Entrevista Gerente Banco de la Republica tasas de interes y fondo ahorro pensiones

mientras lidiaba con la presión desde distintos flancos por un tema habitual para esa entidad, bajar las tasas de interés, al Banco de la República le surgió otro asunto que no se esperaba: la posibilidad de tener que administrar los aportes a pensiones, incluyendo los de cientos de miles de trabajadores que ahora escogen un fondo privado pero de aprobarse la reforma pensional, serán obligados a cotizar en Colpensiones.

El gerente del Emisor, Leonardo Villar, se refiere en esta entrevista por primera vez a esa posibilidad, y también responde sobre las tasas de interés y cómo se está viendo desde la institución que encabeza lo que sigue en crecimiento para el país.

Lo más parecido a un ‘acuerdo nacional’ es que el Gobierno y el sector privado coinciden en que haya recortes más rápidos de los que se están viendo en las tasas de interés. ¿Por qué la junta directiva del Banco de la República está optando por una posición más prudente?

Villar explica las razones de la junta para bajar las tasas como lo ha venido haciendo.

Villar explica las razones de la junta para bajar las tasas como lo ha venido haciendo.

Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO

Hay consenso en que sería deseable tener tasas más bajas. La política monetaria afortunadamente va en esa dirección gracias a que la inflación está cediendo. La gran pregunta es sobre la velocidad: lo que yo diría es que no siempre por correr se llega más lejos. El Banco de la República viene bajando las tasas de interés de política de una manera significativa. El periodo de aumentos en esas tasas quedó atrás, en marzo del año pasado. Después de esa fecha las mantuvimos estables hasta diciembre y a partir de ese mes las hemos reducido en cuatro sesiones de junta a un ritmo que se aceleró en marzo de 2024.

En todo este período las tasas de interés del mercado han bajado a un ritmo superior al que lo ha hecho la tasa de interés de política. Eso ha sido posible en la medida en que se mantienen expectativas de que la inflación va a seguir bajando. El gran riesgo sería que un intento por acelerar el proceso más allá de lo que indica la cautela pueda conducir a situaciones que entorpezcan reducciones futuras de la inflación y de las tasas de interés.

¿Qué factores concretos de riesgo se ven que conducen a actuar con esa cautela?

Riesgo siempre hay. Lo que se ha hecho es actuar de forma que el eventual impacto de esos riesgos se minimice y sea muy improbable que tengamos que devolvernos o incluso frenar el proceso de reducción de las tasas. En la última sesión de Junta se tuvo muy en cuenta el hecho de que en el pasado mes de abril el entorno financiero global implicó un endurecimiento de las condiciones financieras internacionales con aumento en las tasas de interés a plazo de los bonos emitidos por los Estados Unidos. Esta situación condujo a aumentos en los márgenes de riesgo de muchos países de América Latina, lo que en el caso colombiano indujo una presión al alza en las tasas de los TES y también aumentos en la tasa de cambio, qué hacían más riesgoso acelerar el proceso de reducción de tasas de política del Banco de la República en ese momento. Hacia el futuro tendremos que ver cómo evoluciona el proceso de reducción de la inflación, las expectativas de inflación y, obviamente, las condiciones financieras internacionales.

¿Hay también un riesgo si al seguir bajando la tasa en Colombia termina acercándose mucho a las de otros bancos centrales, pero principalmente al Banco Central de Estados Unidos?

La inflación, aunque ha bajado mucho, todavía se encuentra más de 4 puntos porcentuales por encima de la meta.

Esos riesgos tendríamos que evaluarlos en su momento. Todavía estamos bastante por encima de la tasa de los Estados Unidos, pero hay experiencias que sugieren que un país puede incluso llegar a tener tasas de interés similares a las de Estados Unidos durante periodos específicos de tiempo. Un caso reciente muy elocuente es el de Costa Rica, que ha tenido un proceso de ajuste macroeconómico muy sustancial, muy elogiado incluso por la revista The Economist, que ha llevado a que la tasa de inflación sea negativa y, sin embargo, el crecimiento de la economía sea relativamente alto.

