el drama de la marchista olímpica colombiana que lucha por su vida


Esnéider Parra salió muy temprano de su casa de Chía a coordinar el entrenamiento con los atletas que tiene a su cargo en ese municipio. Yesenia Carrillo, con quien vive hace cuatro años y comenzó una relación hace 14, vio la oportunidad de salir a trotar. La experimentada marchista, representante colombiana en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, se cambió, calzó los tenis y se fue a hacer deporte.

Llegó a La Floresta, un sitio en Chía donde generalmente se citan a los atletas para sus prácticas, y le dijo a su esposo que iba a trotar. 

Tuvo que reanimarla

Esnéider, ese día, solo contaba con dos deportistas, a quienes les siguió tomando tiempos en un lugar fijo, pero decidió irse detrás de Yeseida, pues el trabajo no estaba tan duro.

Tremenda sorpresa se llevó cuando se encontró con varias personas que estaban en el piso tratando de ayudar a una deportista. Esnéider llegó al sitio y vio que en el suelo estaba Yeseida, quien había perdido el conocimiento.

Le tomó el pulso y estaba bajo. Segundos después se dio cuenta de que sus labios estaban de color gris. Volvió a tomarle el pulso y ya no tenía. No dudó un momento y comenzó a realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar. No había que perder tiempo. Yeseida se le iba tan rápido como cuando ella afrontaba el remate en las pruebas de 20 kilómetros de la marcha, su especialidad.

Las personas que estaban con él, llamaron a la ambulancia y mientras llegaba, Parra hacía todo lo posible porque la atleta volviera a la vida y fue efectivo. Volvió a tener pulso, la subieron a la ambulancia y la llevaron a la Clínica Chía, donde los médicos que la recibieron le realizaron dos desfibrilaciones. 

La angustia del entrenador y esposo de la deportista fue tremenda. No podía creer que estuviera en esa situación, pero era una prueba más, quizás más difícil que esos 20 km en Río. Sabía que su compañera no estaba bien de salud y que peligraba su vida.

El pronóstico no es el mejor, no es nada favorable. Tiene un daño cerebral severo

Le volvió el alma al cuerpo cuando le informaron que el corazón volvió a latir, pero pasó mucho tiempo.

“Fueron como unos 20 minutos y durante ese período no le llegó oxígeno al cerebro”, recordó Esneider, quien relató los duros momentos que vivió ese 8 de abril del 2024.

Los médicos decidieron remitirla a un centro especializado y fue llevada a la clínica Cafam de Santa Bárbara, en la calle 127 de Bogotá. Entró a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y el calvario continuó.

“Nos dijeron que había sufrido una cardiopatía por arritmia, lo que le ocasionó la muerte súbita. El pronóstico no es el mejor, no es nada favorable. Tiene un daño cerebral severo. Al principio estuvo en coma y nos dijeron que así podía quedar, no había nada que hacer. Ha presentado avances, ya tiene apertura ocular, respira sola. Le hicieron traqueostomía (forma de vía respiratoria para las personas que tienen dificultad para respirar por sí solas) y gastrostomía (alimentación por sonda)”, contó Parra.

Si bien hace dos semanas le dieron salida, no la ha podido hacer efectiva, pues ha presentado varias infecciones. Esnéider Parra advierte que la idea es llevársela para la casa de Chía, pero por el momento no se puede porque los médicos no autorizan hasta que esté completamente estabilizada, sin fiebre.

La evolución no ha sido mucha. Yeseida está en cama, sus familiares le hablan y ellos advierten que a veces los entiende, aunque su esposo dice que esos movimientos son causados por las mismas convulsiones que presenta y no porque sean estímulos producidos directamente por ella. 

“El cerebro es muy sensible a la falta de oxígeno, a la hipoxia. Y ya pasados dos o tres minutos sin oxigenación adecuada, el tejido se lesiona y eso es irreversible en general. La recuperación cerebral es prácticamente nula y requiere de unos manejos quirúrgicos extras para ayudar al cuidado diario de la paciente. Ella requiere estar en una unidad de cuidado crónico con traqueostomía y gastrostomía. Está postrada en cama y necesita el cuidado de una persona que no se puede valer por sí misma”, preció el médico Mauricio Quiroga.

