Luego del contundente rechazo que los chilenos hicieron en las urnas a la nueva Constitución, el presidente de esa nación, Gabriel Boric, comenzó este lunes la búsqueda de un proceso para reformar la carta magna que está vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet.
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La votación, escrutadas el 99,99 % de las mesas, indicó que el 61,86 por ciento de los cerca de 13 millones de ciudadanos que sufragaron decidieron ‘Rechazar’ el documento frente al 38,14 % que sí la aprobó.
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Los resultados se convirtieron en un desafío para el joven gobierno de Boric, que asumió el cargo hace menos de seis meses, y quien luego de asumir un rol protagónico a favor del proyecto se comprometió a sacar adelante un nuevo proceso constituyente, un camino que podría tomarle gran parte de su gestión.
De acuerdo con el analista político y profesor de la Universidad Estatal de O’Higgins, Juan Pablo Araya, el resultado perjudica al presidente y a su Gobierno. “Es un fuerte golpe para el primer año del Gobierno de Boric, quien decidió apostar su capital político por el ‘Apruebo’”, dice Araya. “Será muy complejo implementar el programa gubernamental y mantener la unidad y estabilidad en la coalición de gobierno”, añade.
Y es que desde ya se avizora que la Cámara de Diputados, fuertemente fragmentada, y el Senado, en el que domina la oposición de derecha, asumirán el papel protagónico en la continuidad del proceso constituyente en Chile.
Con una coalición de Gobierno en crisis que obliga al Ejecutivo a emprender una difícil remodelación. Además, como Boric no tiene mayorías, deberá tender puentes con otros movimientos políticos e invertir su capital político buscando estas alianzas.
Lo que quedó en evidencia en la reunión que el mandatario sostuvo ayer en el Palacio de La Moneda (sede de Gobierno) con el presidente del Senado, el socialista Álvaro Elizalde; y el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Soto, miembro del Partido Por la Democracia (PPD).
El encuentro se dio luego de que Boric citó a todas las fuerzas políticas a La Moneda para buscar la forma de sacar una nueva Constitución adelante. Sin embargo, pese a que todos los movimientos estaban citados, ningún partido de la derecha opositora confirmó la asistencia y la Presidencia informó que la reunión solo se efectuó con la coalición oficialista y representantes del Congreso.
El presidente “nos ha pedido que en el Congreso Nacional se desarrolle un diálogo que permita establecer un camino institucional para avanzar en el proceso constituyente”, reveló Elizalde al término del encuentro.
“En ese contexto, junto al presidente de la Cámara (de Diputados) convocaremos esta semana a todos los partidos políticos con representación parlamentaria, a las bancadas, y también escucharemos a otros movimientos sociales”, explicó.
El socialista insistió en que ese diálogo debe ser “transversal e incluyente”, afirmó que en el mismo “participará el Gobierno” y expresó su deseo de que se itinerario institucional esté claro antes del próximo 11 de septiembre, 49 aniversario del golpe de Estado que derrocó el Ejecutivo democrático de Salvador Allende.
Ni Elizalde ni Soto quisieron revelar cuál será ese camino que emprenderá el Gobierno de aquí en adelante. Lo cierto es que hay dos posibles escenarios: el primero, determinar si se creará una nueva convención elegida en plebiscito por la ciudadanía, como la que escribió el texto rechazado. El segundo, optar por una mixta, que incluya a expertos y diputados, como proponen algunos partidos.
Es un fuerte golpe para el primer año del Gobierno de Boric.
Será complejo mantener la unidad y estabilidad en la coalición de gobierno
Lo que sí está claro es que el mandatario prepara un primer cambio de su gabinete. Decisión que, al parecer, planeó desde hace varias semanas a causa de “los errores” de algunos de sus ministros, pero que precipitó tras el resultado del domingo.
Entre tanto, la gran pregunta es qué hará la derecha chilena, triunfante tras apoyar ampliamente el ‘Rechazo’. Ayer, de hecho, hubo tensión entre un sector moderado que se abre a seguir el proceso constituyente, y otro más extremo que rechaza realizar reformas sociales.
Algunos partidos de derecha reafirmaron su intención de apoyar las reformas que comprometieron durante la campaña electoral. Pero otro, liderado por el Partido Republicano del excandidato a la presidencia José Antonio Kast, celebró haber “derrotado una propuesta constitucional que le hacía mucho daño a todos los chilenos”.
“La contundente victoria del ‘Rechazo’ se explica por el temor de una gran mayoría de que la nueva Constitución anularía a la oposición política, además de la falta de gradualidad en la implementación de las medidas que se proponían”, explicó a la AFP el analista Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago.
Pero quizá el punto más polémico fue la definición de Chile como un estado plurinacional. El borrador redactado reconocía los derechos de los pueblos indígenas y la autonomía de la justicia indígena, pero sin definir claros límites sobre esos derechos en relación con el del resto de chilenos.
Al respecto, Jorge Correa, exintegrante del Tribunal Constitucional chileno, dijo que al texto escrito por la Constituyente le hizo falta delimitar hasta dónde podría llegar la autonomía de la justicia indígena y de los pueblos originarios en Chile.
REDACCIÓN INTERNACIONAL
*Con Afp y Efe
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