Lo llaman popularmente ‘bocachico argentino’, pero su nombre común en el sur del continente es ‘sábalo’.
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Vendedores informales y hasta grandes supermercados intentan hacer pasar a ese pez importado como el bocachico colombiano. Y muchos compradores, ante el parecido, piensan que están consumiendo el pez nacional, denominado científicamente Prochilodus magdalenae y cuyo genoma fue descifrado para intentar salvarlo de la extinción.
Precisamente, los comerciantes de pescado comenzaron a traer el sábalo, hace unos 15 años, ante la escasez de bocachico, debido a la disminución de esta especie de aguas del Magdalena, el Cauca, el Atrato y el Sinú.
El nombre científico del llamado ‘bocachico argentino’ o sábalo es Prochilodus platensis o Prochilodus linneatus.
Habita el río de La Plata en el sur del continente y llega importado principalmente de Argentina y Uruguay.
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Tanto el sábalo como el bocachico hacen parte de la misma familia (Pochilodontidae) y del género (Prochilodus), pero son de diferentes especies.
El ‘bocachico argentino’ es una especie exótica, no se cultiva en Colombia y no está permitida la importación de reproductores.

Son de la misma familia, pero de distinta especie.
“El sabor del sábalo puede variar por su proceso de congelación, es insípido, es diferente, son 15 días de congelación, el frío le hace cambiar el sabor, es sin sabor, como cauchudo.
Aunque a simple vista estas dos especies se parecen, tienen varias diferencias.
El ‘bocachico argentino’ es mucho más grande, ya que mide más allá de los 50 centímetros y el bocachico de los ríos colombianos llega a medir entre 25 a 30 cms.
Según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, AUNAP, el sábalo se puede diferenciar por su coloración gris verdoso y tiene una región amarilla en el abdomen o vientre y su boca es circular provista con dos series de dientes.
Su sabor varía demasiado, ya que debe permanecer muchas horas en congelación mientras es importado y su precio en Colombia por kilogramo está entre los 10 mil a 11 mil pesos.
“El sabor del sábalo puede variar por su proceso de congelación, es insípido, es diferente, son 15 días de congelación, el frío le hace cambiar el sabor, es sin sabor, como cauchudo, mientras que el natural de acá es fresco, es apetitivo, la gente opta por un pescado como el bocachico para su alimentación”, dijo Jhon Jairo Restrepo, director Técnico de Administración y Fomento de la AUNAP, quien aclaró que los dos son de carne blanca rojiza, solo que el sábalo tiene mayor estado de congelación.
El experto explica que al estar un buen tiempo refrigerado el pez pierde algunas vitaminas con las temperaturas bajas, lo que hace que cambie su sabor.
Según a investigación que hizo la Universidad Católica de Uruguay, el sábalo es un pez de agua dulce y aparte de hallarse en el río de la Plata está en los afluentes de Cuareim, Queguay, Santa Lucia.
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“Es robusto, de líneas poco aerodinámicas, redondeado y poco estilizado. Su cabeza es pequeña en relación con el tamaño del cuerpo. Visto de perfil resulta de forma casi ovalada. Su cuerpo toma una coloración gris oscura en el dorso aclarándose hacia los flancos donde llega a ser casi plateado; posee grandes escamas brillantes”, dice la investigación de este pez.
El bocachico ‘argentino’ suele alimentarse de gusanos, huevos, caracoles, otros peces y microorganismos.
Este pez tiene una particularidad y es que es muy longevo, llega a vivir aproximadamente 10 años.
Algo positivo a resaltar en comparación con el bocachico colombiano es que el sábalo es muy prolífero y no tiene situaciones adversas para reproducirse con facilidad, hecho que no sucede con el pez insignia de Colombia, que está en peligro de extinción.

También es conocido en Colombia como ‘bocachico argentino’
Las características del bocachico

Aparece genoma de esta especie.
En cuanto al pez insignia de Colombia se puede identificar no solo por su tamaño sino por su coloración en adultos, que es plateado uniforme con aletas pectorales y pélvicas con matices rojos y amarillos.
Tiene una boca pequeña con dos hileras de dientes en forma de peine y su valor comercial por kilogramo está entre los 8.000 y 9.000 pesos.
Desde el 2022 a los primeros meses del 2023 la importación ha disminuido considerablemente.
Según la AUNAP, la intención de importación del sábalo proveniente de Argentina fue de 4.519 toneladas el año pasado, y en enero y febrero solo se han importado 1.500 toneladas.
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Algo similar ocurre con la importación desde Uruguay: en el 2022, la intención de importación fue de 4.813 toneladas y este año se han traído al país 855 toneladas.
Según la investigación que hizo la Universidad Católica de Uruguay, el sábalo es exportado principalmente a Colombia, Brasil, Nigeria y Camerún. La forma de trasladarlo a otros países es entero, congelado como se mencionó antes en cajas de 10 a 20 kilos.
MELISSA MÚNERA ZAMBRANO
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO BUCARAMANGA
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