Proceso antiguo

 No era la primera vez que Carrillo presentaba esos episodios. Hace cinco años, a Yeseida le dio un síncope en uno de sus entrenamientos, cuando todavía era una atleta activa. Los exámenes no arrojaron resultados preocupantes y le informaron que había sido una baja de azúcar.

Un año después era la gran favorita para ganar el Campeonato Nacional de Marcha de Bogotá, en el que se jugaba un cupo para el Suramericano de Lima, Perú, del 7 al 8 de marzo de ese año. Iba en el lote de punta y cuando giraba en la quinta vuelta se desplomó, cayó de cara, no reaccionó y la trasladaron al hospital para descartar un infarto.

“Me llevaron al Hospital Simón Bolívar, donde me hicieron varios exámenes y me dieron de alta el domingo (al día siguiente), pero debo seguir en observación, porque ya me había pasado antes en entrenamientos”, le dijo Yesiedia esa vez a www.runningcolombia.com

La atleta se sometió a análisis exhaustivos y tuvo que dejar de lado al deporte. Cuenta su esposo que los exámenes se los hizo de forma particular, pues no tenía seguro médico. Le hicieron una biopsia de corazón, un holter, un ecocardiograma.

La prueba de la mesa vasculante (en la que se investiga la causa de los síncopes) dio positivo, porque se desmayó. El dictamen fue un síncope vasovagal, un serio inconveniente en el que la sangre llega en menos cantidad al cerebro porque la frecuencia cardíaca es lenta y los vasos sanguíneos están dilatados, lo que provoca el desmayo.

“Tuvimos que hacer un cambio estricto. La alimentación fue otra, le tocó usar medias de compresión, realizar ejercicios especializados antes y después de los entrenamientos, pero el proceso a los Olímpicos de Tokio sufrió variaciones. Tempo después se retiró del deporte, pero no volvió a tener esos síncopes hasta el que sufrió el abril pasado. 

Sus comienzos

Diego Díaz la conoce muy bien. El entrenador de atletismo de Chía recuerda que en el 2009, Yeseida llegó con un grupo de estudiantes del colegio Diosa Chía con el fin de hacer trabajo comunitario y cumplir las horas de servicio social. Varios de sus compañeros eran atletas del equipo de Chía y Díaz ya tenía conocimiento de que la deportista tenía condiciones para ser atleta.

“Mientras hacía sus horas, pues yo la ponía a practicar. Hizo fondo, medio fondo, lanzamiento de jabalina, salto largo. Un día decidió dejar del servicio social y se dedicó a entrenar. Tiempo después me comentó que las carreras no eran lo suyo y cambió a la marcha”, contó el DT.

Ha sido un impacto duro. No lo puedo aceptar. Es injusta la vida con Yeseida

En ese grupo estaba Sandra Galvis, hoy la esposa de Díaz, quien invitó a Yeseida a practicar la marcha. Aprendió rápido, asimiló de una manera especial la técnica y al mes fue campeona departamental. Asistió a un torneo nacional en Medellín y se colgó la medalla de plata.

“Su talla, las piernas largas, su delgado cuerpo eran características que le ayudaban a que se le facilitara hacer marcha. Tenía, además, una mentalidad ganadora. Siempre quería superarse, ser medallista”, recuerda Diego Díaz.

Para el técnico no ha sido fácil asimilar el drama de su alumna. No le cabe en la cabeza que esté pasando por esa situación, pues recuerda cuando fue campeona nacional Sub-23 y suramericana, siendo todavía una deportista juvenil.

