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El Galaxy S25 y el Galaxy S25 FE comparten apellido, pero en la experiencia real representan dos visiones diferentes de lo que significa un “teléfono Samsung moderno”. El S25 es el heredero directo de la gama alta compacta: pequeño, muy bien construido y con un nivel de potencia que se siente inmediato en todo lo que hace.
El FE, en cambio, asume que no todos necesitan un procesador de élite y apuesta por algo más práctico: pantalla grande, batería más generosa y un precio considerablemente más amable.
Al sostenerlos, la diferencia se hace evidente. El S25 es uno de los pocos teléfonos premium que todavía caben perfecto en la mano, con materiales que transmiten esa sensación de dispositivo de categoría y un diseño que busca ser discreto pero elegante.
El S25 FE es bastante más grande y se nota pensado para quienes consumen mucho contenido, escriben con frecuencia en el celular o simplemente prefieren un panel amplio para todo.
En el día a día, la potencia del S25 marca distancia. Su procesador de última generación y sus 12 GB de RAM permiten abrir, cambiar o ejecutar aplicaciones pesadas sin titubeos, incluso cuando se combinan juegos, cámara, edición y funciones de inteligencia artificial.
El FE funciona muy bien para la mayoría de usuarios —redes, mensajería, video, navegación—, pero no tiene el margen de fuerza del S25 cuando se le exige al máximo. Es un equipo rápido, sí, pero no está pensado para cargas sostenidas de alto rendimiento.
La batería es un punto donde el FE toma la ventaja. Su tamaño permite incorporar una celda más grande que resiste con solvencia una jornada larga de uso. El S25 cumple, pero no tiene la misma holgura cuando se mezcla grabación, brillo alto y multitarea intensa.
Las cámaras también muestran filosofías distintas: el S25 ofrece resultados más consistentes en situaciones complicadas de luz, colores más naturales y un procesamiento más fino, mientras que el FE cumple muy bien para redes sociales y fotografía cotidiana, aunque sin la misma precisión en escenas nocturnas o de movimiento.
Dicho eso, no se puede hablar de un “ganador absoluto”. El Galaxy S25 es el teléfono para quien quiere lo mejor: tamaño cómodo, potencia clara, construcción premium y una cámara más confiable. El Galaxy S25 FE es el teléfono para quien prefiere una pantalla grande, una batería de larga duración y un precio más accesible, sin renunciar a la experiencia Samsung ni al diseño moderno.
Al final, no compiten entre sí: cada uno entiende a un usuario distinto, y esa es exactamente la razón por la que ambos existen.

