FAO: ‘Tenemos ocho años para acabar con el hambre en el mundo’ – Latinoamérica – Internacional

Los desastrosos efectos económicos y sociales desatados por la pandemia del covid-19, sumados a los causados a nivel global por la invasión rusa a Ucrania –uno de los principales productores y exportadores de cereales- tienen cada vez más en jaque la seguridad alimentaria de varios países y agravaron la posibilidad de lograr erradicar el hambre en el mundo para 2030, tal como se lo propuso la ONU hace siete años en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

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La actual crisis mundial está empeorando la situación por cuenta de la inflación exagerada en los precios de los alimentos y combustibles, y la escasez de fertilizantes, que, sumado a los efectos del cambio climático, no muestra visos de una pronta solución.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que el año pasado 828 millones de personas padecieron de hambre, lo que supuso un aumento de 5,8 por ciento, lo que equivale a 46 millones, en comparación al 2020 y de 150 millones (22,1 por ciento) si se revisan las cifras de 2019.

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A nivel regional, la FAO señala que entre 2020 y 2021, cuatro millones de personas más sufrieron hambre en América Latina y el Caribe cuando Colombia no se escapa del embate. La Organización proyecta que al menos 7,3 millones de personas necesitarán asistencia alimentaria y ubica al país entre las 20 naciones de mayor riesgo en sufrir hambre aguda.

Ante el desafiante contexto, el uruguayo Mario Lubetkin asumió las riendas como nuevo representante regional de la FAO. Lubetkin conversó en exclusiva con EL TIEMPO sobre las perspectivas mundiales y los retos del nuevo Gobierno colombiano en materia de seguridad alimentaria.

Ahora que asume el reto de dirigir a la FAO a nivel Latinoamérica, ¿cuál va a ser su tarea primordial?

Nuestro trabajo es, en primer lugar, apoyar a los gobiernos en la búsqueda de las políticas gubernamentales correspondientes para eliminar el hambre y la pobreza. Es decir, cumplir con los ODS para el 2030. Naturalmente, el cuadro es muy complicado en todo el mundo.

Pero, teniendo en cuenta 828 millones de personas están pasando hambre en el mundo, ¿sigue pensando que ese objetivo se podrá lograr en ocho años?

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 se negociaron en Nueva York en 2015, donde los jefes de Estado de los países de la ONU plantearon una agenda de metas. Si no se logran los primeros dos objetivos (fin de la pobreza y hambre cero) todo el resto se cae, pero es cierto que las posibilidades de que se logren son muy difíciles.

Nosotros, sin embargo, consideramos que aún hay tiempo, aunque los números van en sentido contrario.

Mario Lubetkin

Mario Lubetkin asumió como representante de Latinoamérica para la FAO

¿Cómo revertir la peligrosa tendencia en medio de una pandemia y una guerra?

No se trata solo de acciones gubernamentales. Para cumplir los ODS se necesita de voluntad del sector privado, de la sociedad civil, de la academia y de los sectores de la comunicación. Si todos los actores no se mueven es impensable considerar que se acabará el hambre para el 2030.

¿Cómo afecta la guerra en Ucrania la seguridad alimentaria global?

Lo primero que cabe destacar es que, pese al bombo mediático que se le ha hecho, el problema no se limita a la exportación de cereales, eso es solo una parte de la historia. Eso sumado a que el tema de los fertilizantes, por el contrario, no ha generado gran debate porque todos los países tienen una gran reserva.

Pero, ¿qué va a pasar dentro de unos meses? También se discute la necesidad de buscar nuevos y diversos países que suministren alimentos a los más dependientes de Rusia y Ucrania.

¿Y a América Latina?

Son 50 los países que más dependen de Rusia y Ucrania, pero, en su mayoría, no están en la región.

No obstante, lo que sí hemos visto en el corto plazo en Latinoamérica es un alza en los precios de varios productos y en los fertilizantes, aunque todavía no se discute la escasez que puede llegar a largo plazo.

Lo que tenemos que evitar es escenarios como el de Sri Lanka, que enfrenta una inestabilidad política por cuenta del alza de los precios de alimentos por cuenta de esta guerra.

Hambruna

En ese sentido, la Comunidad Andina propone que Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia se conviertan en la “despensa alimentaria mundial”. ¿Lo ve viable?