En Costa Rica han tenido la posibilidad de mantener una tasa de interés de política inferior a la de los Estados Unidos sin mayores riesgos. Vale la pena reiterar que eso es posible porque tienen inflación extremadamente baja, negativa, y eso les da esa flexibilidad.

Otros países de América Latina han podido bajar la tasa de interés, no por debajo de la de Estados Unidos, pero a niveles muy inferiores a los que tiene Colombia en este momento. Sus tasas de inflación son hoy muy cercanas a sus metas. Es el caso de Perú, Chile o Uruguay, que han podido tener tasas de interés por debajo de un 7 por ciento. Esa opción resulta mucho más difícil en Colombia porque la inflación, aunque ha bajado mucho, todavía se encuentra más de 4 puntos porcentuales por encima de la meta.

En esta discusión siempre es clara la responsabilidad del Banco de la República, pero el mandato dice que en su tarea debe haber coordinación con la política fiscal, que corresponde al Gobierno. ¿En ese sentido, cómo ve el gasto público?

Lo fundamental para la política monetaria es la tranquilidad de que los desbalances fiscales se van reduciendo y la deuda pública, como porcentaje del PIB, tiende a converger hacia un nivel sostenible. Eso ha sucedido en los dos últimos años, 2022 y 2023. El déficit fiscal y el nivel de deuda como porcentaje del PIB se redujeron. Para 2024 está previsto, de acuerdo con las proyecciones actuales del Gobierno, que el nivel de deuda aumentaría como porcentaje de PIB, pero en una magnitud consistente con la regla fiscal.

El aumento en el nivel de deuda se daría por el hecho de tener una economía desacelerada, pero sería consistente con una perspectiva de volver a bajar ese nivel de deuda sobre PIB en los años subsiguientes. Desde ese punto de vista, la consistencia de la política monetaria y la política fiscal se ha dado, y ambas han actuado para reducir los desequilibrios macroeconómicos y bajar las presiones inflacionarias, algo que afortunadamente estamos viendo en la práctica desde hace ya más de 12 meses.

¿Por qué el gasto público puede tener efectos en la inflación?

La inflación típicamente se genera en situaciones en que hay excesos de demanda, y la demanda puede provenir de gasto del Gobierno o del sector privado. En 2022 y 2023 el aumento en el gasto público fue acompañado de un financiamiento adecuado mediante aumentos tributarios que hicieron que el Gobierno en su conjunto no generara un exceso de demanda. y, por el contrario, contribuyera al proceso de ajuste que hemos observado. Este ajuste contribuyó a reducir la inflación y mitigar otro desequilibrio muy importante, que es el de la cuenta corriente de la balanza de pagos. De hecho, el déficit externo, que tiende a ser un reflejo de los excesos de gasto en la economía, llegó a ser de 6,2 por ciento del PIB en 2022 pero se redujo sustancialmente en 2023 a sólo 2,7 por ciento del PIB, una cifra sostenible y que hace menos vulnerable a la economía colombiana frente a los vaivenes de las condiciones financieras internacionales.

Las presiones a los precios en este momento se relacionan con combustibles, con energía eléctrica o con el fenómeno del Niño, es decir vienen del lado de la oferta. ¿Por qué, entonces, la importancia de las tasas, que actúan sobre el lado de la demanda?

Las presiones inflacionarias que tuvimos en 2021 y 2022 fueron en parte de oferta pero en una medida muy importante de demanda. Los excesos de demanda fueron evidentes en muchos frentes. Las cifras que ha publicado el Dane muestran que en esos años la demanda estaba creciendo mucho más rápidamente que la producción. En el período más reciente nos ha tocado vivir el proceso de ajuste de esos desequilibros para poder reducir la inflación.

