Danilo Rueda deja el cargo de alto comisionado de paz con muchos frentes abiertos, varios nudos abiertos en su propósito de alcanzar la paz total y pocos resultados tangibles para la opinión pública.
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Una de las dificultades más grandes que tuvo Rueda en su trabajo fue, sin duda, la multiplicidad de tareas que tenía. En casi catorce meses del Gobierno Petro, llegó a iniciar y sostener ocho procesos de negociación con distintos grupos armados ilegales.
Algunos de un origen estrictamente político como el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y otros conformado por bandas que se nutren de crímenes como el narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal como es el caso del Clan del Golfo.
Por si fuera poco, Rueda tenía a su cargo la implementación del Acuerdo Final con las Farc, firmado en 2016 por el Gobierno de Juan Manuel Santos. Una labor cuyos resultados dejan mucho que desear.
La representante de Cambio Radical, Carolina Arbeláez, aseguró en las últimas horas en una sesión de la Comisión Primera de la Cámara que a día de hoy no se ha ejecutado el presupuesto para la implementación del acuerdo final de paz.
La congresista hizo referencia al Portal de Transparencia Económica del ministerio de Hacienda en el que se refleja que de los 1.2 billones de pesos destinados para la implementación de la paz se ha ejecutado el 0 por ciento.
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Si esto ocurre en los despachos públicos, la situación en los territorios en materia de violencia es dramática. Según Indepaz, en lo que va corrido de este 2023 van 86 masacres con 277 víctimas. Toda una paradoja para un gobierno que pregona la reconciliación total entre los colombianos.
Hay que anotar, sin embargo, que el cargo de Alto Comisionado de Paz ha sido, tradicionalmente, uno de los más complejos para quienes lo han ocupado en Colombia.
Casi todos, desde que John Agudelo Ríos, por allá a comienzos de los 80, inauguró el cargo en el gobierno de Belisario Betancur -era ‘director de la Comisión de Paz-, siempre ha traído para sus titulares críticas, algunas veces amenazas e incluso, como le ocurrió a Luis Carlos Restrepo, comisionado de paz del gobierno de Álvaro Uribe, procesos penales.
Pero tal vez ninguno fue protagonista de tantas polémicas como Rueda.
“Ninguno de estos grupos confía en las instituciones ni en el Gobierno, insisto, porque han nacido de trampas, trampas y mentiras”, dijo en un momento determinado en referencia a las disidencias de las Farc tras la ejecución de una página más de violencia.
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Esa forma de comunicar, naturalmente, alimentó la idea entre los opositores que Rueda no tenía claro su papel. Él, decían, debe mirar los actores armados sin tanta comprensión porque ya no representa a una ONG sino al Estado.
En efecto, esa posición, venida del representante del Estado y, por lo tanto, contraparte de los grupos armados en la mesa, encendió el debate porque apunta a que un jefe de las Farc, como ‘Iván Márquez’, que traicionó el proceso de paz y volvió a las armas y al narcotráfico, lo hizo forzado por un supuesto incumplimiento del Estado y un ‘entrampamiento’.
Es una versión que no tiene asidero en ninguna evidencia ni decisión legal: la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) expulsó a ‘Márquez’ y a sus socios por no cumplirle a la paz, y en Estados Unidos varios de los narcos que estaban haciendo negocios de coca con ‘Jesús Santrich’ aceptaron cargos y fueron condenados.
Rueda -a quien el país vino a conocer porque con el hermano del presidente Petro, Juan Fernando Petro, estuvieron en la campaña presidencial visitando pabellones de varias cárceles hablando de una política de ‘perdón social’- también tuvo diferencias con el senador Roy Barreras, quien públicamente le cuestionó su responsabilidad en el falso anuncio presidencial de un cese de fuegos con el Ejército de Liberación Nacional (Eln) a principios de este año y en la salida en falso de incluir extraditables en el grupo de jefes de bandas que serían beneficiarios de salvoconductos para participar en los diálogos.
