Diana Osorio lanzó ‘La Otra Cara del Poder’(Editorial Planeta), un libro en el que cuenta lo que viven las mujeres y parejas de los funcionarios de elección popular. Osorio cuenta detalles inéditos de la alcaldía en Medellín de su esposo, Daniel Quintero, y hace énfasis en las dificultades que implicó asumir un gobierno en plena pandemia, con la difícil condición de salud de su segunda hija, Aleia. En entrevista con EL TIEMPO, Osorio habla de otros detalles de su vida y de la tras escena política.
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¿Por qué hablar del poder, pero desde las vivencias de la esposa de una figura como Daniel Quintero?
Me di cuenta que las primeras damas no habían escrito. No encontré referentes nacionales de mujeres que escribieran lo que se sentía estar detrás de un cargo público o al lado de un cargo público acompañando a un gobernante. Hablo en términos genéricos porque todavía la mayoría son hombres los que son elegidos, entonces por eso hablo de las gestoras como la mayoría mujeres pero también hay hombres gestores y me parecía importante que la gente supiera qué es lo que se siente, que la gente cree que es un cargo público y que a esos gobernantes les sobra todo y esa alegría absoluta. Pero, la verdad, se sufre, son cargos duros. Las mujeres, las esposas, enfrentamos temas personales bien complicados, bien pesados que menciono en el libro y yo quería que la gente supiera eso. Como dije en el libro, quise abrir mis heridas dispuesta a recibir más sal.
¿Cómo ha sido ver ese tema del poder y de una carrera política tan de cerca? Porque además cuenta que fue suya la idea del nombre del Partido del Tomate
Miren que a veces yo hablo del gobierno en forma plural: digo cuando gobernamos, cuando estuvimos en la alcaldía y la gente dice pero a usted no la eligieron, usted no estuvo ahí y elegimos fue a su esposo, pero la verdad se elige a una familia, se eligen a unos valores, se elige una visión de mundo conjunta y también quise contar eso en el libro. Conté quién he sido yo en la carrera política de Daniel Quintero y cómo ha sido de alguna forma un proyecto conjunto. También en el Partido del Tomate estuvo Juan Carlos Upegui, que es mi primo, que Daniel conoce en el Bicentenario y empiezan conversaciones de muchachos de barrio que terminan en una alcaldía de Medellín y cómo esa visión de barrio termina transformando y cambiando y ejerciendo un liderazgo en la ciudad. Quería contar también mi parte porque tampoco iba a salir todo el tiempo a decir yo le puse el nombre del Partido del Tomate, yo hice eso y lo otro. Me parecía correcto pues como hacerlo a través de un libro y como yo he estado en la carrera de Daniel y como él ha sido fundamental en mi carrera también social y alguna forma política y así hemos sido una pareja que nos hemos ayudado y complementado uno al otro.
Hay un tema muy importante en su libro y es toda la historia de violencia en Medellín. Incluso cuenta que uno de sus primos murió por la violencia. Entonces, ¿cómo fue recorrer ese historial de violencia y ver que las cosas han cambiado, pero al mismo tiempo se están reactivando algunos fenómenos de violencia en su ciudad?
Yo creo que mi generación es la generación de los noventa que tenemos un dolor, una paranoia cuando escuchamos explotar una bomba e inmediatamente reaccionamos. Eso no es de todas las personas y lo cuento cuando hice una maestría en Inglaterra, me di cuenta de que no era normal todo lo que yo había vivido. Por ejemplo, está la masacre en el barrio del Tricentenario con once muchachos asesinados, o me tocó escuchar los tiros cerca al barrio Antioquia donde vivía, y cómo finalmente mi primo es asesinado. Su muerte me inspira a estudiar Paz y proponerle a mi esposo que creara la Secretaría de Paz o Secretaría de la No Violencia. Entonces esas vivencias se vuelven política pública.
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Hablando de esa Secretaría de la No Violencia, que además, si no estoy mal, Juan Carlos Upegui la alcanzó a ocupar. ¿Cuál fue la huella que dejó en Diana Osorio el gobierno de Daniel Quintero en Medellín?
Hubo mucha violencia contra nosotros. El libro también habla mucho de por qué empieza la violencia política contra nosotros en Medellín y todo parte de que Daniel Quintero pone la demanda más grande en la historia de Colombia, que es la demanda a los contratistas de Hidroituango. Yo lo apoyé y le dije vamos con todo, eso fue por lo que te eligieron y eso es por lo que estamos aquí y eso al final marca un hito. Yo cuento otro episodio que digo el primer grito de guerra que no fue Hidroituango sino la pandemia. Pero, al final Hidroituango termina siendo como el florero de Llorente que desata una guerra política nunca antes vista en Medellín, y que eso transforma mi vida. Eso fue muy duro, eso al final crea lo que yo llamo un neoparamilitarismo de ejercer justicia propia en nuestra contra. Nos dicen que nos van a insultar, dicen donde vamos a estar, vamos a decir la ubicación de la casa, vamos a incendiar la casa, vamos a sacar a sus niñas del colegio, vamos a hostigarlos tanto y a poner tantas denuncias y decir fuentes anónimas sin ninguna prueba para decir que ellos son culpables, porque hay algo que se llama ‘character assassination’ -asesinato del carácter- y es lo que nos están haciendo.
