No hay reunión en la que el veterano Miguel ‘El Negro’ Martín no cuente las veces que ha escuchado a un caballo beber agua o galopar por las calles de La Alboraya, barrio del Suroriente de Barranquilla, especialmente en medio de la oscuridad de la noche.
Sería un hecho para nada extraño en este sector y en cualquier otro de la ciudad, de no ser porque el caballo, al que se refiere uno de los vecinos más antiguos de la zona, era el que pertenecía a un español conocido como Miguel Borrás, en el año 1900, cuando empezaron a construir el Castillo.
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“¿Cómo así?”, se preguntan impávidos los presentes a la improvisada tertulia, quienes al primer impacto reclinan su cuerpo, y uno que otro mirando hacia esa vieja casona donde ahora funciona la Institución Educativa Distrital (IED) Castillo de La Alboraya.
Precisamente alrededor de la edificación, que es considerada como una joya histórica y arquitectónica de la capital del Atlántico, se tejen una serie de mitos y leyendas, convirtiéndola en atractiva para propios y turistas.
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De acuerdo con el historiador José Tovar, para hablar del Castillo de La Alboraya, hay que remontarse al siglo XIX. En 1799, nació Esteban Márquez, quien fue alcalde y concejal de Barranquilla, de padre español y madre barranquillera.
“Esteban se dedicaba al negocio de finca raíz, su fortuna se amasó, al parecer, cuando hacía operaciones con Jamaica. Hasta que fundó el Banco Márquez en 1883. El negocio fue prosperando y adquiriendo propiedades”, recordó Tovar.
Los orígenes del nombre La Alboraya
Sin embargo, en 1889, Esteban falleció y les dejó propiedades a sus hijos, entre ellos a Celia Márquez, quien se había casado con el español Miguel Borrás, oriundo de un pueblo llamado Bellreguart, en la Comunidad de Valencia.
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“La pareja hereda un lote en el sur de Barranquilla y es cuando comienzan a construir la casona en 1900, con un estilo arquitectónico mudéjar, obedeciendo a las influencias hispano-musulmán, que luego la bautizaron (como era y es costumbre de llamar a las haciendas por un nombre) La Alboraya”, agregó el historiador barranquillero.
La Alboraya viene siendo un municipio también valenciano que lleva el mismo nombre, ubicado a un poco más de 60 kilómetros de Bellreguart.
Entre esos temas de conversación que han sobrevivido por más de 100 años en el sector, se comenta que Miguel Borrás le gustaba la magia negra y las prácticas con santeros africanos.
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La impactante leyenda de los túneles y sacrificios
“Dentro de la casona, construyó un templo para hacer sus sacrificios para que los vecinos curiosos no lo molestaran. Según las leyendas urbanas, Miguel tenía un caballo que bañaba en sangre y, montado al lomo, salía por las noches a buscar niños para secuestrarlos, sacrificarlos y rendirles culto a sus dioses”, señaló Tovar.
Pero cuenta Tovar que, antes de sacrificarlos, los ponía a trabajar con hambre y sed en unos túneles que tenía debajo de la casona para contrabandear.
El relato de ‘El Negro’ Martín también llegó a oídos de José Tovar. Resulta que Martín afirma haber visto a “espectros” por las noches y a una mujer vestida de blanco.
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“Según dicen, se trata de Celia Márquez, quien cometió suicidio al enterarse de las prácticas macabras de su esposo”, apuntó el historiador, quien también se preparó como abogado.
Lo que en un principio comenzó con espantos, hoy en día los vecinos dicen que ya están acostumbrados a estos ruidos y fenómenos paranormales. “Aunque parezca difícil de probar”, manifiesta uno de los habitantes del sector.
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“Cada quien tiene sus creencias y digamos que cada persona ha vivido o tenido alguna experiencia paranormal, como otros que no, y es respetable. Por eso, para algunos se le puede facilitar creer en estas leyendas urbanas”, cerró Tovar.
La amenaza real en el Castillo de La Alboraya
Lo que sí es confirmado es que el Castillo pasó a quedar en abandono y deshabitado hasta hace 60 años, cuando alrededor de la estructura, unas madres comunitarias levantaron una escuela y hoy en día es conocida como la IED Castillo de La Alboraya.
Allí están matriculados 1.180 estudiantes desde preescolar hasta el último nivel de la secundaria, quienes “se han visto afectados” con los comentarios que surgen en torno a la casona, hasta tal punto de “no querer ir a clases” por temor a supuestas apariciones, según indicó la rectora del colegio, Elvira Sarmiento.
“Se dice que en el Castillo hasta los fantasmas estudian y eso para los niños no es bien”, dijo la directora, cuya preocupación actual radica en el deterioro de la edificación, calificándola como “una amenaza” para los estudiantes.
Y es que, si bien el recinto no es usado para clases y tiene restringido el acceso, aun así se encuentra en el interior de la IED, exactamente en uno de los patios, donde los alumnos disfrutan del recreo.
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“Es una urgencia que se restaure. Es un peligro para la comunidad, porque el hierro que lo sostiene se está convirtiendo en polvo. Si lo restauran, se ganarían aulas para la cobertura, más alumnos, una biblioteca pública, muchas cosas de beneficio”, propone Sarmiento.
Los procesos de formación artística en la comunidad
Mientras llega la restauración, en el colegio también funciona una Casa Distrital de Cultura, que oferta las modalidades de danza, música y artes escénicas, beneficiando, desde hace 10 años que surgió el programa, a unos 500 jóvenes estudiantes, aproximadamente.
“La idea es que los jóvenes usen bien el tiempo libre. Algunos pasan a la EDA (Escuela Distrital de Arte). El mensaje es que aprovechen estas oportunidades, no cuesta nada”, destacó la rectora.
El proceso para declararlo bien de interés cultural
Ante el estado del Castillo, hay que recordar que este se encuentra en una lista de bienes inmuebles que iniciarán en septiembre (mes del Patrimonio) su proceso para ser declarado bien de interés cultural del ámbito distrital.
“Esta edificación es una pieza importante en la historia de la ciudad, es un testimonio del desarrollo económico a través de unos de los personajes distinguidos de la ciudad. Hasta el momento se han surtido cuatro pasos, actualmente el equipo de patrimonio y la oficina jurídica se encuentran en elaboración del borrador del acuerdo para ser presentado ante el Concejo Distrital de la ciudad para su aprobación final”, dijo la secretaria de Cultura y Patrimonio Distrital, María Teresa Fernández, sobre el avance del proceso.
Añadió que la declaratoria permite la protección del bien, estableciendo los lineamientos generales para su conservación, lo cual permitirá desarrollar un proyecto de intervención que conlleve a su recuperación y puesta en funcionamiento.
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“Con la declaratoria de este bien inmueble buscamos conservar la memoria de la ciudad a través del legado de la familia Márquez Borrás, propietarios del banco Márquez. Además, cumple con los criterios de valoración, como antigüedad, autoría, sistema constructivo, otorgándole valor histórico, estético y simbólico”, manifestó la funcionaria.
Mientras avanza el proceso, la apariencia del Castillo de La Alboraya se prestará para las tenebrosas historias que sigue relatando Miguel ‘El Negro’ Martín por las calles de este sector de Barranquilla.
Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla
En Twitter: @DeJhoLopez
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