TLC: qué tan viable es renegociar el tratado con Estados Unidos – EEUU – Internacional

El gobierno entrante del presidente Gustavo Petro ha indicado, con toda claridad, que la renegociación del TLC con Estados Unidos es una de sus prioridades para este nuevo capítulo que comienza con Washington. Desde su perspectiva, el acuerdo, que se firmó hace una década, terminó siendo nocivo para el campo colombiano y la industria agropecuaria.

Una delegación de Estados Unidos que viajó recientemente al país para reunirse con el presidente Petro señaló su disposición de discutir posibles cambios al acuerdo. Se trata, sin embargo, de un tema extremadamente complejo que conlleva tanto riesgos como ventajas.

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Para entenderlo, EL TIEMPO conversó con Antonio Ortiz-Mena, vicepresidente sénior en el Albright Stonebridge Group, una firma de asesoría en Washington que se dedica, entre otras cosas, a temas de comercio. De origen mexicano, Ortiz-Mena hizo parte de las negociaciones de este país con Estados Unidos y Canadá previo a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o Nafta) y fue jefe durante 8 años de la oficina de Asuntos Económicos de la embajada mexicana en la capital estadounidense.

De acuerdo con Ortiz-Mena, si bien el TLC actual con Colombia permite una serie de ajustes menores, una renegociación que incluya acceso a mercados implicaría su paso por el legislativo de Estados Unidos, algo que en el actual clima político en este país sería virtualmente imposible de lograr. Y, de conseguirse, probablemente se traduciría en pérdidas muy graves para el país.

¿Qué tan viable ve la renegociación o cambios al TLC con EE. UU. que pretende el nuevo gobierno de Gustavo Petro?

Antonio Ortiz-Mena

Antonio Ortiz-Mena, vicepresidente Senior en el Albright Stonebridge Group.

Diría, en primer lugar, que sí se les pueden hacer ajustes a los tratados de libre comercio que no requieren aprobación legislativa. En el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o Nafta, por su sigla en inglés), se hicieron algunos ajustes a las reglas de origen, se flexibilizaron aspectos. Para ellos, los acuerdos tienen un instrumento que es la comisión de libre comercio, que también existe en el caso del colombiano.

Esa comisión se debe reunir anualmente para revisar este tipo de ajustes o mejoras. Pero son sobre temas que yo llamaría menores, de tipo marginal u operativos. Pero allí hay una posibilidad. Además, en el TLC con Colombia se establecieron una serie de grupos de trabajo para revisar temas y habría que ver si se han estado reuniendo y emitiendo recomendaciones. De no ser el caso, procurar que lo estén haciendo. Este tipo de cosas son negociadas entre gobiernos y no hay aprobación legislativa.

Pero si de lo que se trata es de ajustes mayores que cambian los compromisos en cuanto al acceso a mercados, entonces eso sí requiere aprobación legislativa. Y para eso sí no veo condiciones. Las posibilidades de que en este momento se renegocie un TLC con Colombia, o cualquier otro país, que pueda ser aprobado por el Congreso son casi cero.

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¿A qué se refiere cuando habla de ajustes menores?

A que hay espacio para hacer ajustes menores para aprovechar mejor los TLC que facilitan el comercio y que rara vez se usan cabalmente. Antes que renegociar, primero mirar qué ajustes son política y técnicamente viables para hacerlos desde la comisión de libre comercio sin que se requiera una renegociación. Yo, además, estoy obsesionado con estos de los grupos de trabajo porque no se usan bien. Se pueden aprovechar, explotar estos mecanismos de manera inteligente.

Pero ¿cuál es el riesgo de renegociar temas mayores, como el acceso a mercados?

Que es como abrir una caja de Pandora. De hecho, cuando se aprobó el T-MEC (el tratado que se negoció entre México, Canadá y Estados Unidos como reemplazo de Nafta durante la presidencia de Donald Trump), México terminó con más restricciones para la industria automotriz. Además de que la probabilidad de renegociar es casi cero, si se llegara a dar, corres el riesgo de perder lo ganado.

Para que sea satisfactorio de cara a las nuevas fuerzas políticas del gobierno de Estados Unidos –y aprobado por el Congreso–, Colombia tendría que sacrificar muchos de los logros en acceso a mercado. Y eso no es aconsejable.

¿Y por qué dice que las posibilidades de renegociar exitosamente son casi cero?