Hay dos temas que menciona y que, además, son muy importantes en el libro, la pandemia e Hidroituango. ¿Cómo es abordar este tema al saber el riesgo de estar tan expuestos y ustedes teniendo dos hijas, y además que su hija Aleia nació con algunos temas de salud?
A nosotros se nos juntó todo: el tema médico de Aleia con la pandemia. En el libro cuento que Daniel quería renunciar a la alcaldía para dedicarse a su bebé, que no sabíamos cuál iba a ser el desenlace total y al mismo tiempo las presiones que empezó a recibir en la pandemia para abrir cierto número de camas. Daniel es ingeniero, entonces él todo lo hace con matemáticas, con cuadros, con algoritmos, y con Juan Carlos decía la ciudad necesita más de mil camas para atender al área metropolitana, y el establecimiento le decía, no, solo puedes abrir 600 camas. Entonces por eso hablo también del primer grito de guerra que lo explico un poquito en el libro. y cómo se desata ese primer enfrentamiento y cómo a nivel personal vivimos lo de mi hija. Daniel escribe un capítulo, el cirujano escribe otro, el libro tiene como varios autores de pequeños fragmentos, y Daniel cuenta en ese capítulo cómo fue afrontar una pandemia, algo para lo que ningún gobernante estaba preparado, y menos en sus tres primeros meses, pero al mismo tiempo, los temas personales de nuestra hija. Entonces, si es un poquito más personal, qué técnico, y era lo que queríamos, contarle a la gente quiénes somos y qué tenemos en nuestra cabeza, en nuestro corazón.
¿Y cómo fue lo de Hidroituango, ya que lo cuenta de una forma muy pormenorizada en el libro?
Hasta una culebra salió en Hidroituango. Una pitón de más de dos metros amarrada a un tubo. Hicieron de todo lo natural y no natural para evitar que ese proyecto saliera adelante. Incluso con el gobierno nacional actual, algunas ministras que no les gusta el proyecto, no nos dieron su apoyo y negaron un plazo de tres semanas para entrar en funcionamiento y que no le cobraran a Medellín una multa gigante, que hacía casi que inoperante y financieramente inviable el proyecto. Y al final, en el último minuto, se entrega el proyecto y se evita una multa gigante que hubiera puesto en muchos aprietos a Empresas Públicas de Medellín.
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Usted vio el tema de Hidroituango por dentro , uno de los grandes cocos del gobierno Quintero, ¿eso le da otra percepción?
Hidroituango es obviamente agridulce porque, por un lado, hoy genera un millón de dólares diarios al municipio, por eso no entendemos por qué, por ejemplo, EPM está disminuyendo utilidades en manos de Federico Gutiérrez . Daniel entregó absolutamente todo por ese proyecto. Se lo deja funcionando no solamente a la ciudad, sino al país, porque genera el 17 por ciento de la energía de todo el territorio. Si no hubiera Hidroituango, estaríamos en racionamiento. Así de importante era este proyecto. Si Hidroituango se hubiera caído, hubiera sido el peor desastre después de Chernobyl, hubiera puesto en riesgo más de 120.000 campesinos. Daniel sacó adelante Hidroituango pero como familia nos costó sangre y sudor, y aún hoy le cuesta a Daniel defender su libertad y su vida porque quienes causaron el desastre hoy todavía lo quieren ver eliminado.
Hablemos de Aguas Vivas, porque también está la imputación y todo eso. Usted da una visión en su libro, ¿pero no cree que este escándalo le cerró a la izquierda su llegada de nuevo al gobierno de Medellín, o sea, al poder?
No, yo creo que nosotros definitivamente sí fuimos un gobierno realmente progresista, un gobierno que defendía a la ciudadanía. Lo que pasa es que el problema de los dirigentes ahora es que se vuelven los voceros de grupos empresariales y de grupos que no corresponden a la ciudadanía. Claro que un gobernante tiene que velar para que a los empresarios les vaya bien, pero no son sus jefes. Y esa fue la diferencia en Medellín. Daniel no hizo de estos grupos económicos sus jefes, a lo que ellos no estaban acostumbrados porque hasta en grupos privados dicen que los alcaldes son sus mayordomos y ellos vienen siendo como los dueños de la finca y Daniel no aceptó esta regla, esta condición. Esa fue la razón por la cual utilizan todo su poder para venirse contra nosotros y una de esas cosas precisamente es cooptar la justicia. Por ejemplo, una fiscal que abrió muchísimos procesos en contra de la administración de Daniel Quintero termina posteriormente trabajando en el despacho de la alcaldía de Federico Gutiérrez. ¿Cómo confiamos nosotros en un sistema judicial que tiene puerta giratoria y que utiliza la justicia para eliminar opositores?
A usted la han visto muy activa con el libro, han dicho que tiene interés político, incluso algunos han dicho, si Daniel Quintero no se lanza, Diana Osorio sería la que aspire, ¿es así?
