Padres de cuatrillizas de Ubalá cuentan su historia y necesidades

“¿Cuatro? ¿Cuatro? ¡Cuatro! ¿Ese man está bien?”, esa fue la primera reacción de Yeison Morales cuando se enteró, hace ya varios meses, que su esposa Omaira Beltrán Linares traería al mundo cuatrillizas.

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Ellos sí habían hablado de tener una niña, pues ya son padres de dos niños, Santiago y David, de siete y seis años, y pues faltaba una mujer, pero lejos estaban de pensar que llegarían cuatro. “Yo trabajo en una empresa como profesional de tesorería y mi pareja de forma independiente. Planifico muy bien. Soy administrador de empresas y sé qué necesito tener para mi familia, pero esto se me salió de todo plan. La caja no me da”, dijo como buen tesorero.

Ellos viven en Ubalá (Cundinamarca), en un apartamento en arriendo ubicado dentro de una vivienda, pero saben que ahí no van a poder quedarse por mucho más tiempo. “Todos los días viajo a la capital a trabajar y me devuelvo en la noche. Puedo tardar una hora y media cuando todo está bien o hasta tres cuando hay caos en las vías por protestas u otras razones”.

Ella lloró, yo lloré, yo preguntaba: ¿seguros? Pero luego de todo el impacto, no teníamos otra opción que seguir adelante

Un amigo le presentó a su esposa hace ya más de nueve años y rápidamente comenzaron a salir hasta que todo se dio para que conformaran un hogar. “Todavía no nos hemos casado, pero sí está dentro de nuestros planes”.

Omaira conocía muy bien su cuerpo y un día le dijo a su pareja que tenía, otra vez, síntomas de estar embarazada. “Recuerdo que esa época pasó lo de la intervención de Sanitas y estaba complejo ese tema de las citas hasta que un día nos tocó irnos de urgencias al hospital de Facatativá”.

Allá les dijeron que venían en camino dos bebés, gemelos, y esa primera noticia fue de por sí bastante dura, pero siguieron adelante. Un mes después tenían programada una nueva ecografía en Soacha y ahí fue cuando se enteraron de que en encargo venía por cuatro. “Ella lloró, yo lloré, yo preguntaba: ¿seguros? Pero luego de todo el impacto, no teníamos otra opción que seguir adelante”.

Ubalá (Cundinamarca)

Foto:Redes sociales Ubalá

Ese día los enviaron a urgencias en la clínica Colombia y ahí les confirmaron todo y le programaron citas semanales, hubo juntas médicas y monitoreos permanentes.

Ella me dijo que la iban a dejar hospitalizada con un medicamento que ayudaba a madurar los pulmones

Y así transcurrieron varios días hasta que, en uno de los controles, le dijeron a la madre que se tenía que quedar porque tenía contracciones y eso era amenaza de aborto. “Siempre supimos que podía haber complicaciones médicas y por eso no compramos muchas cosas. Eso sí, yo tenía mi prima ahorrada para cualquier cosa que necesitaran las niñas”.

Omaira solo había completado algo más de siete meses de gestación cuando les dijeron que las niñas, las cuatro niñas, tenían que nacer y por cesárea. “Ella me dijo que la iban a dejar hospitalizada con un medicamento que ayudaba a madurar los pulmones”.

Ese día yo no pude ni dormir de pensar en lo que podía pasar. La madrugada del jueves 18 de julio me dijeron que había entrado a cesáre

Ese día, Yeison no pudo estar con ella debido a que tenía que cuidar de sus otros dos hijos, así que como todo buen equipo, decidieron repartirse cargas. “La hermana de ella le llevó comida y la visitaba”.

Pero a eso de las 12: 30 de la noche del miércoles 17 de julio, Omaira lo volvió a llamar a decirle que tenía contracciones y que sus cuatro hijas ya iban a nacer. “Me dijo que en la clínica Colombia no había cupos para prematuros o para UCI y que iban a gestionar un traslado”.

Y así fue. El trámite cursó y la trasladaron al Hospital Universitario Mayor Méderi. “Ese día yo no pude ni dormir de pensar en lo que podía pasar. La madrugada del jueves 18 de julio me dijeron que había entrado a cesárea”.

El nacimiento

Melani, Yuliana, Nashly y Aylen nacieron a eso de las 4: 30 de la mañana con uno o dos minutos de diferencia. “Yo las conocí a las 9 de la mañana. Fui corriendo a preguntar cómo estaban ellas y mi esposa, las cinco mujeres de mi hogar. Lloré, reí, me angustié. Fueron muchas emociones mezcladas”.

Yo las conocí a las 9 de la mañana. Fui corriendo a preguntar cómo estaban ellas y mi esposa, las cinco mujeres de mi hogar. Lloré, reí, me angustié. Fueron muchas emociones mezcladas

Omaira estaba muy bien de salud, pero la operación fue dolorosa. “Ella se hizo el pomeroy y yo la vasectomía. No podíamos arriesgarnos a tener más hijos”.

Las niñas nacieron prematuras y son bebés canguro. Al nacer, tuvieron que entubarlas para suministrarles oxígeno. Su evolución hasta el momento ha sido favorable, aunque hay días más buenos que otros. “Todos los días le pedimos a Dios y a la virgen que nos ayude”.

La salida de madre e hijas tardará unos meses más hasta que todas estén fuera de peligro. La historia ha conmovido tanto a los residentes de Ubalá que varios lugareños los han ayudado. “Muchos campesinos se sacan del bolsillo 20 o 30 mil pesos y me los dan. Eso ha sido muy bonito”.

Pero lo que quiere Yeison es poder hablar con el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey Ángel. “Yo no quiero que me regalen todo. Siempre he planificado mi vida, pero esto no se lo espera nadie. Yo no quiero que mis hijas ni ningún niño sufra, me duele mucho cuando veo eso”.

Esos comentarios duelen mucho porque yo, por ejemplo, nunca he sido un mantenido. Trabajé y estudié al mismo tiempo en un restaurante mexicano para pagarme mi carrera y salir adelante. No me compraba ni un par de zapatos. Estudiar era la prioridad

Y es por ese sentimiento que, sin pena, decidió hacer lo que él llama ‘un llamado gubernamental’ para que sus hijas tengan un techo propio en donde vivir. “No necesito que sea para mí, sino para ellas, para estar tranquilo de que si me pasa algo, ellas van a estar bien”.

Yeison dice que la situación del país está muy compleja y que a diario ve cómo mueren personas en la calle en medio de atracos. “Aquí lo matan a uno por quitarle un celular. Entonces hay que pesar en todas las posibilidades”.

La familia cuenta que muchos los han criticado, que les dicen que si ahora quieren vivir del Estado, que por qué no planificaron. “Esos comentarios duelen mucho porque yo, por ejemplo, nunca he sido un mantenido. Trabajé y estudié al mismo tiempo en un restaurante mexicano para pagarme mi carrera y salir adelante. No me compraba ni un par de zapatos. Estudiar era la prioridad”.

Yeison tuvo tratamiento psicológico al igual que su esposa pues, aunque están felices por la llegada de sus hijas, también comparten muchas preocupaciones. Ambas familias se han unido para apoyar a esta joven pareja que en pocos meses llegará a la casa con cuatro niñas en brazos. “Nosotros trabajaremos por ellas con todo el amor. De eso sí pueden estar seguros”.

CAROL MALAVER

SUBEDITORA BOGOTÁ

Escríbanos a carmal@eltiempo.com 

*Esta historia se realizó luego de entrevistar directamente al padre de las cuatrillizas y con la autorización de la madre de las mismas. 

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