Desde hace más de una década a Bogotá llegó el concepto de moda circular, una respuesta al incremento del fast fashion que lideran reconocidas marcas españolas, americanas y chinas.
Esta tendencia ha venido creciendo movida también por la cada vez mayor conciencia ambiental de las personas. Según datos de la ONU, la industria textil es la segunda que más contamina el planeta debido a sus altas emisiones de carbono.
Desde empresas privadas, oenegés, organizaciones sociales y hasta el Distrito Capital han creado proyectos en los que se invita a los bogotanos a vincularse a estas iniciativas para poder encontrar una nueva vía para la moda y contribuir a la disminución de la contaminación textil.
La moda circular impulsa prácticas como la reutilización y la segunda mano, es decir, comprar, vender o intercambiar prendas usadas; el reciclaje textil, en el cual se transforman prendas viejas en nuevos productos o materias primas; la producción sostenible, que se trata de diseñar ropa con materiales reciclables o biodegradables, y la reparación de prendas, que busca extender la vida útil de las mismas a través de arreglos o modificaciones.
Bolsos hecho bajo la técnica patchwork se reutilizan retazos de jeans. Foto:Distrito Patchwork.
Este concepto comenzó a cobrar relevancia internacionalmente con iniciativas como la ‘Circular Fashion System Commitment’, promovida por la fundación de la deportista inglesa de alto rendimiento Ellen MacArthur. Y para el 2021, eventos como el Bogotá Fashion Week incluyeron diseñadores con enfoques sostenibles.
Una de las principales estrategias en la ciudad es la Red Moda Circular, impulsada por la Alcaldía de Bogotá, la Cámara de Comercio y Fenalco Bogotá. Esta ofrece acompañamiento técnico y formación a empresas del sector de la moda para implementar modelos de negocio circulares y fomentar la producción y consumo responsable de textiles.
Para ese mismo año, la ciudad dispuso de alrededor 147.767 toneladas de residuos textiles en el relleno sanitario Doña Juana, una cifra que se pretende reducir mediante la reutilización y el aprovechamiento de materiales en la elaboración de nuevas prendas.
Además, en noviembre de 2024, el Concejo de Bogotá aprobó en primer debate el proyecto Armario Solidario, iniciativa que busca fortalecer la logística de recolección de ropa, ampliar la red de puntos de recolección y desarrollar proyectos piloto para promover la moda circular. Hoy ya existen nueve lugares con ese propósito. Están ubicados en centros comerciales y en el Parque Mundo Aventura.
La ola de recirculación de textiles en Bogotá va desde mercados populares de ropa de segunda mano, pequeños locales en barrios comerciales, bodegas de pacas de ropa americana y china, almacenes de marcas premium, los llamados Vintage, talleres de moda sostenible, ventas en aplicaciones y hasta transmisiones en vivo por redes sociales como Tik Tok, Instagram y Facebook.
No lo botes, un emprendimiento que nació hace tres meses, recibe ropa de alta, media y baja gama para, posteriormente, venderla a un precio más accesible.
Alexandra Piñeros, una de sus fundadoras, contó que hace poco les llegó un traje completo de la marca Hugo Boss, que en Colombia puede llegar a costar 6.000.000 de pesos, y lo vendieron a 300.000.
Según Piñeros, el público que busca este tipo de prendas de segunda de alta gama está entre los 30 y los 40 años de edad.
Sara Galindo, fundadora de Prendas Únicas, una tienda de ropa de segunda mano, dice que comenzó en 2019, cuando se había graduado del colegio y no sabía qué estudiar. “Primero empecé vendiendo por internet prendas que estaban en buen estado y ya no utilizaba. Yo misma seleccionaba, lavaba, planchaba y empacaba”, comentó esta joven universitaria.
Sara Galindo, fundadora de Prendas Únicas. Foto:Cortesía
Con el paso del tiempo, se fue formando una comunidad que buscaba a Sara para conseguir ropa de segunda mano de marcas conocidas. Decidió, entonces, abrir un local donde podía exhibir variedad. En su caso, aunque recibe donaciones, se ha dedicado a comprar prendas. Tiene dos modalidades: en consignación y de contado.
“Muchas personas que llegan a comprar no tienen la consciencia de lo que se está viviendo con el fast fashion, así que me ha gustado tener espacios en donde he contado lo que esto significa y cómo desde las tiendas de segunda mano, donde te puedes encontrar con un top de Zara, ayuda a darle más tiempo de uso a esa prenda”, agregó.
Otro caso es de Clothe, una ONG ubicada en Teusaquillo. Camila Morentres, su directora, dice que reciben donaciones de prendas y calzado, tanto en buen estado como dañadas, que luego entregan a poblaciones vulnerables dependiendo de si necesitan para el trabajo o uso diario. También facilitan el intercambio y la compra.
Clothe es una ONG, ubicada en Teusaquillo, dedicada a la moda circular. Foto:Cortesía Clothe.