Bueno, es que el libro coincide precisamente con elecciones. Con toda esta campaña política. Yo el libro lo quería lanzar en abril, pero se muere mi perrita, que en el libro lo cuento, y eso me genera a mí una incapacidad -a los que se les han muerto los perritos saben que es un duelo absolutamente profundo-. Yo le dije a la Editorial Planeta que no era capaz de terminar de editar el libro, pospongámoslo. Y se termina en noviembre y coincidiendo con todo esto de Daniel. Fue algo no planeado. Yo en este momento no quisiera aspirar, pero no lo descarto a futuro y bueno que sea lo que Dios quiera y un sentir del corazón en algún momento.
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Pero, si Daniel Quintero no se puede lanzar ahora a la presidencia, ¿usted lo intentaría?
Pues yo no descarto nada en este momento. No creo que a la presidencia me lance, pero sí en un rol político más adelante. Antes, hace un año yo decía, ni loca, hoy digo, viendo las injusticias que han cometido en contra de mi esposo, yo no tendría ningún problema en salir a defender el honor y la honra de mi familia que ha sido tan perseguida, tan hostigada y que han hecho un daño reputacional tan fuerte contra nosotros sin ninguna prueba. O sea, es que hay pruebas contra miles de políticos que no han hostigado de la manera en que nos han hostigado a nosotros. Si uno mira a Aníbal Gaviria, Fajardo, Uribe, todos tienen investigaciones, pero la forma, el aparato criminal de hostigamiento y de asesinato reputacional que tienen contra nosotros, no lo tienen contra ningún otro. Pero hay gente, menos mal, que ya tiene sentido común y nos defiende. Entonces, en ese sentido, yo estoy dispuesta a defender a mi familia y a defender nuestra reputación y a mis hijas y todo para que este país salga adelante y este país en verdad lo represente en personas que les duela a sus ciudadanos y que no solamente se preocupan por unos sectores económicos, políticos o sociales. que tiene que haber gobernantes que se la metan toda a defender a la gente y que claro, que a todo el país le vaya bien para que a todos los ciudadanos les vaya bien.
Pero, es que hubo alianzas con sectores como Julián Bedoya…
Dicen de todo, pero la verdad es que alianzas políticas, nadie. Yo les digo como esposa, Daniel es una persona que escucha. Si tú le das un consejo a Daniel, él te escucha. Cualquier persona que llamara a Daniel lo escucha. Pero Daniel no tiene una persona en el mundo que lo llame a darle una orden. No hay nadie que diga Daniel, es que tenés que contratar a esa persona, tenés que nombrar a esa persona de secretario. Entonces, claro que Daniel gobernó con muchas personas, pero que sean sus jefes y que le obedezca a ellos y que para nada. Eso es otro mito, eso es otra parte del relato criminal que han creado para lograr y tratar de vender una deshumanización a nuestra familia.
Al final del libro habla de una segunda rendición, una segunda derrota, porque tuvieron que salir nuevamente de Medellín, ¿qué está pasando?
En el libro hablo con demasiados términos personales y de fe. Yo soy cristiana y me gusta hablar de cómo fortalecí mi fe y digamos que de alguna forma renací a través del proceso de Aleia y de los desiertos que viví. Y sí, tuvimos que salir de Medellín porque el hostigamiento era absurdo, es que a nosotros nos seguían, a nosotros nos interceptaban, a nosotros intentaron sacarnos las niñas del colegio, era un hostigamiento que ya se volvía muy difícil de digerir, entonces tomamos la decisión de regresar a Bogotá, nosotros vivimos, Daniel vivió en Bogotá, casi quince años.
Hablando de interceptaciones, usted en el libro menciona que supuestamente estuvieron infectados con Pegasus…
Es que pasaron cosas muy raras. En el caso de Daniel, él lo va a contar también en su libro. Había unos videos que él tenía sobre las protestas, el estallido social, donde mostraba cómo un lugar de la Policía estaba protegido con colchones. Todos sabemos que los colchones son inflamables, entonces, ¿por qué estaba protegido con colchones un lugar que estaba en peligro? Y él tomó videos de eso, tomó videos de quienes estaban a cargo de ese lugar. Y no solamente eso, sino varios archivos, varias fotos de Daniel desaparecieron. Y en ese momento sabemos que Pegasus estaba operando. Por eso les digo, no ha habido una alcaldía, un gobierno más perseguido que el de nosotros. Si nosotros hubiéramos hecho algo, mejor dicho, ellos estarían felices cobrándolo y Daniel seguramente no estaría. Entonces, no solamente fue Pegasus, sino que a donde íbamos sabíamos que nos perseguían, que nos interceptaban, que estábamos totalmente vigilados y también por eso la indicación de Daniel a todo su equipo y él mismo era hacer un gobierno transparente, un gobierno que fuera para la gente y que no tuviera absolutamente ninguna preocupación para el futuro.
Diana Osorio, exgestora social de Medellín. Foto:
JUAN SEBASTIÁN LOMBO DELGADO
Redacción política

