¿La ‘paz total’ o la paz posible? Análisis de Hernando Corral – Proceso de Paz – Política

No es una utopía, ni tampoco una quimera, pensar en la posibilidad de que el presidente Gustavo Petro logre hacer realidad su propuesta de una ‘paz total’ en nuestro país, o por lo menos reduzca todas estas expresiones de violencia a sus “justas proporciones”, como diría un ilustre expresidente de Colombia.

Para que esto sea posible, nuestro primer mandatario no puede desdeñar las lecciones aprendidas de los anteriores procesos de paz.

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Primero

El país necesita un transparente proceso pedagógico en contra de todo tipo de violencia, que debe comenzar con una profunda autocrítica por parte de los responsables de las violencias, que incluye a todos los grupos guerrilleros que participaron o siguen participando en la confrontación armada y a los partidos políticos de izquierda que los apoyaron.

Tal proceso autocrítico, lógicamente, también debe incluir a los que participaron o participan en los grupos narcoparamilitares y de los partidos o sectores políticos que los promovieron, a los sectores de las Fuerzas Militares y de Policía que fueron cómplices o partícipes de estas violencias y a los partidos políticos tradicionales y gobiernos que por acción o por omisión cohonestaron con todas sus tropelías.

Segundo

No puede haber una reconciliación profunda y sincera si quienes participaron en una u otra forma en la larga, infructuosa y destructiva violencia no llevan a cabo un proceso de catarsis, cuentan la verdad, pidan franco y sincero perdón a sus víctimas y reconozcan el daño real causado a la sociedad colombiana.

Como se ha podido evidenciar a través de las investigaciones de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), los niveles de violencia, de degradación y de crueldad por parte de los combatientes y sus comandantes, tanto de izquierda como de derecha, llegaron a niveles impensables y confundieron en forma inexplicable los fines con los medios. Si no fuera por la JEP, la impunidad y la complicidad entre los victimarios hubieran quedado en el silencio y el olvido, verdad que algunos han asumido a última hora ante sus jueces, por el miedo de ser condenados a largos años de prisión y no por convicción de la necesidad de que se conozca la verdad, salvo contadas excepciones.

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Tercero

Para nadie es un secreto el profundo daño y la degradación de nuestros valores, por la presencia de los ingentes dineros que produce la cocaína y que son legalizados desde hace más de 50 años por importantes sectores de la economía del país y que han servido de caldo de cultivo para todo tipo de violencia, sea esta paramilitar, guerrillera o simples grupos delincuenciales, que se resisten a desaparecer, o que incluso se han fortalecido, en especial en valiosas regiones de nuestro país.

Cuarto

Ningún bien le han hecho al país algunas organizaciones sociales y de derechos humanos, de izquierda o de derecha, que silenciaron las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario de grupos guerrilleros y grupos paramilitares, según sus simpatías: unos y otros denunciaban los crímenes, secuestros, desapariciones cometidas por sus enemigos, mientras silenciaban los mismos delitos que cometían los violentos afines a sus propios intereses.

Unos y otros les causaron daño no solamente a las víctimas, sino a los grupos armados de sus afectos, que en últimas creían que se favorecían al no ser descalificados por sus delitos; así, estos grupos violentos, vivieron engañados por muchos años, pensando que los colombianos los apoyaban, cuando en realidad pasaba todo lo contrario, como después se pudo evidenciar al final de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y el grupo guerrillero de las Farc, cuando obtuvieron en las elecciones una escasa votación, a pesar de que sus dirigentes pensaban que contaban con una gran aprobación entre los colombianos. ¿Culpa de quién?

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Quinto

Tenemos que aprender de la experiencia de los países que han vivido conflictos armados internos y externos, ya que muchos de ellos aún se resisten a hacer procesos para develar lo que realmente les sucedió en sus largos años de conflicto, pero sin pasar por un proceso de profunda reconciliación, ya que esta solo puede lograrse decantando con transparencia lo que pasó y lo que no puede volver a pasar, como lo advirtió el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad.

Creo que el presidente Petro lo está intentando, al conversar con voceros de la derecha, como el expresidente Álvaro Uribe y con el reconocido presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, a quien convenció de participar como negociador del Gobierno con el Eln. Si este proceso se hace con total transparencia se puede allanar en forma más exitosa el camino que permita llegar a una ‘paz total’.

Petro y Uribe se reúnen en un edificio del norte de Bogotá.

Sexto

Es posible que, con motivo de las elecciones para elegir gobernadores, alcaldes, diputados y concejales en el mes de octubre de este año, el Pacto Histórico, que ha logrado consolidar el presidente Petro, tienda a resquebrajarse por aspiraciones de poder de algunos destacados militantes de la Colombia Humana, su propio partido, o por las aspiraciones de los distintos grupos que integran el Pacto Histórico.

Petro debe afinar su muñeca, hacer personalmente un profundo trabajo con sus aliados, si quiere convencerlos de que las próximas elecciones no entran en contradicción con los acuerdos logrados con los distintos partidos políticos y convencer a sus más radicales copartidarios que, para sacar adelante los proyectos fundamentales de este Pacto, se necesita del apoyo de sus aliados, pues, de lo contrario, podría terminar el presidente sin los votos necesarios que seguirá necesitando en el Congreso de la República y sin el apoyo de las autoridades civiles de las regiones, fundamentales para lograr no solo la ‘paz total’, sino también para sus proyectos reformistas en el campo.