“Ha sido un impacto duro. No lo puedo aceptar. Ellos son seres muy cercanos. Es injusta la vida con Yeseida. Cerró su ciclo de alto rendimiento, había terminado su especialización en actividad física, hacía una maestría en educación física en la Universidad Pedagógica y había ingresado a la planta docente de la Universidad Militar. Es de no creer”, contó Díaz.

Sandra la conoce bien, muy bien. Fue la que la llevó a la marcha, le dio las primeras indicaciones de la técnica. Era su rival, la persona con la que entrenaba. Infinidad de veces hicieron parte de los seleccionados locales, departamentales y nacionales, pero la vida es así.

“El mejor recuerdo que tengo de ella fue cuando ganamos la medalla de bronce en el Mundial por equipos de Roma en el 2016. Eso fue previo a los Olímpicos de Río, en el equipo estábamos con Sandra Lorena Arenas y Arabelly Orjuela”, comentó Galvis, quien recordó que Díaz era el técnico esa vez.

Y agregó: “Es una situación muy fuerte. Es una persona muy joven. Mucho tiempo en el deporte. Muy activa y lo que pasó es algo que sorprende mucho y nos duele. Fueron muchos años viviendo muchas experiencias juntas y la situación no es para nada fácil. Conozco bien a la familia, pero tengo fe de que se va a recuperar”.

Isaíd, la mamá de Yeseida, ha sacado fuerzas de donde no tiene. Le ha tocado vivir dos episodios muy tristes en el último año, pues en el 2023 perdió a uno de sus hijos, Samuel, quien murió. No se había parado de ese duro golpe, cuando pasó lo de Yeseida.

Lo que pedimos es que esté en las mejores condiciones, que tenga una cama ideal para estos casos, un colchón anti escaras, pañales y una sonda. Son bastantes cosas que vienen

El apoyo de Esnéider son Diego, Sandra, Isaíd, Álvaro y Raúl, los otros dos hermanos de Yeseida carrillo, quien sigue luchando por su vida. Había nacido el 22 de octubre de 1993 y siempre se caracterizó por ser una persona que le ayudaba a los demás. Llegaba a los entrenamientos de los más pequeños en Chía y sacaba de su bolso los geles que le daban en el alto rendimiento y los repartía.

Llegaba a los entrenamientos de los más pequeños en Chía y sacaba de su bolso los geles que le daban en el alto rendimiento y los repartía.

“Nos van a dar la cita con el electrofisiólogo a ver si le ponen un marcapasos, por si llegara entrar en paro. Lo que pedimos es que esté en las mejores condiciones, que tenga una cama ideal para estos casos, un colchón anti escaras, pañales y una sonda. Son bastantes cosas que vienen. Necesitamos las cremas, los medicamentos, paños para el cuerpo. Hemos ido adelantando algo en el tema del oxígeno”, cuenta Parra.

“No sabemos lo que nos van a dar y qué no. Estamos hablando con Sanitas, que es la EPS, a ver qué proceso viene. Sabemos que nos darán una enfermera para que nos capacite, pero luego nos toca a nosotros solos atenderla. Yeseida necesita enfermeras las 24 horas y sesiones de terapia física, ocupacional, tratamiento de fonoaudiología y todo en la casa”, contó.

Esnéider Parra dice que les tocará acomodase. Sacarle tiempo su trabajo como entrenador de atletismo en Chía, al que se dedica con un contrato de prestación de servicios, y la atención para su esposa, quien no alcanzó a firmar el contrato con el Comité Olímpico Colombiano (COC).

“Me toca estar al frente de su recuperación, pero al mismo tiempo hay que cumplir con el trabajo. Es incierto lo que pasará. Lo que me dicen es que hasta dentro de un año, más o menos, no se puede decir cuáles serán las secuelas de la lesión. Tiene solo 30 años y la vida nos ha puesto esta dura prueba, de la que estamos dispuestos a salir adelante”, sentenció Esnéider, quien no deja de asegurar que por ella hará hasta lo imposible, por mantenerla con vida.

Lisandro Rengifo
Redactor de EL TIEMPO
@lisandroabel



Fuente