. Ya en meses pasados el turno, por causas similares, había sido para Vietnam –el segundo productor global– que es el gran proveedor de la variedad robusta.
Aunque esta es considerada de menor calidad y resulta más barata que la arábica imperante en el hemisferio americano, su sabor fuerte es clave para ciertas mezclas que son del gusto de los consumidores en lugares como Europa. La escasez es de tal magnitud que el diferencial de valor entre las dos se redujo a mínimos históricos.
Tales anomalías presionan los precios de los distintos renglones hacia arriba, incluyendo el que le interesa a Colombia. Hace pocos días la categoría arábica que se transa en la bolsa de Nueva York (la robusta se negocia en Londres) superó los 2,6 dólares por libra y alcanzó su punto más alto desde 2011. Como el grano colombiano tiene una prima, el valor registrado fue aún más alto.
Según la Organización Internacional del Café, en 2024 apenas si se lograría abastecer una demanda mundial de 177 millones de sacos.
Semejante evolución es seguida de cerca por el más de medio millón de caficultores que hay en el territorio nacional. El motivo es que la carga de 125 kilos de café pergamino (previo al proceso de descascarillado) ha vuelto a estar por encima de los dos millones de pesos, un nivel que mejora la rentabilidad del cultivo. Los más entusiastas llegan a hablar de que una bonanza es probable, si bien los conocedores del negocio aconsejan tener cautela.
Para comenzar, nadie puede determinar cuánto se prolongará la situación actual, por lo cual es mejor no hacer las cuentas de la lechera. De regreso a Brasil, pasarán meses antes de saber si el exceso de sol reducirá de manera duradera el tamaño de la próxima zafra. En otras latitudes tampoco es clara una eventual normalización de los despachos.
Lo que resulta evidente es que todo desbalance cuenta. Según la Organización Internacional del Café, en 2024 apenas si se lograría abastecer una demanda mundial de 177 millones de sacos. Cualquier imprevisto en los despachos que se sume a los ya descritos haría que las alzas sigan.
Aroma suave
Por ahora es posible afirmar que la coyuntura es favorable para un renglón que le está dando una gran ayuda a la economía colombiana. La semana pasada, cuando el Dane informó que en julio la actividad interna se habría expandido 3,7 por ciento –muy por encima de los pronósticos de los especialistas– saltó a la vista que la agricultura tuvo mucho que ver.
Y en el ámbito sectorial la cuota más alta le correspondió al café, cuya producción en los 12 meses transcurridos hasta agosto ascendió a 12,5 millones de sacos de 60 kilos. La cifra representa un incremento de 18 por ciento frente al periodo precedente y la expectativa es que venga una mejora adicional –que podría llevar el acumulado a 13 millones de sacos– en la medida en que termine pronto el tiempo seco, que ya se expresa en un grano con menor humedad.
A su vez, las exportaciones han subido 14 por ciento en volumen, mientras las importaciones –que son usadas para abastecer parcialmente el consumo interno– muestran un retroceso del 55 por ciento. Igualmente, las labores comerciales siguen su marcha como lo muestra un aumento de las ventas a China o el avance de las tiendas Juan Valdez, que completan los 600 expendios en distintos continentes.
Aparte de las cifras macro, también hay que registrar el efecto que la combinación de precios buenos y producción alta tiene en los diferentes territorios del país. Elías Mejía, cultivador y cabeza del comité de cafeteros del Quindío, cuenta que en municipios como Calarcá “se nota inmediatamente que la gente tiene más dinero”. Por su parte, desde Pitalito, en el Huila, José Joaquín Ordóñez dice que “uno baja al pueblo y ve dinamismo en el comercio”.
Una queja recurrente entre los agricultores es el aumento en el costo de la mano de obra (fundamental en la labor de recolección del grano maduro) que puede llegar a los mil pesos por kilo.
En lo que atañe a la dirigencia, Germán Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, manifiesta su satisfacción. “Hemos logrado recuperar el bache de producción que tuvimos en años pasados y ahora estamos ganando participación a nivel mundial, apoyados en la reconocida calidad de nuestro café”, dice. “Más importante todavía es la mejora en los ingresos de las familias cultivadoras que se traduce en una calidad de vida más alta”, agrega. Según cálculos del gremio, el valor de la cosecha anual ascendería al menos a 12 billones de pesos en 2024.
Todo lo anterior no quiere decir que las dificultades han desaparecido. Por ejemplo, una queja recurrente entre los agricultores es el aumento en el costo de la mano de obra (fundamental en la labor de recolección del grano maduro) que puede llegar a los mil pesos por kilo. También hay protestas por el precio de insumos como los fertilizantes o diferencias con los criterios de calidad que aplican algunos compradores.
Más complejo todavía es garantizarles cierta estabilidad a los productores, especialmente a los más pequeños. “Esto sube y baja”, subraya el experto Guillermo Trujillo, quien advierte sobre la volatilidad típica en las cotizaciones de los bienes primarios. Para la muestra está lo sucedido el viernes, cuando la mera expectativa de lluvias en Brasil hizo que los precios internacionales descendieran en más de 9 por ciento en la jornada.
A este respecto, la sugerencia es utilizar mecanismos de cobertura que mitigarían el riesgo de las fluctuaciones extremas. El problema es que todavía no se ha olvidado el descalabro de unos años atrás en los mercados de futuros, que desembocó en la quiebra de algunas cooperativas importantes después de que estas no pudieron cumplir con los compromisos adquiridos. “Esa historia sigue sin solucionarse del todo”, insiste Trujillo.
