Germán Umaña: cuales son los retos del nuevo ministro de comercio – Sectores – Economía


Germán Umaña, uno de los ministros del nuevo gobierno, está comenzando a sacar adelante una agenda tan nutrida como el nombre de su cartera: Comercio, Industria y Turismo. En esta conversación, el nuevo ministro explica varios aspectos de esas tareas, entre las que se destacan la idea de revisar acuerdos comerciales y recuperar el voluminoso comercio que se tuvo en el pasado con Venezuela.

Umaña explica los puntos en los que puede haber condiciones desiguales en los tratados comerciales y los posibles caminos para tratar de corregir esas situaciones en las que no se puede competir de igual a igual con los productores de los países socios de Colombia.

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También se refiere al turismo y a cómo mantener el impulso de esas actividades, luego de que el proyecto de reforma tributaria contempla quitar los incentivos que existen en materia de impuestos.

En campaña se planteó buscar cambios en el TLC con Estados Unidos. ¿Cuál es el camino hacia allá?

Estamos evaluando los resultados de la internacionalización en Colombia. Hay que mirarlo desde hace 30 años. Desde la apertura en los 90; después viene la necesidad de ciertos países de proponer negociaciones bilaterales. Se inició esa metodología de negociación como una Organización Mundial del Comercio Plus, en la que hay por lo menos tres acuerdos gruesos: el primero que firmó Colombia fue lo que llamaban el G3, que después fue el G2, con México. Luego, con Estados Unidos, y después, el acuerdo de asociación con la Unión Europea.

Nos la estamos jugando a perfeccionar y cumplir los acuerdos de paz. Un sueño que puede ser realidad a pesar de lo que pasó en los últimos cuatro años

¿A dónde llegaría esa evaluación?

El resultado es asimétrico porque con subsidios, ayudas internas y otras medidas de efecto equivalente que quedaron vivas y aplican México, la Unión Europea y Estados Unidos, queda un desequilibrio. Si uno tiene subsidios y el otro no, no hay competitividad en precios. Importamos millones de toneladas de alimentos, lo que no es malo ni bueno, pero lo que no nos pueden decir es que no somos competitivos porque resulta que no es problema de competitividad, sino de subsidios.

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Una vez se calibren esos desequilibrios, ¿cuál es el camino por seguir?

Hay que analizar qué vamos a hacer. ¿Poner aranceles?, no es cierto. Eso se va a ir para la inflación. Estamos analizando muy seriamente cómo recuperar un mínimo de soberanía alimentaria; cómo aplicar las normas del comercio internacional y sus límites para poder poner en condiciones equivalentes al sector agropecuario. Para hacer un equilibrio entre importaciones y necesidades de producción nacional en condiciones de competencia.

Y eso tiene dos componentes, unas medidas de orden interno, en asesorías, asistencia técnica, semillas… y una charla sobre cómo hacemos para equilibrar la injusticia, con la Unión Europea, con Estados Unidos y aun con México, aunque no es tan dramático.

Aparte del agro, ¿en qué más hay desequilibrios?

En servicios, pues se liberan solo los que son producto de la cuarta revolución industrial, de transporte. ¿Y por qué no hay una liberalización de los servicios profesionales y empresariales? Deberían estar liberalizados porque esa es nuestra oferta. ¿Por qué los derechos fundamentales a la educación y la salud han quedado en esos acuerdos como mercancías y no como derechos fundamentales?

Todo lo que tiene que ver con los tribunales de arbitramento, como el Centro Internacional de Solución de Controversias. No puede ser que estemos a punto de condenas porque negamos la licencia ambiental. Dieron primero la licencia minera para explotar Santurbán. En esos acuerdos es posible poner por encima de los derechos ambientales la explotación del carbón.

Que no le vayan a decir a uno proteccionista. Que no le vayan a decir a uno que está contra el libre mercado. Al contrario, lo que estoy diciendo es que hay fallas de mercados derivadas de esos acuerdos.

¿La evaluación que hacen cómo afecta a nuevos acuerdos?

Se estaba negociando con Emiratos Árabes Unidos y, fuera lo que fuera, lo iban a cerrar. Pero a pesar de que Colombia, pero sobre todo el presidente Duque, a que estimo mucho y respeto mucho, quería firmar ese acuerdo, los de Emiratos no quisieron firmarlo. Era un acuerdo imperfecto, con problemas sobre todo en el origen. Tendremos que mirar cómo está el acuerdo, hasta dónde avanzaron, y ver si vale la pena, para ellos y para nosotros, continuar con esa negociación.