Él representa a la gente, a todos los colombianos, y que su principal preocupación debe ser generar confianza sobre el proceso, o los procesos, entre la gente: no buscar la confianza de los violentos
Camilo Gómez, el comisionado de Paz durante las negociaciones de El Caguán, consideró en su momento que la pugnacidad de Danilo Rueda genera ruidos innecesarios a la de por sí compleja, y nunca exenta de polémicas, misión de intentar el fin de la violencia.
“El señor Rueda tiene que recordar que él representa a la gente, a todos los colombianos, y que su principal preocupación debe ser generar confianza sobre el proceso, o los procesos, entre la gente: no buscar la confianza de los violentos”, aseguró Gómez.
“Hay demasiadas cosas no formales, muchos asuntos no transparentes, desde que se iniciaron esos acercamientos con los narcos en las cárceles”, argumentó Gómez sobre el trabajo de Rueda .
Gómez también cuestionó que en una negociación de paz, no necesariamente los pronunciamientos ‘amables’ o comprensivos de Rueda –“entendemos que están en armas, entendemos sus motivaciones, pero por favor paren el uso de las mismas porque están afectando a la población”, fue otro de los más polémicos- hacia los generadores de violencia generan confianza entre ellos.
Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), señaló también en un momento a este diario que Rueda tenía “serias dificultades de comunicación y relacionamiento con el público en general, y esas dificultades sí pueden ser un obstáculo en su labor”.
Rueda, por su parte, se mostraba vehemente al defender su trabajo: “Nunca he hecho promesas. Nunca he pretendido beneficiar a nadie ante la justicia. Nunca he tenido influencia en los círculos del poder. Siempre he actuado dentro de la legalidad. Jamás le pondría un precio a mi trabajo por la paz. Y nunca traicionaría los principios de integridad y altruismo que heredé de luchadores incansables como Eduardo Umaña, Josué Giraldo, y Yolanda Cerón”, dijo. Y agregó: “Estoy totalmente abierto al escrutinio público porque no tengo nada que esconder”.
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Desde su posición, ¿cómo ven ustedes el trabajo de Danilo Rueda, alto comisionado de Paz?, le preguntó EL TIEMPO a monseñor Luis Mariano Montemayor, cuando era el nuncio apostólico en Colombia.
“No creo que sea ingenuo. Tal vez es entusiasta, tal vez va demasiado rápido, pero también es cierto que él está urgido de mostrar resultados por las necesidades políticas. En algún momento creo que debe empezar a soltar cosas, porque humanamente no puede estar al frente de tantas cosas”, respondió en aquella ocasión el jerarca de la Iglesia, institución que sigue de cerca todo el proceso de la paz total.
Eduardo Pizarro, con doctorado en Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Políticos de París y profesor de la Universidad Nacional y quien en el pasado también ocupó la oficina de Rueda, le dijo a la revista Cambio:
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“Creo que el modelo de paz total del Gobierno Petro es la improvisación. Creo que está pésimamente diseñado. El temor que tengo es que no nos conduzca a la paz, si no hay rectificaciones profundas del modelo. Y que podamos ver agravado el conflicto interno, es decir, que haya una gran frustración”.
“El llamado Estado Mayor Central es una colección de bandas narcotraficantes recogidas de un modo un tanto artificial bajo una denominación que nunca debió ser aceptada”, aseveró en entrevista con EL TIEMPO hace una semana el senador Humberto de la Calle sobre los desafíos de la ‘paz total’.
“Aunque sea duro decirlo, el Gobierno debería examinar un timonazo: dedicarse a fondo al Eln y suspender temporalmente las conversaciones con las organizaciones más belicosas, lo cual significa suspender también los ceses de fuego con estos últimos. Eso implica refinar la estrategia militar, buscar objetivos de alto valor, no desechar acciones de alto impacto que fueron eficaces en el pasado con el ánimo de recuperar el control territorial”, dijo a este diario De la Calle. Hoy Rueda sale del cargo.
Y su sucesor es Otty Patiño, quien estaba a cargo de esa negociación. Llega precedido de gran experiencia y con un estilo distinto.
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