No recuerdo bien quién o quiénes fueron los que en su momento se refirieron al metro de Bogotá como el ‘medio metro’, intentando con ello desdibujar un proyecto anhelado por los bogotanos desde hace más de medio siglo. Y lo decían para significar que se trataba de una obra cualquiera, con diseños pendientes y tercamente insistiendo en la opción subterránea. Pues bien, hoy a esas personas hay que decirles que, efectivamente, Bogotá ya tiene su medio metro.
No es un eufemismo. Sumados sus componentes de obra, compra de predios y traslado de redes, este mes se podrá decir que los avances en la construcción del metro llegan al 50 por ciento. Y eso no es cualquier cosa.
Tercera viga lanzadora instala las primeras dovelas del viaducto de la primera línea del metro. Foto:Milton Diaz / El Tiempo
Ojalá el ritmo de las obras se mantenga, el clima ayude y el optimismo de la gente, expresado en la encuesta de Bogotá Cómo Vamos, se mantenga por encima del 60 por ciento.
En compañía de colegas de varios medios, del alcalde y del gerente del metro, recorrimos esta semana buena parte de la obra que ejecuta el consorcio Metro Línea 1. Desde el patio taller ubicado en Bosa hasta la estación de la avenida Primero de Mayo con 68.
Foto:Milton Diaz / El Tiempo
Ojalá todos los bogotanos tuvieran la oportunidad de hacer el mismo recorrido, para que entiendan mucho mejor el alcance que tiene el proyecto, lo que ha significado su arquitectura y la forma como se construyen en el taller de prefabricados los distintos componentes de la obra: los pilotes que pueden ir hasta 60 metros de profundidad y que sostienen las vigas en U, donde irá el viaducto que, a su vez, soportará los rieles sobre los que se desplazarán los trenes. Serán 300.000 metros lineales de pilotes a lo largo de la línea. Hasta el momento van cerca de 5.000 pilotes construidos.
El solo patio taller tiene una extensión de 36 hectáreas, equivalente a unas 50 canchas de fútbol. Se trata de un submundo diseñado para tareas específicas, con obreros e ingenieros distribuidos en cada rincón de la estructura. Lo que antes eran potreros hoy es un complejo de máquinas automatizadas que trabajan sin descanso: desde soldadoras hasta productoras de concreto y centrifugadoras.
Trabajos de cimentación del viaducto del metro en la avenida Primera de Mayo entre calle 42 y 35 sur Foto:Mauricio Moreno
Diariamente, este complejo produce 14 pilotes al día de 15 toneladas cada uno, y cuando se instalen, tendrán una altura equivalente a un edificio de cinco pisos.
El ritmo de los trabajos es vertiginoso. Alrededor de 10.000 personas laboran hoy en las obras del metro, incluyendo unos 400 chinos. El viaducto ya tiene un 24 por ciento de avance, del cual se construye en promedio un kilómetro por mes. Según el alcalde Galán, el próximo año se pondrá a prueba un tramo de casi 6 kilómetros de viaducto, entre el patio taller y la estación cuatro, en Kennedy. El primer tren ya entró a pruebas en China, otro componente que avanza.
Cuando se está sobre la superficie por donde transitarán los trenes, es innegable la sensación de estar asistiendo a una nueva era en la conformación de la ciudad. Bogotá tendrá un antes y un después con la primera línea del metro, la fisionomía de muchos lugares cambiará y permitirá nuevos desarrollos urbanísticos, comerciales y de vivienda.
A hoy se le han inyectado a los trabajos 4 billones de pesos, de los cuales Bogotá ha puesto el 75 por ciento y el 25 por ciento la nación, que hasta el momento ha honrado sus compromisos. El primer paquete de créditos externos por 200 millones de dólares está a punto de agotarse, pero vendrá uno adicional por 1.400 millones de dólares ya aprobados, cuya operación requiere luz verde del Gobierno Nacional.
Foto:Milton Diaz / El Tiempo
Por todo lo anterior es que se prenden las alarmas cuando el Ejecutivo habla de aplazar los pagos que debe hacer para el metro. De ahí que urge una reunión entre ambos gobiernos para llegar a acuerdos que se respeten. Máxime en un entorno tan cambiante como el que vivimos, no solo por la crisis fiscal de la nación, sino porque ahora arranca la campaña política y una guerra comercial externa que no se sabe cómo termine.
Por lo pronto, hay que mantener el optimismo en que el metro seguirá su buen ritmo y en que los ciudadanos empezaremos a apropiarnos de él como nuevo símbolo de la ciudad, al que debemos acoger, proteger y defender. Que no nos pase lo de TransMilenio, que por años lo politizaron y cabalgaron sobre su prestigio.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor general
de EL TIEMPO
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