La mayoría de quienes han seguido durante más de 43 años las publicaciones de Motor –841 ediciones– de alguna manera han consultado sus listas de precios de vehículos nuevos y usados que aparecen desde el primer ejemplar, impreso en noviembre de 1981.
En ese entonces, el listado completo de la oferta de ‘estrenables’ y recorridos ocupaba apenas una página. Hoy, las referencias que sugerimos entre valores de los cero kilómetros y los de segunda mano, requieren 12 apretados folios y estamos implementando más renglones para incluir en una fecha cercana los eléctricos, híbridos y varias referencias de marcas chinas de su período actual.
Por supuesto, el papel no es elástico para cubrir todo el mercado, y en el campo de los usados las columnas no dan más espacio para incluir modelos del 2015 hacia atrás, en materia de importados, y del 2006 en los nacionales.
¿Cómo interpretar y usar las tablas?
En los usados, nuestra publicación tiene sus propias fuentes de averiguación del mercado y se refieren a una cota de valores que reflejen de la manera más cercana el precio de transacciones entre particulares y no a las retomas de los concesionarios o negocios independientes que, por su naturaleza de operación, castigan el auto ofrecido en parte de pago o lo bonifican, dependiendo de su apreciación debido a su buena rotación en la demanda. Finalmente, esos negocios son intermediarios y sus utilidades giran en esos parámetros con toda la justicia del comercio.
Igualmente, en las redes sociales están las ofertas independientes de personas que utilizan los sitios de negocios, en los cuales cada quien es libre de colocar el precio en el cual estima su bien, como lo es igualmente quien hace una propuesta. Ese mercado de transacciones individuales no tiene parámetros, pues hay una enorme disparidad de precios y de flexibilidad en el cierre de las operaciones. A la “hora del té”, el carro vale lo que paguen, no lo que piden.
El valor de los viejos
Entonces, hacia atrás de las fechas que podemos ofrecer, muchísimas personas se encuentran en el dilema de cuánto vale un auto que no aparece estimado.
Más allá de las razones de espacio editorial, existen motivos que hacen que después de determinada edad de los carros, las razones de valor pasan por encima de la devaluación aritmética anual adicional que fluctúa benévolamente entre un 8 y 12 por ciento, a medida que el ejemplar va envejeciendo y su fama sube o baja, lo cual ocurre desde el día uno, al recibir las placas, y pasa de una al estatus de usado que aumenta todos los días. Salvo variables inusitadas como las que se dieron después de la pandemia, los precios de los usados siempre estarán a la baja, y más cuando los de los nuevos están estancados como sucede ahora por efectos de la estabilidad del dólar o por grandes promociones ocasionales que se ven por la desaceleración del mercado.
Si quiere vender o comprar vehículos anteriores a esas fechas, haga deducciones en ese rango de porcentaje en los años hacia atrás. Es probable que llegue a un resultado que lo puede llevar a un valor negativo del auto que contrastará con el hecho de que aún está funcional y útil, es decir, que en muchos casos la persona tiene más que carro que plata.
Muchos se ocupan y preocupan por la condición mecánica, cuando en realidad este es un segundo paso, ya que lo primordial debe ser estudiar a profundidad la carrocería, el piso y los puntos de anclaje de las suspensiones y de los órganos mecánicos, donde se reflejarán las huellas de los accidentes, la calidad de las reparaciones que haya tenido, la pintura, los accesorios que faltan o que hayan agregado sin buen criterio y suelen ser de poca incidencia en el precio, el maltrato o cuidado de los muebles y, en general, del interior, elementos que no son fácilmente rescatables. En cambio, las partes mecánicas se consiguen todas nuevas si es un modelo difundido, se sabe cuánto cuestan, se puede estimar su vida posterior, vigilar la instalación y conocer las causas de su deterioro, que de todas maneras existirá. Como dicen, es más importante “el coco” que todo lo demás, porque en este se puede rearmar un auto correcto. En cambio, meterle plata a un caparazón maltratado es tiempo perdido.