Como dijo el presidente Duque en su momento –aunque lo negó con lo de Emiratos Árabes, no sé por qué–, no se van a firmar más tratados de libre comercio hasta tanto se haga esa evaluación.

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¿Qué viene para el turismo?

Nos la estamos jugando a perfeccionar y cumplir los acuerdos de paz. Un sueño que puede ser realidad a pesar de lo que pasó en los últimos cuatro años. Y esos acuerdos de paz son fundamentales en las zonas más olvidadas pero más promisorias del país. En el Amazonas, en el Guaviare, en el Vichada, todo está atado a la posibilidad de que esos acuerdos de paz estén apoyados por inversión, por sustitución de cultivos, por el desarrollo de la infraestructura, y poder combatir el tema del narcotráfico.

Un kilómetro que recuperemos de las vías o 100 kilómetros cuadrados de sustitución de cultivos son mil kilómetros cuadrados de territorios para el turismo sostenible para las comunidades indígenas, para las negritudes, para los campesinos. Para convertir al turismo, poco a poco, en la sustitución de muchas de las divisas que se generan por la parte extractiva.

¿Cómo influye el final de incentivos tributarios para ciertas actividades turísticas?

Mire, posiblemente habrá cosas que mejorar, pero no es la hotelería lo importante. Lo importante es que la progresividad de la reforma tributaria va a contribuir a eliminar las exenciones en muchos sectores que son las que no están permitiendo que la desigualdad disminuya. La reforma tributaria es para poder responder a las necesidades sociales, de infraestructura, de seguridad en las zonas de conflicto.

Todos los recursos del ministerio, que no son grandes recursos, pero son importantes por sus efectos multiplicadores, van a dedicarse en el tema del turismo a grandes proyectos en las zonas de paz y en las zonas con más dificultades. El ministerio va a promocionar, va a desarrollar, va a hacer políticas claras, pero no para hacer grandes hoteles ni para dar exenciones, sino para el desarrollo de turismo sostenible.

¿Qué expectativa tiene frente al comercio con Venezuela, que llegó a ser de 8.000 millones de dólares?

Claro, tuvimos un comercio de 8.000 millones de dólares. En el 2020, el comercio legal cayó a 220 millones. El comercio legal este año (si no se abre la frontera, que se va a abrir) va para 650 millones de dólares. Abierta la frontera, vamos a reemplazar el comercio ilegal por el legal. Sin ningún problema podemos decir que este año con Venezuela tendremos mínimo 800 millones de dólares en el comercio bilateral, eso sigue siendo el 10 por ciento de la mejor época, pero no se le olvide que el producto interno bruto venezolano cayó entre el 2015 y el 2020 en cerca del 75 por ciento.

En el 2021 se recuperó ese producto interno bruto, y este año van a tener crecimiento de un 20 por ciento. En la medida en que se recupere la demanda en Venezuela y demandemos también productos venezolanos para equilibrar la balanza comercial, va a crecer el comercio y pensamos, por los análisis que hemos hecho, que estamos hablando para el año 2023 de cerca de 2.000 millones de dólares y al final del gobierno de nuestro presidente Petro vamos a llegar a niveles de 4.500 millones de dólares, el 60 por ciento de lo que fue la mejor época, pero realmente hay que ser claros que esto depende de la recuperación y el equilibrio de la economía.

Y en este momento, ¿cómo son los mecanismos de pagos para exportadores?

En los mecanismos de pago no existe ninguna influencia del gobierno, del Banco Central, porque existen sanciones al Banco Central. Lo que hay es una oferta y demanda en dólares a través de las mesas de cambio y allí se fija la tasa de cambio día. El 75 por ciento de esos dólares van al mercado interno, porque la economía venezolana tiene un alto grado de dolarización, pero el 25 por ciento es el pago de exportación. Desde el punto de vista de control cambiario ya no existe, y hay mecanismos para pago, sobre todo los de los bancos, en las mesas de dinero que mandan a sus bancos hermanos.

Se vende por anticipado habitualmente, y no existe ningún riesgo. Por supuesto, entidades como la Cámara Colombo Venezolana hacen debida diligencia. Ahorita, lo que se compra y lo que se vende es fluido.

MAURICIO GALINDO
EDITOR DE ECONOMÍA


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