Los argumentos para ajustar el precio de la gasolina a niveles internacionales, tal como se ha hecho por parte del gobierno durante los últimos 18 meses, son argumentos muy válidos. Sin esos ajustes el Gobierno estaría subsidiando a quienes andan en automóviles, en lugar de subsidiar a las personas más vulnerables de este país. Eso sería un subsidio regresivo y poco conveniente. En ese sentido es bienvenida la política que ha adoptado el Gobierno. Los aumentos en los precios de los combustibles pueden generar presiones al alza en algunos rubros de la canasta que se usa para medir la inflación pero solo se convierten en presiones inflacionarias generalizadas cuando hay excesos de demanda.

Para bajar la inflación tenemos que generar una situación en la que los excesos de demanda desaparezcan. Eso afortunadamente lo estamos viendo. Hace un par de años se cuestionaba mucho la efectividad que tendría la política del Banco de la República de hacer contracción monetaria. En ese momento insistíamos en que esa era una política cuyos impactos empezarían a sentirse con un rezago aproximado de un año o un año y medio. Eso es precisamente lo que hemos visto desde abril del año pasado, cuando se inició el proceso de reducción significativa de la inflación. El rezago con el cual opera la política monetaria no es exclusivo de Colombia. En Colombia no nos inventamos la política monetaria ni sus efectos. La gravedad funciona en Colombia como funciona en el resto del mundo. Y es la misma razón por la cual las tasas tuvieron que ser aumentadas de manera muy importante en los Estados Unidos, en Europa, en las otras economías latinoamericanas, y solo pueden ser reducidas nuevamente en la medida que la inflación baje y converja hacia la meta establecida por el banco central de cada país.

Usted menciona las alzas de la gasolina. ¿Sería deseable que se complete con las del diesel?

Desde el punto de vista fiscal es muy importante evitar que persistan subsidios a sectores que le quitan al Gobierno capacidad de focalizar sus políticas en los sectores más desfavorecidos de la población. Por eso el Gobierno ha planteado la necesidad de ajustar también el precio del diesel. Es claro que tiene dificultades para hacerlo y está buscando mecanismos de concertación para lograrlo de la manera menos dolorosa posible. Ello además es algo que se puede manejar desde el punto de vista de las presiones inflacionarias. Vale la pena recordar que la inflación bajó en los últimos 13 meses en más de 6 puntos porcentuales a pesar de que el precio de la gasolina se ajustó al alza en más de 50 por ciento por razones fiscales muy comprensibles. La política monetaria es, en última instancia, la que determina, con un rezago, el comportamiento de la inflación.

¿Entonces usted cree que no hay que tenerle tanto miedo a que, como suelen decir los transportadores, un alza del diesel se multiplicaría en alimentos y en todo lo que ellos transportan?

Esos impactos se multiplican fácilmente cuando hay excesos de demanda. Cuando la demanda está controlada lo que genera un aumento del precio del diesel o de la gasolina es un aumento de precio relativo de esos productos, que es lo que se busca. Una política monetaria cautelosa, como la actual, ayuda a evitar que cualquier aumento en un precio específico, como puede ser el de la gasolina o el del diesel, se convierta en una espiral de aumentos de precios de todo tipo de productos.

¿Este es el momento de aplicar alzas al diesel y que haya un efecto menor?

El aumento del precio del diesel, como el de la gasolina, es bueno hacerlo cuando se presenta el aumento en el precio internacional, para evitar que existan esos subsidios que no son convenientes.

El gerente del Banco de la República señala que lo peor de la desaceleración pudo haber pasado ya.

Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO

Hace unos días salió el Indicador de Seguimiento de la Economía del Dane, con un dato superior a lo que se estaba viendo en diciembre o enero. ¿Será que ese dato ya muestra un cambio de la actividad económica luego de la desaceleración?