Hay que convencer a los ‘cabezas calientes’ de la Colombia Humana y a ciertos grupos de la izquierda radical que lo acompañan, que cedan a sus pretensiones alimentadas por sus viejas concepciones izquierdistas, que es mejor negocio en términos políticos, mantener la alianza para sacar adelante las reformas fundamentales que se le han prometido al país.

Para los partidos tradiciones, aliados hoy del Presidente, todo parece indicar que también es un buen negocio, en la medida que se hagan realidad los proyectos reformistas de Petro, los cuales permitirán desactivar la explosión social que amenaza al país desde 2019.

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Séptimo

Petro no
cree en experimentos socializantes fracasados, y tiene un ministro de Hacienda de ideas progresistas, profundo conocedor de la economía colombiana y de lo que pasa en el mundo.

A nivel económico, pienso que Petro no cree en experimentos socializantes fracasados y por fortuna tiene a un ministro de Hacienda, muy sui generis, de ideas progresistas, profundo conocedor de la economía colombiana y de lo que pasa en el mundo, con carácter, que ha sabido interpretar al presidente Petro, pero también salirles al paso a funcionarios folclóricos que ignoran el manejo del Estado y hacen quedar mal al Presidente, pero que son desautorizados en forma oportuna por este ministro encargado de la política económica del país. Ojalá José Antonio Ocampo continúe por largo tiempo en su cargo.

Octavo

Creo que Gustavo Petro, como exguerrillero, exalcalde de Bogotá, exsenador de la Republica y en su corto periodo como presidente, tiene los suficientes elementos para saber que Colombia es un país muy particular, frente al resto de América Latina, no solo por tantos años de existencia de grupos armados violentos de todo tipo, de izquierda y derecha y con un fenómeno muy particular como productor de drogas ilícitas como la marihuana, la amapola y la cocaína, que no solamente han deformado la economía del país, sino su moral y sus principios.

Tanto la izquierda como la derecha tienen una larga experiencia de lucha armada, en medio de un Estado que ha mantenido los fundamentos de una democracia formal, que nunca ha sufrido dictaduras militares –descontando el poco tiempo del general Rojas en el poder–, y que ha respetado en cierto grado las reglas de juego de una constitución que, por cierto, fue modernizada, entre otros, por el M-19, organización armada a la que perteneció Gustavo Petro, que se legalizó, cumpliendo en forma transparente los acuerdos de paz y que contribuyó a darle al país una constitución mucho más civilista y moderna, con la que hoy gobierna Petro. Este es un país complicado de caracterizar, muy escéptico hoy, contrario a proyectos fundamentalistas y menos si están sustentados por el ejercicio violento del poder.

Noveno

Como elector que fui de Petro –y como periodista– me preocupa que no exista una clara estrategia de comunicación para evitar lo que ha venido pasando, que cualquier funcionario que se posesiona en su cargo se lanza a los micrófonos de los medios de comunicación a anunciar medidas económicas o reformistas, ‘motu proprio’, que crean desinformación y desconcierto entre los ciudadanos y que después tienen que ser rectificadas hasta por el propio presidente.

Tal vez por una falta de formación de “Estado”, algunos funcionarios parecen más activistas políticos que funcionarios públicos y hasta deforman las propuestas que el candidato presidencial lanzó en su campaña. Sorprende también que algunos de los funcionarios nombrados sean señalados de tener antecedentes de comportamientos antiéticos; pero a decir verdad, también hay aciertos en muchos nombramientos, al escoger personas de un pasado muy profesional y sin tacha alguna. Hay nombramientos que no se pueden explicar, posiblemente por ser cuotas de los partidos aliados al Gobierno.

Petro no puede seguir consolidando su fama de incumplido, ya que a estas alturas del partido, debe saber que él es la imagen del país y lo que haga o deje de hacer le será cobrado por los medios de comunicación, tanto nacionales como extranjeros.

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Décimo

Estoy de acuerdo con aquellos que piensan que los próximos ocho meses del 2023 serán definitivos para que el gobierno Petro consolide los cambios prometidos, o por lo menos deje las bases fundamentales para que estos sean posibles dentro de su periodo presidencial.

Para ello debe actuar con mucho tino, no saturar al país con tanto discurso y darles confianza a los colombianos, mostrando con hechos que sus promesas sí serán cumplidas y que no se quedarán en simples ofertas electorales.

Creo que la decisión tomada a última hora por el gobierno Petro de no comprar aviones militares es una decisión acertada, ya que entendió que tan controvertido anuncio se le podría convertir en un bumerán con motivo de la campaña electoral que se avecina.

Es posible que hasta miembros de su propio partido hubieran tomado distancia con tan polémica decisión, en un país lleno de problemas sociales de todo tipo, en medio de una grave crisis económica interna y externa de consecuencias impredecibles.

Colombia necesita con urgencia resolver sus graves problemas de desigualdad y de injusticia social y por lo tanto de grandes recursos económicos. Pienso que a buena hora el presidente Petro rectificó tan compleja e inoportuna decisión, acompañado del anuncio de un cese del fuego por seis meses con cinco grupos violentos.

Esta buena noticia debe estar acompañada de sólidos mecanismos de verificación de dicha tregua, utilizando todas las experiencias que existen en el mundo en estas materias, ya que de no ser así, puede ser un cese del fuego expuesto a controversias, que pueden dar al traste con los buenos propósitos humanitarios de la ‘paz total’ del Presidente.

HERNANDO CORRAL G.
ESPECIAL PARA EL TIEMPO

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