La escena es un ritual urbano: llegar a la puerta con prisa, las manos ocupadas y emprender la búsqueda arqueológica de las llaves en el fondo del bolso. Durante décadas, el metal tallado fue la única barrera entre la calle y la intimidad del hogar. Sin embargo, la madurez de la domótica en Colombia está empujando una transición inevitable: que la llave sea un código, una huella dactilar o el mismo teléfono.
Las nuevas puertas inteligentes están dejando atrás las cerraduras con llave. Foto:iStock
En el mercado de las cerraduras inteligentes existen dos enfoques distintos. El primero es el llamado sistema retrofit, presente en marcas como Yale en algunos de sus modelos: significa que la cerradura tradicional de la puerta no se cambia, sino que se complementa con un motor y un módulo electrónico instalados en la parte interior. En la práctica, la puerta sigue teniendo su cerradura y su llave de siempre, pero ahora esa llave puede girarse de forma automática desde una aplicación o mediante un código, como si una mano invisible la moviera desde adentro.
El segundo enfoque es el de las cerraduras digitales de reemplazo total, donde se retira por completo la chapa convencional y se instala un nuevo sistema que integra teclado, lector de huella, tarjetas y electrónica propia. En este caso, la puerta deja de depender principalmente de una llave mecánica y pasa a funcionar como un dispositivo electrónico con respaldo físico. La diferencia no está en cuál es “mejor”, sino en la experiencia: el retrofit mantiene la lógica clásica de la cerradura, mientras que el reemplazo total transforma la puerta en un sistema digital desde cero. Son dos formas distintas de llegar al mismo objetivo: controlar el acceso al hogar.
Hay dos tipos de cerraduras inteligentes. Foto:iStock
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Pero dar el salto de lo analógico a lo digital en la entrada principal despierta una ansiedad justificada. Consultamos con voceros técnicos del sector para desglosar los tres pilares críticos que todo usuario debe entender antes de comprar: la autonomía energética, la ciberseguridad y la compatibilidad estructural.
¿Qué pasa si se va la luz?
El mito más extendido es que un corte de energía deja la casa desprotegida o al usuario en la calle. La realidad técnica es que estas cerraduras operan como “islas”: no dependen de la red eléctrica del hogar, sino de baterías internas (pilas AA o de litio).
Sin embargo, las baterías se agotan. Para evitar sorpresas, la industria ha estandarizado protocolos de advertencia escalonados. Según explican técnicos de VTA+, una cerradura moderna no se apaga de golpe; emite hasta tres señales de auxilio previas: una barra de estado visual en la aplicación, alertas de voz directas (“batería baja”) y, como medida física, una respuesta intencionalmente más lenta en el lector de huellas y la apertura remota para forzar la atención del usuario. Del mismo modo, los dispositivos de Ezviz están programados para notificar con anticipación antes de llegar a un punto crítico.
El ‘plan B’ y el ‘plan C’: si el usuario ignora todas las alertas, la ingeniería ofrece un respaldo de emergencia. La mayoría de los paneles exteriores ocultan un puerto de carga (usualmente USB-C o micro-USB). Basta con conectar una batería externa (power bank) durante unos 10 segundos para reactivar el sistema digital y permitir el ingreso. Y si la electrónica fallara por completo (o en caso de incendio), la normativa y los fabricantes mantienen siempre una bocallave oculta para usar una llave mecánica tradicional.
Las puertas inteligentes funcionan con baterías. Foto:iStock
Seguridad: del ‘antimirones’ a su robustez
En el mundo digital, el temor ya no es la ganzúa, sino el hacker. Los fabricantes han respondido con sistemas cerrados y encriptados. Una función destacada en el mercado actual es la tecnología “anti-mirones”.
Como detallan desde VTA+, esta característica permite al usuario digitar su clave real camuflada entre una serie de números aleatorios. Así, si alguien está observando por encima del hombro o hay cámaras cerca, será imposible distinguir cuál es el código verdadero dentro de la secuencia.
Además, la robustez física se ha reforzado. Se utilizan materiales como el ABS reforzado y aleaciones metálicas para resistir intentos de vandalismo. Si el sistema detecta un ataque físico, la cerradura se bloquea automáticamente, activa una alarma interna y envía una notificación al celular del propietario.
¿Y si se cae Amazon, Azure u otro proveedor? Otro temor frecuente es la dependencia de servidores externos. Los expertos aclaran que la operación biométrica (huella, código, tarjeta) es local. Si hay un apagón masivo de servicios en la nube como AWS o Azure, usted podrá seguir entrando a su casa. Lo único que se pierde temporalmente es la capacidad de gestionar accesos a distancia desde la aplicación, pero la seguridad in situ no se compromete.
Si hay un apagón masivo en servicios de la nube, se puede seguir usando una puerta inteligente. Foto:Suministrada
Conectividad: el dilema entre Alexa o escoger
el aislamiento total
Aquí las marcas divergen, ofreciendo opciones para distintos perfiles de usuario.
En el ‘perfil integrador’, marcas como Ezviz apuestan por el ecosistema abierto. Sus cerraduras se integran con asistentes como Alexa y Google Home, permitiendo gestionar accesos por voz y vincularse con cámaras de videovigilancia en una misma app. Es ideal para quienes buscan automatizar rutinas.
En el ‘perfil restrictivo’, en la orilla opuesta, firmas como VTA+ han decidido que sus cerraduras no sean compatibles con asistentes de voz. Su argumento es priorizar protocolos internos cerrados para eliminar cualquier vector de ataque externo, ofreciendo una seguridad más conservadora.
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La instalación y el reto de la puerta blindada
Finalmente, el hardware. Aunque muchos modelos prometen una instalación “hazlo tú mismo” con plantillas y guías claras, la realidad es que una buena parte de las puertas colombianas suele requerir un ojo experto.
Un punto crítico son las puertas de seguridad o blindadas. Debido a que estas puertas tienen mecanismos de cierre multipunto y grosores variables, no todas las cerraduras inteligentes son compatibles. Por ejemplo, VTA+ advierte que no ofrecen soporte para puertas blindadas de terceros debido a las especificaciones únicas de cada fabricante, y Ezviz aconseja verificar medidas y mecanismos previamente para asegurar el ajuste.
¿Valen realmente la pena?
Entonces, ¿una cerradura inteligente es más segura que una tradicional? La respuesta corta es incómoda: no necesariamente.
Lo que sí ofrece –cuando está bien instalada y correctamente configurada– es más control, más trazabilidad y más comodidad: saber quién entra y sale, crear accesos temporales, evitar copias no autorizadas de llaves, recibir alertas en el celular cada vez que la puerta se abre o si el sistema detecta un intento de forzamiento, y reducir errores humanos tan comunes como olvidar cerrar.
Pero esa comodidad exige una nueva responsabilidad. Quien digitaliza su puerta debe entender el funcionamiento del sistema, atender las alertas de batería, proteger sus credenciales y asumir que la seguridad ya no depende solo del metal, sino también de la gestión que haga del dispositivo.
En ese sentido, las cerraduras inteligentes no eliminan el riesgo: lo transforman. Y como toda tecnología que entra al hogar, no son una decisión automática, sino informada. No se trata de abandonar la llave por moda, sino de saber exactamente qué se gana –y qué se debe cuidar– cuando la puerta deja de ser solo mecánica.
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