Desaceleración a la vista. Incluso, recesión a la vista. Pero ese es un tema del año entrante; un tema de corto plazo. Para William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, lo verdaderamente clave es concentrarse en las estrategias para el largo plazo.
Así lo expone en esta charla con EL TIEMPO, mientras visitaba Bogotá para intervenir en el seminario sobre perspectivas ante el nuevo gobierno, de Anif y Americas Society.
Tras el impacto de la pandemia, ¿qué sigue para la economía de Latinoamérica?
Aunque la región sí está saliendo de la crisis de la pandemia, para el mediano plazo estamos con tasas de crecimiento semejantes a las de los 2000. Entre 2,3 y 2,5 por ciento. Tasas bajas que no sirven para nuestras metas de prosperidad.
La pregunta es ¿qué tenemos que hacer para que crezcamos mejor? La región ha logrado avances fantásticos en treinta años en estabilidad, crecimiento, eficiencia del Estado, independencia del banco central. Pero nos falta mucho en capacidades de la gente.
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En América Latina, el 30 por ciento de los empresarios dicen que la falta de mano de obra calificada es un impedimento para su crecimiento. En el mundo en general es 20 por ciento. Cuando miramos el portafolio de graduados tenemos muchos ‘inútiles’ como economistas, abogados… ¡pocos ingenieros, pocos científicos! El problema de adoptar nuevas tecnologías y aplicarlas en toda la industria ha sido una traba para avanzar.
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Cuando miramos el portafolio de graduados tenemos muchos ‘inútiles’ como economistas, abogados… ¡pocos ingenieros, pocos científicos!
¿Qué se puede hacer?
Empezar con la educación básica, después, la educación superior, pero después tenemos que hablar de capacidades de los empresarios. Cuando estaba trabajando hace 6 años con el sector de las pymes aquí, que compiten con China, encontramos que había unos empresarios muy capaces pensando en nuevas estrategias, pero otros no. América Latina está subexplotando el acceso a los mercados grandes. Entonces el tema es cómo podemos ser más capaces y preparados para competir y ser socios en una economía global. La estrategia de mirar adentro no funcionará.
¿La posibilidad de que Colombia pida renegociar ciertas cosas del TLC con Estados Unidos podría ahondar esa situación?
Pues tenemos que entender primero por qué no estamos aprovechando eso. Si es un problema del TLC o si es un problema de que no nos sentimos capaces de explotarlo. Hay un nuevo estudio sobre China y Estados Unidos –y estamos haciendo algo análogo para Colombia– que demuestra que las empresas con más capacidades gerenciales, más tecnología, exportan más, exportan mejor sus productos, con alta calidad, y están creciendo mucho más. Lo que se encuentra en toda la región es que, dados los TLC que tenemos, exportamos menos de lo esperado por los tratados. Gran parte de eso es este tema de capacidades y trabas para traer insumos de afuera, infraestructura, y toda la agenda tradicional.
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¿Cómo se pueden poner al día los empresarios colombianos rezagados?
La primera cosa es saber lo que no saben. Cuando los empresarios son objetivamente medidos desde afuera, no son muy buenos, pero ellos se creen muy buenos. Y esto pasa también con el tema de adopción de tecnología. Hay que darles un benchmark objetivo de cómo andas comparado con los otros. Lo segundo es ver de dónde vienen los nuevos empresarios. Si estamos formando a esa gente. Las universidades no están en la frontera de enseñar temas de empresa. En general lo que tenemos en América Latina son universidades con programas no muy vinculados con el sector privado.
Hay que reducir el estigma. En Alemania todo el mundo está fascinado: “soy técnico de Volkswagen, ¡chévere!” Aquí, no tanto.
Además de la formación gerencial, ¿qué otro tipo de capacidades se deben fomentar?