Porque no hay apetito en Estados Unidos para hacerlo. Ecuador ha dicho que quiere un TLC con Estados Unidos y ya les dijeron que no. Desde una perspectiva geopolítica, Estados Unidos podría estar interesado en revivir el TPP (Acuerdo Transpacífico de Comercio), pero no hay condiciones (de política doméstica) para hacerlo.

Además de que la probabilidad de renegociar es casi cero, si se llegara a dar, corres el riesgo de perder lo ganado.

Si se fija, EE. UU. habló hace poco de un acuerdo con países del Asia del este, pero no se planteó en términos de acceso a mercados sino más bien temas regulatorios. Es más, en la reciente Cumbre de las Américas, el capítulo que se aprobó sobre una nueva alianza económica no contiene nada sobre mercados. El solo nombre de T-MEC no incluye ni la palabra “libre” ni comercio, solo la palabra ‘acuerdo’. Estados Unidos simplemente no está abriendo su mercado para productos agropecuarios.

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Pero, Estados Unidos era un país muy abierto al comercio hace algunos años. ¿Por qué no hay clima para seguir hoy por ese sendero?

En los últimos 15 o 20 años Estados Unidos se ha vuelto una sociedad más desigual en cuanto a concentración del ingreso. Y, aunque de manera indebida, se le echa la culpa al comercio internacional.

Esa desigualdad es culpa, más bien, del cambio tecnológico y de los apoyos tan modestos que hay comparado con otros países, como en Europa en cuanto a seguros de desempleo y reentrenamiento para personas desplazadas por el comercio. Pero esa es la percepción.

En el caso de T-MEC, Estados Unidos le quitó muchas de las protecciones a la inversión extranjera. No quieren que las personas inviertan por fuera. Estamos ante un cambio de paradigma. Además, en caso de renegociar, que yo sigo pensando es un imposible, estos acuerdos de nueva generación, como el T-MEC, son más de comercio administrado y no de libre comercio y esto beneficia más a Estados Unidos que a los países de América Latina porque Estados Unidos tiene más poder de mercado. Es decir, puede ser mucho peor de lo que ya se tiene.

A eso añadiría dos cosas más. Una renegociación tardaría uno o dos años como mínimo y eso va a frenar la inversión porque nadie va a querer invertir hasta que se conozcan las nuevas reglas. Lo otro es que hace un año expiró el TPA (Autoridad para Promover Comercio, o fast track, que le da el Congreso al Presidente para poder negociar tratados sin la intervención del legislativo salvo para aprobarlo o rechazarlo al final). No solo sería muy difícil negociar sin TPA, sino que tampoco hay apetito para darle nuevamente ese poder a la administración.

TLC con Estados Unidos

El TLC con Estados Unidos es uno de los principales acuerdos comerciales con los que cuenta Colombia.

Foto:

Yomaira Grandett – Archivo / EL TIEMPO

Y, entonces, ¿qué recomienda dado este contexto?

Primero, como le dije, explotar favorablemente los acuerdos vigentes a través de la comisión de comercio y grupos de trabajo. Segundo, y si de lo que se trata es de ayudar al campo colombiano, hay otras maneras de hacerlo.

USAID va a seguir interesado en apoyar al país ahora que llega Petro. Hay otra agencia estadounidense que se llama el Development Finance Corporation (banco para el desarrollo de Estados Unidos ) al que no pueden acceder muchos países, pero Colombia sí y eso se puede aprovechar. El BID está buscando oportunidades tanto para el sector público como desde su sector privado (BID Invest) y si se otorga la certidumbre de que no se van a cambiar las reglas de juego, eso va a contribuir a que haya más inversión para el campo colombiano.

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Creo que en ese sentido hay que aprender de México. El actual gobierno ha aprobado una serie de medidas, sobre todo en el campo energético, que han generado incertidumbre y dificultado la inversión en general porque siembra dudas frente a la política económica doméstica.

Lo que les diría muy respetuosamente a los colombianos, como mexicano, es que traten de otorgar la mayor certidumbre sin sorpresas en torno a las reglas y compromisos internacionales. Y, dentro de los mismos acuerdos, ver cómo se puede favorecer más a las regiones y sectores afectados. No confundir medios con fines. El fin es cómo otorgar el mayor apoyo a los segmentos más pobres o menos favorecidos del campo. Pero el medio no es renegociar el TLC, sino aprovecharlo mejor.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter @sergom68

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