El reto para la Selección Colombia femenina, este sábado en Bucaramanga, es enorme: conseguir el título de la Copa América Femenina y acabar con la hegemonía de Brasil, que ha ganado siete de las ocho ediciones del certamen, desde la primera, en 1991.
El fútbol femenino brasileño ha sido arrasador en el sur del continente. Este año se impuso tanto en el suramericano sub-17 como en el sub-20, y en este último, como si fuera poco, ha ganado todas las ediciones.
Brasil, en pleno proceso de renovación
Brasil, en esta edición de la Copa, está en pleno proceso de renovación. Es el primer torneo oficial que juega, en los últimos 20 años, sin su máxima figura histórica, Marta, seis veces ganadora del premio a la mejor jugadora del año de la Fifa y máxima goleadora histórica del equipo, con 112 anotaciones. Una lesión en la rodilla la dejó por fuera de la convocatoria.
Tampoco están en esta edición las dos socias históricas de Marta, Formiga y Cristiane. La primera se retiró de la Selección y la segunda no fue tenida en cuenta por la entrenadora del equipo, la sueca Pia Sundhage.
Sin embargo, el paso de Brasil ha sido arrollador: cinco partidos, cinco victorias, 19 goles a favor y ninguno en contra. ¿Qué hace tan fuerte al fútbol brasileño?
Si bien en ese país hay mucha tradición por este deporte, las mujeres tuvieron que luchar, y mucho, para que las dejaran jugar.
En 1940 se disputaron los primeros partidos entre mujeres en Brasil. Pero un año después, el entonces presidente Getulio Vargas prohibió el fútbol femenino, con el argumento de que su práctica afectaba su capacidad para procrear. Ese veto se mantuvo hasta 1979, pero luego de eso se establecieron reglas extrañas, como prohibir parar la pelota con el pecho y reducir los partidos a tiempos de 35 minutos.
A pesar de todo eso, el fútbol femenino en Brasil, que había tenido un desarrollo algo clandestino desde los años 50, encontró su impulso definitivo a partir de los años 80. La primera selección brasileña apareció en 1986.
“En la época había mucho prejuicio. La mujer no tenía espacio dentro del fútbol. Le era siempre negado todo, siempre prohibido. Conseguimos, con nuestro amor por el fútbol, poco a poco, abrir hueco para nuestra modalidad”, recordó Fanta, mediocampista que integró esa primera convocatoria, citada por el diario El Correo.
En 1988, Brasil participó en un torneo experimental en China, que fue el impulso para jugar la primera Copa del Mundo femenina, en 1991, con la Verdeamarelha como único representante de Sudamérica: quedó afuera en la primera fase.
El trabajo, poco a poco, fue dando frutos. En 1996, Brasil perdió el bronce contra Noruega en los Olímpicos de Atlanta, pero esa derrota fue el impulso definitivo para la creación de una liga femenina, que comenzó a jugarse un año después, aunque solo se consolidó definitivamente en 2013.
Brasil fue acercándose poco a poco al título mundial, aunque aún no lo han podido conseguir: llegó al tercer lugar en el Mundial de Estados Unidos, en 1999, y, ya con la generación dorada de Marta, Formiga y Cristiane, perdió la final contra Alemania en la Copa del Mundo de China, en 2007. En los Olímpicos ganaron medalla de plata en Atenas 2004 y Pekín 2008.
Sin embargo, Brasil fue perdiendo terreno con respecto a Estados Unidos y a las selecciones europeas y el hecho de haber quedado por fuera del podio en casa, en Río 2016, los puso a buscar soluciones.
Brasil y su apuesta europea: Pia Sundhage
En 2019, la Confederación Brasileña de Fútbol nombró entrenadora a la sueca Pia Sundhage, quien ganó dos medallas olímpicas de oro con Estados Unidos, en Pekín 2008 y Londres 2012, y fue subcampeona mundial en 2011 con la misma selección.
Luego, al frente del equipo nacional de su país, logró la medalla de plata en Río 2016. La idea de contratar a Sundhage, básicamente, fue acercar el talento de las brasileñas a las características del juego de europeas y estadounidenses.
Sundhage sigue de cerca no solo el trabajo de la selección absoluta, sino que también tiene contacto permanente con los equipos sub-17 y sub-20, con conversaciones constantes con los entrenadores de esas categorías. Y eso ha permitido que todos los equipos femeninos tengan el mismo patrón de juego.
Sundhage es muy autocrítica. “No estoy contenta con nuestro rendimiento, especialmente con el ataque. Deberíamos haber sido más efectivos. No me gustó nuestra actuación, tenemos que mejorar”, dijo ¡después de ganarle 3-0 a Uruguay!
La renovación va dando frutos. “No tenemos una pieza, pero sí todo un grupo para conquistar cosas que a veces solo conseguíamos a través de un referente. Hoy jugamos todas juntas”, dijo Bia Zaneratto, la jugadora con más asistencias en la Copa, cuatro, y autora de tres goles en el torneo. Brasil tiene una ventaja importante y por eso llega como favorita.
DEPORTES
Fuente