Hacia adelante
Así pueda sonar contradictorio, las épocas de vacas gordas traen no pocos desafíos. Si, como creen algunos, las cotizaciones del grano se mantienen arriba durante un buen tiempo, uno de los retos más grandes es respetar los objetivos de largo plazo, algo que comienza con los propios cultivadores.
Para citar un caso concreto, una de las prácticas usuales es renovar cada año parte de los cafetales que hay en cada finca para evitar la obsolescencia de las matas y la consecuente caída en productividad. Pero ese objetivo es más difícil de cumplir cuando la carga se vende por una suma elevada, porque el énfasis es cosechar todo lo que se pueda.
Otro desafío consiste en conservar un nicho que Colombia viene desarrollando como es el de los cafés especiales que se venden más caro, pero cuyas exigencias son mucho más elevadas. En caso de que el café de las variedades tradicionales suba más y el margen frente a los otros se estreche, algunos cultivadores podrían llegar a pensar que no vale la pena tanto lío.
Hasta ahora no hay evidencias de que así sea. A comienzos de septiembre, la Federación reportó que para el noveno concurso nacional de calidad de cafés especiales que convocó el gremio se presentaron más de mil lotes, lo que equivale a un salto del 30 por ciento frente a la edición previa.
Un reto adicional es entender que existen distintos modelos de negocio y que todos requieren ser viables. Así como Elías Mejía le apuesta a la variedad Castilla, que es la norma en la mayoría de las parcelas cafeteras del país, José Joaquín Ordóñez prefiere concentrarse en variedades que apelan a los paladares gourmet como la Geisha, lo cual combina con la promoción del agroturismo en su finca al sur del Huila.
Álvaro Ramírez, en cambio, se inclina por la integración vertical, como participante de la asociación Herencia Campesina, que agrupa a una serie de productores jóvenes de Calarcá y otros municipios aledaños. La estrategia incluye contar con una planta de torrefacción para capturar parte del valor agregado que usualmente se queda en otros eslabones de la cadena.
Sea cual sea el esquema utilizado, los caficultores enfrentan amenazas comunes que van más allá de lo que pasa con la libra en la bolsa de Nueva York. Una de carácter reciente está relacionada con las normas que adoptó hace un tiempo la Unión Europea con el fin de contribuir a la reducción de la deforestación, la emisión de gases de efecto invernadero y la pérdida de la biodiversidad.
Más allá de esos principios generales que son muy loables, el punto es que a partir del año que viene los importadores de café al Viejo Continente deben demostrar para tener acceso al mercado común que este viene de áreas que no fueron deforestadas. Consideraciones similares se aplicarán para otros productos como carne, leche, cacao, caucho, palma, soya, madera y ciertos derivados.
Existe una georreferenciación completa de los lotes en los cuales se produce café en el territorio nacional, por lo cual la trazabilidad de un cargamento se hace mucho más fácil.
Aquí la dificultad es que a escasos meses de que el requisito entre en vigor, todavía no está claro el procedimiento. Por cuenta de los vacíos, Brasil o China han expresado sus diferencias con la medida, pues puede llevar a la pérdida de mercados importantes.
Afortunadamente, Colombia parece estar mejor posicionada que otras naciones. Por ejemplo, existe una georreferenciación completa de los lotes en los cuales se produce café en el territorio nacional, por lo cual la trazabilidad de un cargamento se hace mucho más fácil.
Aún así, el proceso está lleno de complejidades prácticas e incluso toca asuntos de soberanía al obligar a compartir con otros países información que muchas capitales europeas se negarían a entregar a terceros. Como es de imaginar, las solicitudes de aplazamiento de entrada en vigor de la norma son múltiples, pero hasta la fecha los plazos establecidos siguen vigentes.
Casos como el referido confirman que los escollos que enfrenta la caficultura son múltiples y obligan a Colombia a tener la guardia arriba. Contar con una institucionalidad fuerte sin duda ayuda, por lo cual vale la pena preservarla.
Y esa consideración es válida a la luz de los ataques de Gustavo Petro contra la Federación en varias intervenciones hechas meses atrás. A las críticas en la plaza pública le siguió un intento de crear un esquema alternativo, tras una convocatoria financiada con fondos públicos.
Sin embargo, nada sugiere que haya interés entre los cafeteros de hacer borrón y cuenta nueva. Para decirlo de manera descarnada, cuando los cultivadores ganan más dinero, el ambiente para las disidencias es menos propicio. Quienes saben del asunto señalan, además, que dentro del Comité Nacional de Cafeteros, al cual asisten tres ministros y el director de Planeación, no hay tensiones.
Ojalá esa se convierta en la norma en el futuro cercano. La razón es que así la coyuntura sea buena, el trabajo para lograr que Colombia se mantenga como un productor del grano relevante y competitivo nunca terminará. Aparte de diferencias ocasionales de criterio, lo importante es que el objetivo sea solo uno, tanto en épocas de normalidad, como de bonanzas o vacas flacas: el bienestar de los caficultores y la preservación de una actividad a la que le quedan muchas tazas por servir.
RICARDO ÁVILA
Especial para EL TIEMPO
X: @ravilapinto