Un proyecto inclusivo en el punto más exclusivo de Bogotá”. Esa es la filosofía con la cual el arquitecto Alejandro Rogelis describe el Centro Felicidad de Chapinero, una gigantesca obra que le cambiará el semblante al norte de la capital y que será inaugurada el próximo jueves 17 de octubre.
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Ese día, los diez pisos del edificio, ubicado sobre la carrera 11 con calle 82, serán presentados al público por el alcalde mayor Carlos Fernando Galán y el secretario de Cultura, Recreación y Deporte, Santiago Trujillo.
Un día después, los habitantes y visitantes de esta zona vibrante, justo en diagonal al centro comercial Andino, podrán ejercitarse, aprender, divertirse y admirar los más de 10.000 metros cuadrados de construcción, coronados con una piscina semiolímpica y una terraza a más de 40 metros de altura, para conectarse con la calle y con el cielo.
El Centro Felicidad de Chapinero refleja el trabajo transversal de tres alcaldías (las de Enrique Peñalosa, Claudia López y el propio Galán), durante seis años y con una inversión superior a los 105.000 millones de pesos. Consta de un teatro al aire libre, salas de exposición y formación artística, aulas múltiples de diferentes capacidades, un polideportivo con piso de madera, gimnasio dotado de máquinas para la actividad física, biblioteca pública, cafés, espacios abiertos, laboratorio multimedia y muchos otros servicios que se irán habilitando de manera gradual.
Pero más que eso: aspira a convertirse en otro ícono de Bogotá, que despierte su orgullo y abandere la filosofía de inclusión social que lo inspiró. “Este centro tiene que ser una plataforma comunitaria, colectiva, tiene que tener un protagonismo de la sociedad civil”, dijo Luis Armando Soto, gerente del Centro Felicidad de Chapinero, durante un recorrido para líderes de opinión realizado hace pocas semanas.
Según el arquitecto Rogelis, quien diseñó y ejecutó la obra, la metáfora que dio origen a su diseño fue la del ágora de los griegos, el sitio en el cual se congregaba esa comunidad para actividades artísticas, sociales y políticas.
En la práctica, se trata de cinco ágoras en una. La primera y más importante es justamente un teatro abierto, en el primer piso, erigido con gradas circundantes y palcos laterales, que permite espectáculos musicales, teatrales, conferencias y proyección de películas, con capacidad para unas 600 personas.
Sus paredes de concreto de color ocre rinden tributo a la piedra bogotana y evocan construcciones como las bibliotecas Virgilio Barco y Julio Mario Santo Domingo, pero su vocación es más popular, como la del auditorio de la Media Torta.
Detrás del escenario hay aulas de pintura con caballetes, sala de danza y una de música, en la cual harán sus ensayos algunas agrupaciones de la Filarmónica de Bogotá. Además, una biblioteca para niños, con sillas de su talla y textos pedagógicos.
Al subir las escaleras (o los ascensores, en el caso de la población con problemas de movilidad), se llega al polideportivo, que permite la práctica de baloncesto, voleibol, microfútbol e incluso charlas sobre temas deportivos, ya que se garantizó la acústica del espacio cerrado y se pueden habilitar unas 200 sillas.
Más arriba, el tercer espacio permite la circulación del aire de norte a sur, en un área abierta para hacer aeróbicos, clases de yoga o incluso de danza, mientras en el costado sur hay más de 30 máquinas escaladoras, caminadoras, elípticas, de pesas y todo lo que caracteriza a un gimnasio (este sí cerrado).
Encima de este piso hay una sala infantil, bebeteca y sala de lactancia, justo frente a un café abierto. De hecho, por todo el edificio, definido como un ‘parque vertical’, se dispusieron áreas comunes para descansar, tomar el sol o compartir una bebida, ya que habrá locales para restaurantes, cafeterías y una biblioteca pública del sistema BibloRed, con su propia agenda de eventos.
La penúltima ágora es un oasis de tranquilidad, con aislamiento sonoro y revestimiento de vidrio para mantener una temperatura adecuada: es la piscina de 25 metros de largo, climatizada y bordeada de ventanales. Y encima de ella, otras dos piscinas de menor profundidad están dispuestas para niños, personas de la tercera edad o quienes simplemente quieran reposar dentro del agua.
En virtud de la altura (es el octavo piso), los nadadores podrán avistar los cerros orientales: es como un inmenso cubo de agua flotando en el cielo.
Y si del cielo se trata, el último piso es una terraza a casi 50 metros del suelo, rodeada de árboles y especies nativas de la Sabana de Bogotá, desde donde se ve el parque de la calle 80, la alameda de la carrera 11, que viene a ser como un camino verde que se prolonga hacia el norte, y las luces de la ciudad al atardecer.
Hay mucho de poesía en esta megaobra, pero más que una fantasía, lo que inspiró este, uno de los siete Centros Felicidad de Bogotá, es el ejercicio de la ciudadanía, “la democratización de las alturas de la ciudad”, en palabras de sus diseñadores.
Por ello, se han programado diversas actividades, desde la Feria del Millón, a finales de octubre, hasta la celebración del Halloween, una noche de Filosofía, desfiles de moda o una jornada de emprendimientos creativos, antes del final de año.
Todos los servicios estarán abiertos al público en general, sin distinción de clases ni orígenes, algunos de ellos previa inscripción en el sitio web Culturarecreacionydeporte.gov.co.
REDACCIÓN BOGOTÁ