Los ciclos cortos generan técnicos y tecnólogos. Ellos son la sangre de la economía high tech. Generan movilidad social porque los toman más personas de los rangos más bajos de la sociedad que entran al sistema educativo. Hay que reducir el estigma frente a ellos. En Alemania todo el mundo está fascinado: “soy técnico de Volkswagen, ¡chévere!” Aquí, no tanto. Podemos pensar, quizás, en vez de transferencias eternas a las familias, cómo podemos hacer becas para esa clase de programas o preparar alumnos para las universidades. Cómo podemos usar los recursos para remediar esas brechas que tenemos como país, como región.
Estado eficiente, más importante que reformas tributarias
¿Cuando se tramitan reformas tributarias, se puede golpear la producción o el empleo?
No sabemos mucho del impacto de varios impuestos sobre el crecimiento o la informalidad o la participación laboral. En cierta forma, estamos haciendo reformas en la oscuridad, a ciegas. Mi oficina está ahora con un proyecto mirando los efectos de impuestos a la renta, a la propiedad o del IVA. Y ojalá que en el futuro se puedan hacer reformas más basadas en el conocimiento empírico. Pero sí, el hecho es que no sabemos mucho de los impactos de las herramientas que tenemos.
¿Cómo ve las reformas tributarias que se tramitan en la región?
Saliendo de la crisis, con déficits exagerados y crecimiento bajo en la región, hay una situación complicada porque hay que hacer muchas inversiones en un momento en que no hay espacio fiscal. ¿Qué hacer? Depende del país. Hay que pensar, en todo caso, cuál herramienta hace menos daño al crecimiento. Por el otro lado, el Estado no es eficiente. Más o menos 3 o 4 por ciento del PIB se pierde de una forma u otra en el sector público. Hay cosas que se pueden hacer por el lado de compras, por el de transferencias (hay algunas que no son necesarias). O por el lado de combustibles. Y otra dimensión, recursos humanos: cómo manejamos la gente en el Gobierno. Ahí hay 3 o 4 puntos del PIB.
En síntesis, en el corto plazo no hay remedio, hay que hacer reformas tributarias, pero sería más importante el gasto y el gasto eficiente…
Sí… pero pensarlo así es un punto de entrada a la reforma del Estado para hacerlo más efectivo, más capaz de satisfacer las necesidades de la gente.

Tras los confinamientos, las economías regionales rebotaron, pero volveran a crecimientos bajos.
¿Esta idea de Estado más eficiente se corresponde con la idea de un Estado más pequeño del Consenso de Washington?
El impulso para insistir en un Estado más pequeño es pensar que no es eficiente y realmente está haciendo muchas distorsiones. Si se piensa en el Estado hace 40 años, estaba en todo, y había distorsiones muy grandes. Cuando se mira Corea o Taiwán, el tamaño del Estado no es mayor que acá. Tener un Estado más grande no es la fórmula para crecer más.
¿Cómo mitigar la desaceleración que se prevé?
Mira, no es una cosa que se puede hacer de un año a otro. Debemos tener una agenda de unos 20 años, y un problema en la región es el mantenimiento de políticas en el tiempo. Pero si me preguntas qué hacer en el 2023 para que no caiga demasiado la economía, no tengo respuesta alguna. Ese pensamiento de corto plazo no nos sirve.
De lo hecho frente a la crisis del covid-19 y que permitió el rebote, ¿qué debería mantenerse?
Aprendimos mucho de lo que funciona y lo que no funciona. Identificamos problemas en el sistema de salud. Creo que las reformas en el sector de salud fueron importantes. En educación, hay algunos casos en los que se han generado resultados impresionantes. Por ejemplo, en Ceará, en Brasil, hubo una combinación de entrenamiento de profesores de lo que se llama financiamiento dependiendo de desempeño. Por otro lado, los sistemas para apoyar a las familias funcionaron decentemente. El problema quizás es que fueron programas temporales. Y si vamos a mantener este nivel de flujos, sería valioso pensar cuál sería la forma que facilite más que las familias puedan subir en la distribución de ingresos, que los alumnos puedan tener movilidad.
MAURICIO GALINDO
EDITOR DE ECONOMÍA
@galmau
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