Ciberviolencia: las mujeres son las mayores víctimas – Novedades Tecnología – Tecnología

Un estudio del Instituto Europeo para la Igualdad de Género identificó los sectores donde la ciberviolencia actúa contra los segmentos más desprotegidos de la sociedad, especialmente las mujeres. La mayoría de esas conductas no aparecen tipificadas en los códigos penales de los países miembros de la Unión Europea.

Al menos un 70 % de las mujeres en Europa ha sido víctima de algún tipo de ataque en el mundo cibernético, donde aún persisten campos grises que dificultan su detección.

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“La ciberviolencia contra mujeres y niñas a menudo se desprecia como un fenómeno insignificante y virtual”, advierte el estudio. “Sin embargo, a medida que el espacio digital y cara a cara se integran, esta se amplía y produce violencia y victimización en el mundo físico”, agrega.

La ciberviolencia, que implica el uso de la fuerza a través de dispositivos electrónicos, se manifiesta a través del acecho, la intimidación, la extorsión, el acoso, la difusión de imágenes íntimas, el troleo, la videovigilancia, los mensajes incendiarios y la revelación de información.

La detección de estos campos de acción violenta tiene especial significado en estos momentos, cuando la pandemia del Covid-19 nos ha forzado a utilizar y depender de las herramientas digitales. En este panorama, el “acceso a internet es un nuevo derecho humano fundamental”, según el estudio. Y, aunque reconoce que las plataformas digitales facilitan la igualdad de oportunidades de expresión, asegura que “no todos son bienvenidos en el ciberespacio”. El escenario digital es terreno de cosecha para discursos de ira que excluyen y que se expresan y difunden en contextos de anonimato e impunidad.

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Las victimas en Femenino 

Es importante conocer los distintos tipos de ciberataque para saber qué procedimiento seguir cuando se es víctima de uno de estos.

“Tanto hombres como mujeres pueden ser víctimas de ciberviolencia”, señala el estudio. “Sin embargo, las pruebas demuestran que las mujeres y niñas están altamente expuestas a ellas”. Son ubicadas en la mira en mayor proporción y padecen serias  consecuencias, como sufrimientos físicos, sexuales, psicológicos y económicos. Por eso a menudo las mujeres y niñas se retiran del campo virtual, se aíslan y se silencian, lo que resulta en pérdida de oportunidades de educación, de trabajo y de interacción con otros.

En este contexto es determinante mantener en cuenta que uno de los objetivos prioritarios es la protección de las víctimas. “Las pruebas muestran que las niñas están expuestas a formas de ciberviolencia como el acecho y el abuso de imágenes íntimas no consensuados, mientras las mujeres mayores son vulnerables frente a otros tipos, como el robo de identidad y al acoso”.

Y, además, la ciberviolencia es amplía cuando se comete en los campos de género, “en combinación con otros factores, como la raza y etnicidad, la orientación sexual, las minusvalías y la profesión.

Las agresiones en línea no son fáciles de detectar y se desarrollan a velocidades prodigiosas entre millones de personas.

Los países de la Unión Europea conocen la dificultad para frenar la ciberviolencia y son conscientes de que hay que caminar en esa dirección. Hay “una grave falta de datos e investigación que obstaculiza una evaluación adecuada de la prevalencia y el impacto”, precisa Berta Vall, perteneciente al Grupo de Investigación Pareja y Familia de Blanquerna-Universidad Ramón Llull e integrante del proyecto europeo DeStalk contra la ciberviolencia.

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Las conductas de la ciberviolencia

No obstante, el estudio del Instituto Europeo para la Igualdad de Género, titulado Combatir la ciberviolencia contra mujeres y niñas, logra algo hasta ahora impreciso y desconocido: determinar esas conductas ciberviolentas y definirlas con exactitud. Son las que se presentan a continuación:

Acecho (cyber stalking). Mediante el empleo de correos electrónicos, mensajes ofensivos o amenazantes, la difusión de fotos o vídeos íntimos y el seguimiento de las víctimas a través diversos medios, se pretende intimidarlas y situarlas en un estado de inseguridad personal.

