La Superintendencia de Industria y Comercio sorprendió al final de la semana pasada con una advertencia, amable ‘recorderis’, con pinta de eventual circular, en el que advierte que el cuidado de los datos personales y la privacidad de los ciudadanos están por encima de los intereses del marketing político y la publicidad electoral.
El ente de control advirtió, por ejemplo, que ni a usted ni a nadie nos pueden meter en un grupo de WhatsApp de carácter propagandístico político sin permiso expreso; ni es correcto recibir en general mensajes de texto o correo (boletines) con dicho fin, sin que haya una clara aceptación al respecto.
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Mas allá, la entidad señala, incluso, que cuando usted vea un aviso de publicidad política en sus redes sociales, tendría derecho a saber por qué lo recibió y qué tipo de caracterización o perfilamiento existió para que usted se convirtiera en receptor de dicho mensaje.
En el documento de discusión del proyecto de circular, la SIC dice expresamente que “el uso inadecuado de datos personales para ofrecer publicidad política dirigida a cierto grupo de personas, especialmente cuando involucra datos sensibles o inferencias sobre estos, puede fragmentar el debate público y distorsionar la deliberación democrática”.
Gran debate el que se viene. Muchas preguntas saltan de inmediato: ¿intenta acaso la entidad evitar que el perfilamiento digital y la analítica predictiva que brinda la tecnología de las redes sociales pueda usarse con intereses de marketing político?
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¿Evitar, acaso, que personas indecisas sean influenciadas mediante contenidos y publicidad digital para que voten por un candidato o partido?
Peor aún, ¿que una persona con una tendencia ideológica clara sea reafirmada en sus paradigmas mediante mensajes fabricados para ahondar en sus mitos, odios y parcialidades?
Foto:iStock
Interesante. Por donde se le mire, la SIC está entrando en un muy espinoso camino.
Viene a mi mente lo que pasó con Cambridge Analytica en 2018 porque eso fue, exactamente, lo que hicieron durante la primera campaña presidencial de Donald Trump, en complicidad con Facebook: manipular a la opinión pública con datos privados y sensibles de los usuarios (tendencia política, ubicación, ingresos, mitos, odios, paradigmas, etc.).
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Hay voces que advierten que la SIC con esto le pondría zancadilla al ejercicio de la libre comunicación política.
También habla la SIC en su proyecto del uso indebido de la inteligencia artificial en actividades de desinformación.
Con expresa claridad, de la prohibición del uso de esta tecnología para la fabricación y/o manipulación de mensajes, textos, fotos o videos para tergiversar mensajes o candidatos en ambientes digitales.
Se viene un duro debate, pero se celebra que, al menos, este tema de la manipulación política por redes sociales por fin se comience discutir. Ya era hora.
JOSÉ CARLOS GARCÍA R.
Editor Multimedia
@JoseCarlosTecno

