*CRÓNICA
“A mi mamá le pegaron. Yo tengo 12 años y estaba aquí donde pelearon y el novio de mi mamá le pegó un hachazo, no sé en donde, no puedo ver”. Esto fue lo que se escuchó en la llamada de auxilio que quedó registrada en la línea de emergencias 123 la noche que Miguel Miguel Camilo Parra intentó matar con un hacha a su novia, Ángela del Pilar Ferro, dentro de su casa ubicada en el conjunto residencial El Redil de Castilla, en la localidad de Usaquén.
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La llamada desesperada de la noche de ese 17 de octubre de 2020 fue hecha por Adrián Ferro*, el hijo de 12 años de Ángela, y quien tuvo que ver cómo su madre agonizaba en el suelo luego de ser brutalmente atacada por Miguel Camilo Parra con una de las hachas de colección que el hombre guardaba en la casa.
En la declaración entregada a la Fiscalía por el menor sobre lo que ocurrió esa noche también quedó registrado el terror al que el niño tuvo que someterse luego de que Parra lo encerró en una habitación para que no viera lo que estaba pasando con su mamá y la aberrante escena de la que fue testigo una vez logró salir del cuarto. Allí, estaba el cuerpo de Ángela tirado en el piso con una herida abierta en la cabeza, pero aún con vida.
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Según el expediente del proceso judicial, antes de que Miguel Camilo Parra abandonara la escena de los hechos amenazó a Adrián y le dijo que correría la misma suerte de su madre si contaba lo que había pasado.
El hombre pensó que luego de esconder el arma con la que atacó a la mujer y de amenazar a Adrián, lo ocurrido esa noche al interior de la casa 45 del conjunto residencial El Redil de Castilla III habría quedado impune y nadie se iba a enterar. No obstante, el niño de 12 años activó todos los mecanismos de alerta que tenía a la mano para salvarle la vida a su madre.
La trágica noche
Yo le arropé
la cabeza con una sábana e intenté arrullarla. Él me amenazó que no podía decir nada
Eran las 09:00 de la noche del 17 de octubre cuando Miguel Camilo llegó a la casa donde vivía con Ángela. La dinámica no era distinta a la de otros días, sin embargo, había un hecho que ya tenía alterado el ambiente familiar. Ángela estaba a punto de terminar la relación con Camilo y él lo sabía.
“El día del ataque íbamos a hablar para dejar las cosas bien. Le dije ‘esta relación ya se acabó (…)’. Esa noche él llegó a la casa con una botella de Vodka y con dos cervezas más. Me dijo: ‘¿nos la podemos tomar y hablar?’ Y hasta ahí tengo recuerdos de lo que pasó. Me desperté en el hospital, llena de sangre y me contaronque casi me mata con un hacha”, contó en Ángela en la entrevista con la Fiscalía.
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Pero la situación era más dramática dos pisos arriba en la casa. Allí, estaba en su cuarto Adrián haciendo tareas. Cuanta el menor que la pelea en el hogar ese día no era distinta a otras que ya se habían dado. Sin embargo, recordó que los ruidos, los golpes y lo gritos ensordecedores de su madre eran demasiado fuertes. El desespero y la ansiedad se apoderaron del niño.
“Miguel empezó a pegarle a una puerta muy duro y mi mamá a gritar, ella gritaba mucho. Yo intenté salir a ver que estaba pasando, pero cuando bajé las escaleras Miguel me dijo que subiera y me encerró. Él tenía un hacha llena de sangre en la mano. Luego era como si hubiera puesto una tranca por fuera de la puerta porque yo no podía salir, solo escuchaba a mi mamá gritar”, declaró el menor.
Pese a que los gritos de toda la familia esa noche parecieron romper la tranquilidad del vecindario, en los reportes de la Policía y en las denuncias habituales a los administradores del conjunto no hay registro de ninguna queja por ruido.
Pero aunque los recuerdos de esa noche son casi nulos para Ángela y, supuestamente, para Miguel, quien dijo en juicio que no había sido consciente de nada.
El niño sí recuerda, como quedó narrado en el expediente del caso 383875, los gritos de su mamá pidiendo auxilio, los golpes de Miguel, la sangre en el piso y todas los pasos que debió seguir juiciosamente para lograr salvarle la vida a su progenitora.
Llamada determinante
En medio del desespero, y luego de llamar a la línea de emergencia, Adrián se comunicó con Jonathan Tuta, el mejor amigo de su madre. “Nos dijo que Miguel Camilo le había pegado a la mamá y que casi la había matado. Nosotros salimos corriendo para El Redil”. Pero esa no fue la única llamada, quedó en el expediente que Miguel Camilo también llamó a su tía y a su madre para que ayudaran a Ángela antes de escapar.
Jonathan nunca se imaginó que al llegar lo que encontraría sería a una mujer casi muerta en la sala de la casa. “El piso estaba lleno de sangre, todo estaba cubierto de sangre y estaban la mamá y la tía de Miguel. Yo me llevá a Adrián para arriba y me dijo que él había encontrado a la mamá casi muerta”.
Pero la escena era devastadora, Adrián contó que cuando vio a su madre casi muerta solo quería que se despertara y le hablara, pero ella no respondía. “Yo baje y la vi ahí casi muerta, cogí una sábana y le arrope la cabeza e intente arrullarla. Ahí fue cuando Miguel me amenazó con agredirme igual, y yo (estaba) con mi mamá casi muerta en los brazos”, le dijo Adrián a Jonathan en la breve conversación que tuvieron antes de llevar a Ángela al hospital.
Luego de esto la historia se contó sola, Ángela fue llevada de urgencia al hospital, ensangrentada y con pocas opciones de vida, sin embargo, tras varios procedimiento quirúrgicos logró salvarse, pero la sombra de esa noche los perseguiría, a ella y a su hijo, por dos años más, pues eso fue lo que duró el juicio en contra de Miguel Camilo Parra.
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En la tarde del pasado 18 de agosto, una juez de imposición de penas condenó a 20 años y 18 meses a Miguel Camilo Parra por el delito de feminicidio agravado Tentado y conmino a Ángela Ferro a iniciar un proceso de reparación.
No obstante, y aunque las heridas físicas ya cerraron, hay recuerdos que todavía merodean en la cabeza de Ángela y Adrián de todo lo que pasó esa noche y cómo tres llamadas clave, pero sobre todo la del niño, le salvaron la vida a la mujer.
*Nombre cambiado para proteger identidad.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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