La ampliación de la autopista Norte de tres a seis carriles, incluido uno para TransMilenio, es un proyecto esperado desde hace varios años por Bogotá y la región. Con esta obra, junto a la de la segunda calzada de la carrera séptima, se acababa el embudo en el que se convirtió salir o ingresar a la capital.
Esa, además del aumento del parque automotor, es la causa del atasco que se vive a diario en estos corredores claves para la conexión de la ciudad con los municipios de Sabana Centro y el norte del país, y conlleva a que los usuarios tarden una y hasta dos horas en cualquiera de las dos vías, más aún si es fin de semana.
El proyecto Accesos Norte 2, que incluye la autopista Norte, entre las calles 191 y 245; la séptima, entre la 201 y la 245, y una perimetral en Sopó, fue contratado hace tres años por la ANI con Estructura Plural Ruta Norte y se esperaba que despegara el pasado 23 de diciembre con la ejecución de la Autonorte, y una vez terminada esta seguía la séptima.

El proyecto de la ANI busca que la autopista Norte sea ampliada a seis carriles, incluido uno exclusivo para TransMilenio.
El objetivo era que la nueva autopista estuviera en operación en 2029, pero esta semana ese proyecto de infraestructura vial clave para Bogotá y los municipios sufrió un serio revés que la aplaza en el tiempo. Se estima que tardaría cerca de un año en volver al mismo punto al que llegó a finales de 2023.
La Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) archivó el trámite de la licencia argumentando “insuficiencia de información” y serias “deficiencias técnicas”.
Ana María Llorente, subdirectora de evaluación de licencias ambientales de la Anla, dijo que le hicieron a la concesión 39 requerimientos, pero que solo subsanó 14. Los otros 25, afirmó, fueron incumplidos, y ahí están los puntos claves y que más incertidumbre le generan al equipo técnico de la autoridad ambiental.
El concesionario, por su parte, asegura que los estudios y obras propuestas están armonizados con los proyectos que tienen en el sector, entidades y organismos como el fideicomiso de Lagos de Torca, la Empresa de Acueducto de Bogotá y Planeación Distrital. Pero que, sin embargo, ese proceso fue en octubre pasado, posterior al cierre y entrega de información adicional a la Anla, que se dio un mes antes.
Ahora, la concesión aspira a que la Anla le permita sentarse en mesas de trabajo a revisar los puntos de mayor conflicto antes de resolver el recurso de reposición. No obstante, EL TIEMPO pudo confirmar con la autoridad ambiental que esa opción “no es posible” en este momento del proceso, pero sí después de resuelto el recurso.
Entonces, Estructura Plural Ruta Norte deberá presentar la reposición, para lo cual tiene 10 días hábiles, contados a partir del 3 de enero pasado, y la autoridad ambiental alrededor de dos meses para pronunciarse. Y si bien no se sabe cuál puede ser la decisión, lo más probable es que, como creen directivos de la concesión, se reconfirme el archivo del trámite.
Así las cosas, el camino que le queda a la firma concesionaria es sentarse, ahí sí, en mesas de trabajo, con los técnicos de la Anla a revisar cada uno de los puntos de controversia y luego realizar los ajustes al estudio de impacto ambiental y a las obras propuestas, y, de nuevo, presentar la solicitud.
Este fue el caso del Regiotram de Occidente, al que la Anla le archivó en junio pasado la solicitud de licencia ambiental y, tras 13 mesas técnicas, la Empresa Férrea Regional presentó otra vez el trámite en octubre y hoy los técnicos de la autoridad ambiental evalúan la entrega de la licencia.
Las obras propuestas
La ampliación de la Autonorte tiene la dificultad del paso por los humedales Torca, en el costado oriental, de sur a norte; y Guaymaral, en el costado occidental, y eso podría afectar la conectividad hídrica y de biofauna entre estos. El corredor fue construido en los años 50 y desde ese momento se dividió en dos lo que era un gran espejo de agua y que es la transición entre la cordillera Oriental, la reserva Thomas van der Hammen y el río Bogotá.