Ese es el momento de hacer el cruce de cuentas entre precios de los arreglos y su retorno en servicio o en valor del auto. Cada carro usado es un caso unilateral específico en el cual los conocimientos del comprador o sus asesores serán claves para estimar si paga más de lo que se cree que vale en razón del estado. O, también, analizar con prudencia y respeto los motivos del vendedor para desprenderse de su vehículo.
Ha sido un consejo útil tener como guía, más allá de un valor sugerido, estimar que un carro por debajo del precio de MOTOR puede estar en inferior condición a la esperada y, si piden más, deben dar los argumentos convincentes a favor de esa diferencia.
En tiempos ya lejanos, cuando la circulación era más expedita y el automóvil no era blanco de las restricciones, se solían calcular 15.000 kilómetros de recorrido por año, pero ahora, las cifras de talleres y concesionarios indican que los usuarios no pasan en promedio más de 12.000 kilómetros al volante. Y eso. Restringen su uso la hostilidad de los gobiernos, el pico y placa, los días sin carro, los precios de los insumos como gasolina y lubricantes, los repuestos muy caros, los peajes elevados, los tiempos perdidos en calles y carreteras, los estacionamientos venenosos, etc.
Los odómetros que registran la distancia recorrida no son confiables en un 100 por ciento porque, aunque en los sistemas electrónicos están mucho más protegidos y detectan la manipulación con los escáneres, son de todas maneras vulnerables por manos inescrupulosas, por lo cual debe calcular el kilometraje con esa base de los 12 mil anuales, que pueden ser menos, contándolos a partir de la fecha de matrícula y no del año/modelo que diga la licencia de tránsito porque el carro pudo ser matriculado muchos meses antes del calendario. No necesariamente mucho recorrido indica probable “caballo cansado”. Pero si lo hay menos trajinado, mejor…
No coma cuento
No crea que en la supervivencia del auto son factores a favor el hecho de que “no haya salido de Bogotá”, pues sus calles son el peor viacrucis para su estructura y suspensiones y en ese sentido, es más longevo un carro con buen trabajo en carreteras y en montañas, en cuyo caso el kilometraje puede ser alto, pero más sano.
Por todo este entorno, moverse en el mundo de los usados es una tarea compleja que requiere de buenos conocimientos o de asesores que tengan buena experiencia, más allá de lo que el taller o mecánico de confianza puedan opinar pues suelen limitarse a las inspecciones estáticas o a una observación más minuciosa en elevador, pero, que de todas maneras amerita una prueba en ruta más extensa y exigente.
Un dato que no debe pasar desapercibido es la condición económica y ocupación del vendedor y de los dueños anteriores, con todo el respeto y prudencia que eso requiere, porque le darán una idea del uso que tenido el vehículo y su capacidad para haber realizado los mantenimientos con las partes adecuadas y en los sitios correctos.
Haga sus cuentas y previsiones, no compre más de lo que necesita, y si bien no sale ya en las listas de MOTOR, es muy probable que consiga un buen socio en el camino.
Guía confiable
En MOTOR encuentra cerca de 1.300 datos actuales de precios de vehículos de todo tipo para matricular. En los usados importados se manejan unas 13.000 referencias correspondientes a 9 años atrás y a los nacionales los cobijamos con casi 5.000 sugerencias en un espectro de 18 años. Todo un universo que aparece únicamente en este medio periodístico del país de EL TIEMPO Casa Editorial.
Parque antiguo
Según el Runt, en octubre pasado, en Colombia había casi 6,9 millones de automotores y 11 millones de motos, en papeles, cifras que distan mucho de la realidad circulante. Todos estos aparatos en promedio tienen casi 18 años de antigüedad y el 64,1 por ciento de los livianos pasan de los siete años de trajín.
JOSÉ CLOPATOFSKY LONDOÑO
Director de MOTOR