Pero en la ciudad no solo hay locales donde se vende ropa de segunda, sino también existen decenas de puestos informales en diferentes sectores. En el centro de la capital se encuentra el mayor mercado de estas prendas.
Hay puestos a lo largo de la carrera Séptima, en la plaza de La Mariposa, en San Victorino; en las Pulgas de San Alejo, en la calle 24 frente a los Cinemas; en Plaza España, cerca de la iglesia del Voto Nacional, y en las Pulgas de Las Aguas.
Los domingos, la mayoría de esos sitios parecen un hervidero de personas, unas vendiendo y otras comprando prendas de vestir, calzado, accesorios y todo tipo de objetos y cachivaches que pueda una persona imaginarse. Los precios pueden ir desde los 1.000 y 5.000 pesos hasta 20.000 o mucho más. El valor depende de la marca, del estado de la prenda y de si la compra es al detal o mayorista.
“Algunas veces, entre los montones de ropa, se puede encontrar una que otra joya que paga la ida. Eso sí, hay que tener tiempo y disposición para buscar”, dijo una señora mientras preguntaba por el precio de una chaqueta de jean en un puesto de las Pulgas de Las Aguas.
En el centro de Bogotá hay varios puntos de comercio de prendas de segunda mano. Foto:YouTube: Sin rol específico
Por otro lado, desde la Secretaría Distrital de Ambiente se han creado diferentes proyectos que aportan a la moda circular. Es el caso de los “negocios verdes”, los cuales adoptan prácticas sostenibles y responsables en el consumo de textiles.
De hecho, en noviembre del año pasado se llevó a cabo la III Feria de Moda Sostenible, en la que se contó con diferentes colectivos, pequeños diseñadores y modistas, quienes recolectaron 78,7 kilos de ropa y zapatos en desuso que fueron destinadas a poblaciones vulnerables o que se transformaron en nuevos productos.
Este es el caso de Claudia Patricia Jiménez, participante de Manos Reparadoras, un colectivo que nació de una convocatoria del Sena que reunió a más de 60 mujeres de diferentes barrios. Aprendieron diferentes prácticas para reutilizar telas. Actualmente, este grupo cuenta con 22 integrantes y todos hicieron parte de la feria.
Para Claudia, esto no nació con la convocatoria, y aunque la moda y la industria textil sostenible han sido una de sus mayores pasiones, llegó a este camino por azares de la vida. Hace unos años, cuando el perrito de una de sus dos hijas sufrió un accidente en el que se vio sometido a una cirugía de mandíbula, la moda circular fue el canal de financiación de los gastos veterinarios.
Claudia Jiménez, fundadora de Distrito Patchwork en la III Feria de Moda Sostenible de Bogotá. Foto:Secretaría de Ambiente.
Para esto utilizaron la técnica patchwork, la cual consiste en crear piezas con pequeños trozos de tela que sobran en la confección, o también de prendas que ya no se utilizan y con las que se pueden crear nuevos diseños. Así nació Distrito Patchwork, el emprendimiento de Claudia Jiménez.
“Empecé reciclando telas que estaban en buen estado o que simplemente eran nuevas y las obtenía de los recortes que sobraban de las confecciones de diferentes marcas. Luego, cuando entré a estudiar al Sena, conocí que el jean es uno de los materiales que más contaminan, no solo en su etapa inicial, sino posteriormente, cuando la gente bota su ropa. Esta tela es la que más se demora en descomponerse”, dijo Claudia Patricia.
En Distrito Patchwork una persona se puede encontrar con bolsos, tulas, chaquetas y hasta aretes hechos con las pretinas de jeans, entre otras cosas. Gracias a su creatividad, Claudia conoció a Alejandro Crocker, un diseñador venezolano que se dedica al upcycling (reciclaje) por medio del patchwork. Él tiene como iniciativa las tres R’s: reducir, reciclar y reutilizar retazos de telas.
Con Croker, Claudia participó en la edición 2024 de Colombia Moda, la pasarela más icónica del país. Abrió con modelos suyos de bolsos fabricados con la técnica de patchwork con tela militar.
Bolso de la marca Distrito Patchwork en el desfile de Colombia Moda. Foto:Cortesía.
Un tiempo después se ganó otra convocatoria; esta vez fue con una empresa de seguros. Esta le solicitó que con la dotación de sus trabajadores creara un nuevo uso. Claudia hizo fundas para los computadores de la empresa.
Así como Claudia Jiménez, Camila Morentres, Sara Galindo o Alejandro Crocker, hay muchos bogotanos que cada día le apuestan más al reciclaje textil, tanto en su elaboración como en la compra de ropa de segunda mano o de prendas hechas a base de telas recicladas. Una alternativa para ayudar, desde la moda, al medio ambiente.
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Laura Valeria López Guzmán
En X: @Lauravalerialo
Redacción Bogotá
EL TIEMPO