San Bernardo, un barrio con pasado aristocrático y ubicación estratégica en el centro de Bogotá, ha sido testigo de una transformación implacable. Desde sus días como refugio de familias acomodadas hasta convertirse en escenario de violencia urbana, el sector ha sufrido el impacto de fenómenos sociales, desplazamientos y disputas criminales.
Originalmente parte de Las Cruces, San Bernardo emergió como una zona de expansión urbana en las afueras de la capital. Sin embargo, la violencia del Bogotazo en 1948 marcó el comienzo de su deterioro. La inseguridad se apoderó de las calles y quienes podían permitírselo optaron por marcharse.
Décadas después, la presencia del Cartucho y, más recientemente, del Bronx, profundizó la crisis. Según el libro San Bernardo resiste, del Grupo de Investigación Procesos Urbanos en Hábitat, Vivienda e Informalidad, el declive se aceleró a partir de 1973, cuando el barrio se convirtió en refugio de población desplazada que construyó viviendas improvisadas, hechas de lata y cartón.
“Podríamos afirmar que el deterioro se vivió con mayor fuerza tras la intervención del Bronx”, explica el estudio. A esto se sumaron dinámicas nocturnas en Santa Inés y la Carrera 10.ª, donde bares y cantinas marcaban el ritmo de una vida que, dentro del barrio, aún conservaba un ambiente relativamente tranquilo.
Pero la momentánea calma se quebró con la llegada de una nueva ola de violencia. En los últimos meses, tres atentados con explosivos han sacudido San Bernardo, reflejando una brutal disputa entre bandas criminales por el control del territorio.
El más reciente de estos ataques ocurrió la noche del 12 de marzo, cuando una granada explotó en la estación de TransMilenio Bicentenario, en la carrera 10.ª con calle 3. El saldo: tres muertos y nueve heridos.
El 23 de febrero, otro artefacto explosivo detonó en la carrera 10.ª con calle 6. Dos personas resultaron heridas y un perro murió. Días antes, el 18 de febrero, una granada de fragmentación había dejado un muerto y siete heridos en la calle 3A con carrera 10A. Testigos señalaron a un motociclista como el responsable del ataque.
Las investigaciones revelaron que la mayoría de los afectados tenía antecedentes por tráfico de estupefacientes y hurto, lo que refuerza la hipótesis de que se trata de un ajuste de cuentas entre bandas dedicadas al microtráfico.
“El barrio San Bernardo es uno de los más tradicionales del siglo pasado en Bogotá”, recordó César Restrepo, secretario de Seguridad, desde el lugar de los atentados. “Pero con el abandono de muchas edificaciones, el crimen organizado se asentó en la zona”.
Restrepo señala que las estructuras criminales desplazadas del Bronx y El Cartucho migraron a San Bernardo tras la intervención estatal en 2017. En 2019, se lanzó un plan de renovación urbana para la zona, pero la pandemia frenó su avance, permitiendo que los delincuentes regresaran.
Desde la llegada de Carlos Fernando Galán a la alcaldía en 2024, la recuperación de San Bernardo ha sido prioritaria. En un año, se han realizado 70 allanamientos, 120 capturas y se han incautado más de 30.000 dosis de droga. “Solo anoche, en este edificio, encontramos 3.000 dosis de marihuana y cocaína”, reveló Restrepo.
¿Qué desató la violencia?
Dos grandes estructuras criminales están detrás de la violencia en el barrio: ‘los Costeños’ y ‘los Venezolanos’. La banda ‘los Costeños’, con antecedentes en la Costa Atlántica, manejan el microtráfico mediante expendios fijos y distribución al menudeo. Son conocidos por su brutalidad y por controlar rentas ilegales en varias localidades de Bogotá.
Por su parte, ‘los Venezolanos’ han expandido su presencia en el centro de la ciudad, reclutando principalmente a extranjeros. No se descarta que bandas menores usen su nombre para infundir temor.
“San Bernardo no es solo un punto de criminalidad en Bogotá, es un centro de exclusión”, advirtió Roberto Angulo, secretario de Integración Social. En apenas dos manzanas del barrio, se concentra el 5 por ciento de la población habitante de calle de toda la ciudad.
El censo más reciente identificó a 540 personas en esta condición, pero durante el día la cifra se triplica. “Aquí confluyen las formas más extremas de exclusión social, incluyendo población víctima del conflicto armado”, explica Angulo.
Para enfrentar esta crisis, el Distrito ha duplicado el presupuesto destinado a la atención de habitantes de calle y ha ampliado la cobertura de unidades operativas. “Nada más en el servicio de autocuidado Liberia atendemos a 600 personas al día”, detalla el funcionario.
Las víctimas invisibles
San Bernardo no solo alberga a población en situación de calle y a grupos delincuenciales. También es territorio de un gran número de víctimas del conflicto armado.
Según Isabelita Mercado, consejera para las Víctimas, Paz y Reconciliación, en la localidad de Santa Fe -donde se encuentra el barrio- la tasa de víctimas del conflicto es una de las más altas de Bogotá. Mientras que en la ciudad cuatro de cada 100 personas han sido afectadas por la guerra, en esta zona la cifra asciende a siete de cada 100.
Dos de las personas heridas en los recientes atentados con granadas estaban registradas como víctimas desde 2005 y 2014.
“Estamos trabajando en la búsqueda activa de estas personas para garantizarles acceso a ayudas humanitarias y procesos de indemnización”, afirma Mercado. También se ha priorizado el acompañamiento psicosocial, en articulación con la Secretaría de Salud.
Escuelas, entre el fuego
)Ni los colegios han escapado a la zozobra que ha sembrado la violencia en San Bernardo.
El Colegio José Antonio Uribe, cuya sede de primera infancia se encuentra en una de las zonas más expuestas, ha tenido que implementar rutas de transporte especial para garantizar la seguridad de los niños.
“Hemos trabajado con la rectora para que los estudiantes puedan ser reubicados temporalmente sin afectar su escolaridad”, explicó Isabel Segovia, secretaria de Educación.
Desde finales de 2024, la intervención en San Bernardo ha incluido más de 65 actividades para fortalecer el tejido social en torno a las instituciones educativas. Habitantes de calle han participado en la recuperación del barrio, colaborando en la recolección de basura y actividades artísticas.
“Es un ejemplo de cómo podemos trabajar de manera articulada, incluyendo a toda la población excluida para que no sean vistos como una amenaza, sino como parte constructiva del proceso”, destacó Segovia.
El secretario de Gobierno, Gustavo Quintero Ardila, enfatizó que la presencia institucional en San Bernardo será permanente. Además de los operativos policiales, gestores de la Alcaldía Local de Santa Fe trabajarán en el barrio para establecer canales de confianza con la comunidad. La estrategia busca generar un trabajo conjunto entre la ciudadanía y las autoridades para lograr resultados sostenibles en seguridad y desarrollo social. “San Bernardo no será olvidado”, afirma Quintero. “La combinación de seguridad, acción social y presencia institucional garantizará una transformación duradera”.
Mientras el Gobierno despliega su estrategia, los habitantes de San Bernardo, atrapados entre la exclusión y la violencia, siguen esperando que la historia les dé una nueva oportunidad.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
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