El potencial no es suficiente. Tenemos que encaminar las acciones para superar la teoría. La FAO calcula que toda América Latina, por ejemplo, puede superar una capacidad alimenticia de 1.300 millones de personas, aun cuando en la región somos cerca de 700 millones de personas.

Pero, todo eso es teórico. Hay que encadenar los mecanismos productivos y financieros para que sea una verdadera posibilidad. La región es privilegiada y tiene un potencial que no tienen otros continentes, pero aún falta construir mucho alrededor de ello.

¿Qué hace falta para pasar de la teoría a la práctica?

Nos hace falta conocimiento, que los diferentes actores estén dentro del plan y poder garantizar aspectos como líneas de crédito, transporte, entre otros. Pero, lo más importante, es contar con un escenario de paz. Solo así es posible que la cadena de valor en su conjunto produzca los resultados que nos proponemos.

Sin embargo, y a pesar de que el actual escenario no es el más óptimo, tenemos una enorme oportunidad en América Latina que sería un gran pecado perderla.

Hablando de la región, ¿cómo estamos en términos de hambre en América Latina?

En 2021, más de 56,5 millones de personas en la región pasaron hambre, lo que significa un aumento de cuatro millones a comparación de 2020 y si comparamos con 2019, el crecimiento fue de más de 13 millones de personas. Junto a ese dato, en nuestro más reciente informe (Sofi) vemos con preocupación que 268 millones de personas en Latinoamérica viven en inseguridad alimentaria.

La FAO siempre ha instado a que los países más ricos apoyen a los menos favorecidos. ¿Qué lección deberían dejar escenarios como la pandemia o la guerra en términos de cooperación internacional?

Lo primero que hay que tener en consideración es que el conflicto en Ucrania no es una novedad. Siempre hemos denunciado conflictos “escondidos”, como el de Afganistán o el de Yemen, que incluso dejaron peores efectos que los de la guerra en Ucrania.

El punto es que, donde sea que haya un escenario de violencia, vamos a ir para atrás todos y así nunca se va a resolver el tema de la pobreza y del hambre.

Sri Lanka crisis

La crisis económica en Sri Lanka generó una serie de protestas que sacaron al presidente del país.

Aún así, usted se mantiene optimista con el cumplimiento del hambre cero para 2030…

Porque aún hay tiempo. Tenemos ocho años para acabar con el hambre en el mundo, en los que si la sociedad civil, junto a los gobiernos y los otros diversos actores se mueven, podemos lograr una meta que se proyectaba realizable en 2015. De no lograrlo, los culpables, en últimas, seríamos todos, pero la partida todavía está en juego y no está del todo perdida.

Recientemente estuvo de visita en Colombia, ¿cómo le fue con la reunión con la nueva ministra de Agricultura?

Evaluamos las necesidades del país y las posibilidades de la FAO de respaldar su acción gubernamental a partir de nuestro conocimiento y experiencia. En Colombia tenemos una presencia importante y conversamos, entre otras cosas, del rol de la mujer en los procesos productivos agrícolas.

Además, ratificamos nuestro compromiso con los acuerdos de paz, especialmente en el apartado de restitución de tierras. También tocamos el tema de la innovación, pues creemos que Colombia puede ser una potencia alimentaria en el futuro, pero eso hay que construirlo.

En campaña, el presidente Gustavo Petro destacó metas como la reducción de la desigualdad y la lucha por la protección del medioambiente. ¿Qué le recomienda la FAO al gobierno para que esto sea posible?

Hablar de pobreza o eliminación de hambre no significa nada si no se preparan políticas, que también significan cambios en la cultura y eso puede tomar años. La novedad del caso es que el Gobierno se contactó con nosotros desde el primer minuto y eso demuestra una importante disposición.

¿Ve una mayor voluntad política del Ejecutivo para luchar contra la pobreza y la inseguridad alimentaria?

El hambre no es de derecha ni de izquierda, es hambre. Las afectaciones al medioambiente tampoco tienen ideologías políticas. Uno de los esfuerzos que hacemos es que, sin importar el tinte político, nosotros vamos a trabajar con los países.

Si Petro lleva adelante sus propuestas será un gran apoyo para la ciudadanía colombiana, pero la FAO ya está cumpliendo con su rol en el país y nos comprometimos a ayudar.

Lo que tenemos que hacer es pensar a largo plazo para generar una sostenibilidad en los próximos 10 o 20 años, más allá del gobierno de turno.

DIEGO STACEY SALAZAR
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO
Twitter: @diego_stacey

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