Intimidación, coacciones y acoso (cyber harassment, bullying). Busca provocar en la víctima angustia emocional severa, especialmente entre personas vulnerables, como los niños y los jóvenes. Se expresa mediante solicitudes de favores sexuales o la entrega de contenidos  no deseados, ofensivos, humillantes, degradantes o intimidantes con amenazas y discursos de odio en redes.

Odio (online hate speech, incitement to violence or hatred). Ocurre contra las mujeres e implica, sobre todo, comentarios humillantes y degradantes sobre el aspecto físico, así como amenazas de violación.

Difusión no consentida de imágenes íntimas, espionaje y extorsión sexual. Hace referencia a la difusión pública de contenidos sexualmente explícitos sin el consentimiento de la persona. Se presenta, generalmente, por la expareja de la víctima con intención vengativa o para debilitar la intimidad de la mujer.

El voyeurismo o espionaje digital es otra forma de ciberviolencia.

Troleo. Esta es la definición que el Diccionario de la lengua española ofrece de trolear: “En foros de internet y redes sociales, publicar mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de boicotear algo o alguien, o entorpecer la conversación”. El agresor puede tener o no tener relación con las víctimas y, cuando el troleo es sexista, incluye insultos basados en el género, lenguaje sucio, amenazas de violación y muerte por parte de un grupo coordinado para humillar especialmente a las mujeres.

Incendiarios (flaming). Se refleja en mensajes agresivos y hostiles que implican odio y desafecto. Se emplea para provocar la reacción de otro usuario. Se trata de acciones que pueden ser claramente misóginas, a menudo expresadas mediante amenazas o fantasías de violencia sexual o provocación hacia ella.

Revelación de datos (doxing o doxxing). Supone la difusión de datos personales, como domicilio, fotografías y nombres de la víctima y familiares. Los agresores la emplean para acosar y permitir la localización de las víctimas. Los datos son obtenidos en bases de datos disponibles y sitios web de redes sociales. Mediante la revelación se busca el acoso, el daño financiero, la exposición pública, la extorsión y puede pretender la intención de exponer y avergonzar públicamente a la víctima.

Coacciones de falsos amigos (grooming). A diferencia de la extorsión corriente, se trata de un proceso por medio del cual el agresor prepara a la víctima para el abuso mediante un comportamiento manipulador dirigido a obtener contenido sexual, como imágenes de desnudos o conversaciones u otras formas de interacciones online. Se busca generar una relación de confianza con las víctimas, a través del empleo de falsos perfiles, cuyo objetivo final es la extorsión.

Violencia mediante de los dispositivos conectados (IoT-facilitated violence). El objetivo es acosar, acechar, controlar o abusar de la víctima. Implica el empleo de altavoces, cámaras de seguridad o cualquier otro dispositivo conectado a internet y con control remoto. El agresor puede manipular interruptores a distancia para interrumpir el flujo de electricidad o el sistema de calefacción, encerrar a una persona mediante el control del sistema de seguridad inteligente o grabar con cámaras de seguridad o dispositivos electrónicos.

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Las acciones

El estudio invita a los miembros de la Unión Europea a emprender acciones contra la ciberviolencia. El reconocimiento y la clasificación aportados constituyen un paso importante en esa dirección.

Según el último informe de la empresa de seguridad en internet Kaspersky, que forma parte del programa europeo DeStalk, España ocupa el sexto puesto entre los países más afectados y el 24 por ciento de las personas consultadas por la compañía admiten haber sufrido algún tipo de violencia u hostigamiento por parte de la pareja o expareja a través de dispositivos electrónicos. El 21 por ciento  siente que es espiado a través de aplicaciones móviles.

En el mismo sentido, la investigadora Berta Vall reclama una clara intervención “que implique a diferentes sectores relevantes. No solo desde el punto de vista psicológico o de atención policial, sino también a los legisladores, a los políticos y a la sociedad, a la que hay que concienciar”.

Es, pues, momento de quitarse el antifaz y ver la ciberviolencia como una realidad tangible.

JUANITA SAMPER OSPINA
Corresponsal en España de EL TIEMPO

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