Originalmente, el proyecto de la ampliación de la autopista se planteó con la construcción de seis viaductos en el sector de los humedales, pero luego esa alternativa se cambió por varios box culvert.
Y si bien la Anla no descarta que esa sea la opción, sus temores surgen porque esas estructuras (ubicadas en cuatro puntos de conexión entre los humedales y cuatro quebradas) tengan la capacidad de garantizar la conectividad entre Torca y Guaymaral y que las aguas del primero no terminen en el segundo e inundando la vía y predios del lado occidental.
“Las obras que nos han presentado en el estudio de impacto ambiental no son suficientes”, afirmó Llorente, quien explicó que el concesionario no presentó estudios que indiquen que los box culvert permitirán que la fauna terrestre y acuática atraviesen los humedales, se conecten con las quebradas y lleguen a la reserva Van der Hammen.
En la decisión de archivo de la solicitud también influyó, según la funcionaria, que el concesionario no presentó el permiso de la Empresa de Acueducto de Bogotá para poder hacer obras porque por ese mismo tramo pasa la red matriz Tibitoc Casa Blanca y se puede poner en riesgo el suministro de agua a la ciudad.
Qué responde la concesión
Frente a los argumentos de la Anla, Juan Manuel Mariño, gerente de la concesión vial, insiste en que los estudios y obras están armonizados entre las tres entidades que intervienen en esa zona del norte de Bogotá y que lo que pasó fue un rezago en los tiempos en los que la autoridad ambiental tuvo esa información.
Y agrega que el diseño propuesto eleva la autopista para que se puedan hacer “unas obras hidráulicas de mucho más tamaño” y que la modelación técnica les dice que no se inundaría el corredor vial con un periodo de retorno de 100 años. “A nivel de ejemplo, hay un box culvert de 10 m de ancho, es decir que pueden pasar cuatro carros por debajo”.
Pero más allá de las deficiencias técnicas que halló la Anla en la solicitud de la licencia ambiental para la autopista y de las explicaciones de la concesión, lo cierto es que mientras eso no se resuelva, no solo no podrán comenzar las obras de la Autonorte, sino tampoco las de la carrera séptima, que hace parte del proyecto y está pendiente de predios y deberá tramitar la licencia ambiental.
Pero, además, ambos proyectos no se pueden hacer al tiempo, porque existe el riesgo de que ahí sí colapse el ingreso a la ciudad por el extremo norte. De hecho, el plan de obra de la iniciativa Acceso Norte 2 las contempla una después de la otra. En otras palabras, Bogotá y la región tendrán que esperar mucho más tiempo para ver una solución al atasco diario por estos corredores.
Lo que halló la Anla
“25 requerimientos, es decir, el 64 %, fueron incumplidos. De esos 25, cuatro estuvieron relacionados fundamentalmente con modelaciones hidráulicas imprecisas, la ausencia de análisis de conectividad funcional de las especies de humedal y, en general, ausencia e incertidumbre grande respecto de si las obras propuestas van a tener la capacidad de mantener la conectividad hidráulica y ecológica entre estos dos ecosistemas. Esas cuatro son la clave”.
La respuesta del concesionario
“Los caudales con los que se calcularon las obras hidráulicas son los que deben ser. Y el Acueducto y Lagos de Torca, que llevan varios años estudiando la hidrología de la zona, coinciden con los datos técnicos y las dimensiones que tenemos. Lo que pasó es un rezago en el acta donde todos (Planeación, Lagos de Torca y la EAAB) decimos que estamos de acuerdo con las obras propuestas para la conexión de los humedales y que la Anla no conoció oficialmente”.
GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ
Editor de Bogotá
En X: @guirei24
REDACCIÓN EL TIEMPO

