No es su impresión: cada vez es más complicado movilizarse en Bogotá. Vías principales como la carrera 68, la autopista Sur, la avenida Boyacá, la avenida Suba, la calle 13 y la calle 80 –de acuerdo con datos brindados por la Secretaría Distrital de Movilidad– han visto bajar sus promedios de velocidad en los últimos seis meses.
Si bien el promedio en Bogotá no es sustancialmente alto –ronda los 25 km/h–, sí hay corredores donde es más bajo: en la calle 80 (sentido occidente-oriente), por ejemplo, en julio la velocidad promedio fue de 18,8 km/h y en la avenida Caracas (sentido norte-sur), de 14,3 km/h.
Eso sin contar que hay horas y tramos ‘de infarto’. Por ejemplo, EL TIEMPO monitoreó los tableros de velocidad promedio por corredor del Observatorio Distrital de Movilidad y detectó que este viernes, entre las 6:30 a. m. y las 7:30 a. m., el promedio de velocidad de la carrera 68 entre la avenida Suba y la calle 26 era de 2,11 km/h.
Y detrás de ese lento tráfico hay infinidad de historias de estrés de los ciudadanos, como la de Nicolás Martínez, quien le escribió a este diario, con lujo de detalle, cómo este miércoles estuvo a punto de perder una entrevista de trabajo por el tráfico. “Era una entrevista en la carrera 7.ª con calle 75, a las 9:30 a. m. Vivo en la calle 142 con carrera 12. El día anterior programé el viaje en Waze para que, según información en tiempo real, me avisara la hora acorde para llegar con 15 minutos de anticipación”.
Aunque salió hora y media antes, terminó en un enrevesado recorrido por el norte y llegó 20 minutos tarde a su cita. “Esto no es vida, uno puede infartarse en un trancón. En Bogotá últimamente parece imposible ser puntual si no se sale con 3 horas de antelación en distancias menores a 20 kilómetros”, escribió.
Empresas como Tom Tom e Inrix han llegado a ubicar a Bogotá como una de las ciudades más congestionadas del mundo en sus rankings. La primera , por ejemplo, en 2021 la ubicó en el cuarto lugar y estimó que los conductores de vehículos particulares pierden 126 horas al año en el tráfico. Inrix, por su parte, la ubicó como la octava más congestionada y la que les hace perder 94 horas al año a sus conductores de carro particular. Las ciudades que están en los primeros lugares de la lista son Londres (148 horas perdidas), París (140), Bruselas (134), Moscú (108) y Nueva York (102). Pero vale resaltar que estas ciudades tienen grandes sistemas de transporte público (metro, trenes, tranvías, etc.) cuyos tiempos de movilidad no son medidos dentro de estos rankings.
La fórmula del caos
De acuerdo con Luis Ángel Guzmán, investigador de la Facultad de Ingeniería de los Andes, el trancón tiene múltiples causas, que van desde lo estructural hasta aspectos más circunstanciales. Una de las fallas , explica, tiene que ver con el ordenamiento del territorio y cómo la ciudad, día a día, se mueve desde las zonas residenciales en el occidente hacia las zonas laborales en el centro ampliado: “Todos queremos ir del mismo lado al mismo lado a la misma hora por los mismos sitios. Demuestra falta de planificación urbana”.
Aunque Guzmán menciona que una solución clave sería generar nuevos nodos de empleo en otras zonas distintas al centro ampliado –quizá a través de incentivos y políticas regionales con Cundinamar-ca–, resalta que esta es una solución a largo plazo. Eso sí, reconoce que una alternativa podría ser el escalonamiento de horarios de ingreso en los lugares de trabajo para reducir la carga en las horas pico. “Siempre se ha propuesto. Pero creo que nunca se llevó a cabo a gran escala, no sé por qué tenemos esa inflexibilidad”, manifiesta Guzmán.
Otra falla estructural, según el investigador, es “una falta importante de oferta de transporte público de calidad, hay fallas en la garantía de seguridad vial y personal para los ciclistas y una mala infraestructura peatonal”. Esto, como le han explicado otros expertos a este diario, hace que sea poco atractivo bajarse del carro o la moto para subirse a un transporte público masivo y sostenible y optimizar el espacio en las vías.
Por otra parte, Darío Hidalgo, analista en movilidad, apunta a otras causas, como el aumento del parque automotor. De acuerdo con el informe de calidad de vida de Bogotá Cómo Vamos 2021, la tasa de motorización en Bogotá por cada 1.000 habitantes pasó de 117,4 en 2011 a 242,7 en 2021.
En los últimos 10 años, el número de motos registradas en Bogotá aumentó en un 72,29 por ciento y el de los automóviles, en un 49,57 por ciento. Además, se tiene que entre 2013 y 2021, el número de camionetas aumentó en un 96,28 por ciento. Esos aumentos de parque automotor acarrean, a su vez, una serie de externalidades en ocupación de espacio, que no es un asunto menor: el promedio de un carro particular en Bogotá es de 1,2 personas.
Hidalgo también apunta como causa el mal parqueo sin control en las calles, que quita carriles al flujo vehicular. Y agrega a la mezcla de causas la atención demorada de choques simples y, aún más demorada, de choques con lesionados y con fallecidos.
Esta situación preocupa en este 2022, año en el que los siniestros viales fatales han aumentado. De acuerdo con cifras de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), entre enero y junio han fallecido 273 personas en las vías, un 24,66 por ciento más que en el mismo periodo de 2021. Datos de la ANSV, por ejemplo, indican que la mayoría de siniestros fatales ocurren entre las 6 p. m. y la medianoche y entre las 6 a. m. y las 9 a. m.
Bogotá en obra
Todo lo anterior se suma al ingrediente clave y que ha incidido especialmente ahora: decenas, cientos de frentes de obra que implican cierres, desvíos e imprevistos.
De acuerdo con el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), si bien se dice que Bogotá tiene 500 frentes de obra en 2022, “no quiere decir que tengamos 500 frentes activos a la fecha en toda la ciudad, los frentes se abren o se cierran progresivamente”. Por ejemplo, se proyecta que este mes haya 189 frentes de obra abiertos y 105 frentes de labores de conservación.
No se trata de cualquier tipo de obras. Hace más de una década, no se iniciaba la construcción de una troncal de TransMilenio, y en 2021 comenzaron los trabajos de la troncal más larga del sistema: la carrera 68, de 17 kilómetros de longitud. Eso sin contar otras grandes obras como la extensión de la troncal Caracas y Cali, la avenida Guayacanes o la avenida Rincón.
Y eso, advierten los expertos, que no ha empezado lo más retador: las obras de la línea 1 del metro (previstas para enero) o las ampliaciones de la autopista Norte y la carrera 7.ª (cuya preconstrucción arrancará entre 2022 y 2023), entre otras.
Parte de la solución al trancón viene en camino: obras para el transporte público masivo y la movilidad sostenible. Pero, paradójicamente, estas son parte de las causas de la odisea de movilizarse por Bogotá.
REDACCIÓN BOGOTÁ
EL TIEMPO
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