Roger Federer, al que algunos consideran el mejor tenista de la historia, tuvo un comienzo común y corriendo y en estos días se revelaron situaciones importantes de su vida.
A sus 17 años lucía el cabello de color rubio, al menos eso se desprende de las imágenes que se ven cuando fue el campeón del Orange Bowl en diciembre de 1998.
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¿Buen estudiante?
Esa temporada, Federer terminó como número uno juvenil, casi en el arranque de una exitosa carrera.
El atleta dejó de estudiar a los 16 años para dedicarse de lleno al deporte, al tenis. “Nunca me gustó el colegio”, dijo en alguna ocasión.
La gustaba escuchar el heavy metal y jugaba Playstation en sus horas libres, que, la verdad, eran pocas.
En cuanto a la televisión, Federer advierte que no se perdía Baywatch y confesó que le gustaba hacer pereza.
“Era frágil emocionalmente, incapaz de aceptar la derrota. Incluso, entrenando era mediocre”, declaró en una entrevista con la revista GQ.
“Era un chico muy simpático, abierto y agradable, y a la vez muy hiperactivo, que no paraba de cantar y hacerse el tonto. Pero no venía a la preparación física y yo tenía que ir a buscarlo, por lo que debía castigarlo una y otra vez”, aseguró.
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