Los datos del ISE de enero y de febrero fueron superiores a las expectativas, y eso condujo a que el equipo técnico del Banco revisara las proyecciones para el año completo 2024 desde una proyección que a finales del año pasado tenía en 0,8 por ciento, y en enero de este año en 1,1 por ciento, a una proyección que hoy es de 1,4 por ciento. Lo que eso sugiere es que ya pasó lo peor de la desaceleración económica que tuvimos, y que en un grado importante era inevitable después de los desequilibrios que se venían conformando.

Las perspectivas hacia adelante son de recuperación, pero por supuesto tenemos que estar muy pendientes de la información nueva que vaya saliendo. Los datos de algunos sectores como los de industria, los de ventas del comercio, siguen siendo negativos cuando se comparan con un año atrás. Cuando se miran secuencialmente, mes tras mes, han mostrado cierta estabilización, pero todavía no muestran una recuperación. Tenemos que estar muy pendientes de la información que vaya saliendo para evaluar en qué medida esa recuperación se presenta. Ojalá se dé en la forma como lo está proyectando hoy el equipo técnico del Banco, con un crecimiento que sería este año muy superior al del año pasado y en 2025 con un crecimiento superior al 3 por ciento, acorde con la capacidad productiva de una economía como la colombiana.

En el Congreso les quieren poner tareas. Específicamente, administrar los aportes para pensiones de los trabajadores. ¿Las necesidades particulares de esas inversiones podrían entrar en conflicto, ser contradictorias, con los movimientos que hace el Banco de la República en los mercados financieros en cumplimiento de la política monetaria?

Esto significa que el Banco no puede tener responsabilidad alguna sobre las mesadas de pensiones futuras.

Sobre el fondo de ahorro previsto en la Ley pensional, el Banco va a pronunciarse próximamente porque hay que hacer claridades en varios frentes. Lo que podría adelantar es que para que sea viable que el Banco administre un fondo de ahorro como el que se genera en la reforma pensional se necesita que ello se haga en el marco de su función constitucional como agente fiscal del Gobierno. Ello a su vez requiere que la propuesta sea avalada explícitamente por el Gobierno.

Hay que hacer claridad de que el papel de agente fiscal significa administrar unos recursos haciendo los mejores esfuerzos para generarles rentabilidad, pero la responsabilidad del Banco solo puede ser de medio y no de resultado, tal como sucede, por ejemplo, en la administración del Fondo de Ahorro y Estabilización (FAE) que manejamos actualmente. Esto significa que el Banco no puede tener responsabilidad alguna sobre las mesadas de pensiones futuras, como se insinúa en algunos apartes del proyecto de Ley aprobado por el Senado. En un sistema pensional de prima media como el que maneja Colpensiones, la responsabilidad de las pensiones futuras es íntegramente de esa entidad y del Gobierno nacional. Habría que aclarar también que una entidad como el Banco de la República tendría que delegar esa administración en agentes especializados, tal como lo ha hecho tradicionalmente en fondos como el FAE. Los detalles sobre las inquietudes que estamos analizando en el Banco de la República los expresaremos en una comunicación al Congreso tras la discusión que ya hemos iniciado con los miembros de la Junta Directiva del Banco.

¿Un acercamiento a los parlamentarios es iniciativa de ustedes o ellos los han buscado?

El texto tal como se aprobó hasta el momento no había sido discutido con el Banco. El Gobierno tenía una propuesta diferente y no nos ha manifestado que se haya dado un aval al texto aprobado por la plenaria del Senado.

Los fondos que han administrado no se comparan en magnitud, en impacto, con el posible fondo de los recursos de las pensiones…

Los fondos que el Banco ha administrado tienen características diferentes. En lo que se refiere al tamaño, algunos estimativos sugieren que el monto del ahorro que haría el Gobierno con base en la reforma pensional sería sustancial y tendría implicaciones macroeconómicas. Eso es algo que puede ser positivo, pero requiere de decisiones importantes que van más allá de las que corresponden a un simple administrador como sería el Banco de la República.



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