En la más reciente encuesta de descarbonización y acción climática de la Cámara de Comercio, que se hizo en 1.513 empresas de Bogotá para conocer el nivel de implementación de medidas a fin de reducir las emisiones de carbono a la atmósfera, se concluyó que el 73 por ciento de ellas no conocen qué es la descarbonización –reducción de las emisiones de carbono de origen fósil– y el 60 por ciento no han realizado acciones para hacerle frente al cambio climático.
Estos resultados también fueron destacados en el informe de Calidad de Vida 2021 de Bogotá Cómo Vamos, en el que se lanzó una alerta sobre la problemática. “El rol de las empresas en la sociedad trasciende a la capacidad productiva y de generación de empleo. Las empresas son un actor fundamental para la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad”, destacó el documento.
Si bien este desconocimiento tiene una enorme relevancia en términos ambientales, la preocupación también está ligada al impacto en la productividad dentro de las compañías.
“Este es un asunto que de alguna u otra manera las va a impactar y encontramos tres puntos fundamentales que preocupan a los empresarios. A la mayoría, cerca del 60 por ciento, les preocupa el aumento en el precio de las materias primas. Además, les inquieta el aumento de desastres naturales y los cambios permanentes en la temperatura”, le dijo a EL TIEMPO Ana María Fergusson, vicepresidenta de Articulación Público-Privada de la Cámara de Comercio de Bogotá.
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Pese a esto, el 40 por ciento de las empresas encuestadas no encuentran relación entre su actividad empresarial y el cambio climático y solo el 20 por ciento perciben una relación directa entre sus operaciones y esta problemática.
A partir de estos datos, se han identificado varios retos para las empresas de la ciudad, principalmente en el sector manufacturero, en el que aparecen las compañías que se perciben menos relacionadas con estas problemáticas. La adquisición de tecnologías que permitan la eficiencia energética y la aplicación de modelos de aprovechamiento de residuos son algunas de las acciones de adaptación y mitigación necesarias para cumplir el Plan de Acción Climática de Bogotá 2020-2050 (PAC).
Sin embargo, cumplir esos objetivos no es tarea sencilla para todas las empresas.
“Hay algunos aspectos que son fundamentales y que salieron de la encuesta. Primero, se evidencia la falta de oportunidades de acceso a incentivos especialmente tributarios por inversión en mejoramiento ambiental. Lo otro es que las empresas no cuentan con información especializada. Finalmente, hay algo que se ha discutido mucho y es que saben que para hacer esto requieren una inversión, pero carecen de financiación”, explicó Fergusson.
Las brechas son mayores para las medianas y pequeñas empresas, pero desde la Cámara de Comercio también reconocen que existe una oportunidad para aplicar estrategias que luego pueden usarse a mayor escala. “Si bien no tienen el conocimiento técnico y específico sobre estas materias, hay un interés en tener mayores capacitaciones, mayores herramientas y mayores apoyos para la ejecución de proyectos en este tema”, reconoció Fergusson.
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Desde Bogotá Cómo Vamos proponen una solución. “Si se logra responder a esta realidad a través de proyectos de articulación público-privada (…), se pueden crear ecosistemas de innovación que avancen en la implementación de buenas prácticas operativas en gestión ambiental y energética”, explican.
Guía de descarbonización
Conscientes de esa situación, la Cámara de Comercio creó una guía de descarbonización con énfasis especial en las micro, pequeñas y medianas empresas. En el documento –que puede ser consultado en la web de la CCB– se encuentra una serie de pasos y mecanismos de acceso a financiamiento para que puedan avanzar hacia la descarbonización.
Un ejemplo es la Asociación de Alfareros de Ráquira, la cual, si bien está ubicada en Boyacá, tiene un proceso ligado a la capital. Esta reúne a cerca de 230 asociados, y decenas de familias viven la actividad. Durante décadas, esta empresa trabajó con un horno baúl de seis hornillas con operación manual para la fabricación artesanal de tabletas en arcilla.
“En el proceso de cocción de las artesanías se generan unos contaminantes al ambiente que nacen a partir del humo que sale por las calderas. Durante mucho tiempo creímos que esta actividad no tenía un impacto en el ambiente o en la calidad del aire del municipio. Todo cambió cuando se creó la asociación”, explicó Paola Rico, su representante.
Los dos fundamentos bajo los cuales se creó la organización fueron el rescate de la tradición artesanal y el trabajo en pro de la conservación ambiental, por ese motivo empezaron a buscar formas de reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Primero probaron con una carbonilla, una herramienta que ayuda a que al horno con el que se cocinan las artesanías entren aire y carbón en una cantidad determinada y se evite la generación excesiva de gases. Sin embargo, esa idea no funcionó.
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“Empezamos a buscar más equipos y encontramos uno que se llama Stoker. Lo que hace es dosificar los materiales que ingresan al horno. Con ese equipo pudimos hacerles unos arreglos estructurales a los hornos para que ya no funcionarán con cuatro quemadores, sino con uno. Gracias a Dios nos funciona eficientemente. No perdimos calidad y reducimos mucho más del 100 por ciento los contaminantes”, contó Rico.
Meses después de comprobar la eficiencia en términos de producción, evidenciaron que se redujo en 72 toneladas la generación de gases de efecto invernadero por año. Además, lograron ahorrar 18.933 kilovatios/hora por mes y evitaron gastar más de 7 millones de pesos por año en tarifas de energía. Allí, gracias al Fondo Acción y a la Corporación Ambiental Empresarial (Caem) se pudieron instalar trece equipos más para la dosificación automática del combustible.
Incidencia en el ambiente
Según el ‘Inventario de emisiones contaminantes atmosféricas 2020’ de la Secretaría de Ambiente, el 2 por ciento de las emisiones de Bogotá provienen del sector industrial (empresas que operan con hornos y calderas) y el 1 por ciento, de fuentes fijas comerciales (edificios y otros). Con respecto a las actividades industriales que cuentan con mayor cantidad de establecimientos con fuentes fijas que operan por combustión, estas son la elaboración de productos alimenticios y bebidas (23,6 por ciento); servicio de lavado y limpieza de materiales textiles (10 por ciento); fabricación de productos elaborados con metal (9,9 por ciento); confección de prendas y artículos con materiales textiles, con la fabricación y acabado de productos textiles (8,7 por ciento), y fabricación de sustancias y productos químicos (6,9 por ciento).
Otros casos de éxito
Otras grandes empresas también han logrado eficiencia energética y reducción de emisiones. Holcim, por ejemplo, lanzó una línea de concreto verde y ECOPlanet, que reduce las emisiones de CO2 en al menos 30 por ciento. Por su parte, Alquería redujo el espesor de las bolsas que sirven de empaque para sus productos, con lo cual se consiguen evitar 1.200 toneladas de gases de efecto invernadero, y trabaja para que su flota de transporte sea eléctrica. Finalmente, el centro comercial Fontanar instaló un sistema de iluminación que les permite ahorrar un 15,87 por ciento de energía. “Es una labor que requiere del interés público, desde las políticas, y privado, a partir del compromiso y la voluntad para hacer una reingeniería en sus procesos”, concluyó Fergusson.
CAMILO CASTILLO
EL TIEMPO
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