No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza ni deuda que no se pague. Esa es una frase muy común en Colombia y le cae de la mejor manera al tenista colombiano Daniel Galán, quien logró el mejor resultado de su carrera al alcanzar la tercera ronda de un grande, en este caso, el US Open, del que fue eliminado por el español Alejandro Davidovich Fokina, con parciales 6-4, 5-7, 6-4, 6-4.
Lo es porque cuando tenía 15 años se paró frente a Santos Galán y Doris Riveros, sus padres, y tuvo la suficiente personalidad de decirles que no quería seguir estudiando, que su futuro era el deporte y que quería dedicarse de lleno al tenis.
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Dejó de estudiar
Se sorprendieron, claro está, pero no lo meditaron, le dieron la oportunidad, le dieron el sí, pues porque su hijo venía demostrando gran talento y una personalidad arrolladora, por lo que su futuro podía estar empuñando una raqueta.
Santos siguió al frente de él, de sus entrenamientos, de su vida. El joven les prometió que si no le iba bien, pues recompondría el camino, su vida, pero no tuvo que ser así.
Daniel nació en Bucaramanga el 18 de junio de 1996, pero cuando cumplió dos años su familia tuvo que trasladarse a Neiva, capital del Huila, y luego a Bogotá.
El tenis no era desconocido para él. Su padre estaba muy bien enterado del tema, tanto que sus hermanos lo practicaron. Sat, el mayor, llegó a representar al país en varios eventos, pero se retiró. Hoy es administrador de empresas, lo mismo que su hermana, Rocío. Xando es el otro hermano que completa la familia Galán Riveros, él es ingeniero de petróleos.
“Soy un poco tímido y callado por fuera de la cancha, pero en ella busco hacer mis cosas, estar concentrado en la estrategia que hagamos en el partido. Soy una persona muy de familia. No salgo mucho. Me gusta estar en mi casa; con tantos viajes no me quedan ganas de salir”, le dijo a EL TIEMPO hace unos años.
Cada vez que camina por los diferentes torneos se ve una persona muy respetuosa. Saluda, agradece y se despide. Sus papás siempre le enseñaron a ser alguien sencillo, sin importar lo que tenga ni lo que haya conseguido.
“La personalidad de Daniel es algo que trabajamos como papás con todos nuestros hijos. Uno lo que primero les enseña es la humildad, trabajo, dedicación. Le inculcamos muchos valores. Es el menor y es muy consentido por sus otros hermanos y papás”, recuerda Doris.
Y agrega: “Era muy lloretas porque era demasiado consentido. Su hermana lo ama porque desde pequeño es noble”.
Su personalidad fuera del campo indicaría que afrontaría los retos en las canchas del mundo bajo de nota, pero no es así; todo lo contrario, pues cuando entra a la cancha se transforma.
Así quedó evidenciado en la Copa Davis del 2018, cuando fue la gran figura colombiana en el triunfo 3-2 sobre Brasil, que le dio la opción de conseguir un cupo en el repechaje al Grupo Mundial.
Esa vez, la raqueta colombiana demolió y no les dio opciones a los brasileños Thiago Monteiro y Guilherme Clezar. En su derecha parece tener un rayo. Domina y pone a sus rivales a correr la cancha antes de darles la estocada.
Su cambio
Aunque creció como una persona tranquila, y de a poco se ha venido soltando, logrando una mayor madurez como persona y como tenista, sus papás no quieren que pierda el norte.
“Ha madurado, ya ha mejorado en las entrevistas. Mi esposo ha colaborado mucho. Cuando no tenía con quién entrenar, Santos y sus hermanos lo ayudaron. Cuando uno está abajo, nadie lo ayuda, y cuando uno está arriba, todos quieren estar con uno. Los hermanos iban con él a entrenar. Sin embargo, uno tiene que aterrizarlo”, añade Doris.
En su cabeza está el no quedarse ahí, el seguir avanzando. Es claro que ha superado etapas, ha madurado y que ha progresado, pero quiere más, por eso trabaja fuerte para llegar más lejos.
Aunque la tercera ronda del US Open no pudo ser superada, ya trabaja en eso, en convertirse en uno de los referentes del tenis colombiano.
Su condición de vegetariano, que le inculcaron sus padres, hace que no tenga una gran contextura. Y afinar detalles para seguir subiendo en el escalafón de la ATP y cumplir una de las metas que tiene: enfrentar a Rafael Nadal y Roger Federer.
Es manejado por Ricardo Sánchez, un hombre que ha estado al frente de las tenistas Fabiola Zuluaga y Camila Osorio y ahora quiere llevar a Galán a lo más alto.
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