“Yo resucité al tercer día. A quienes me han dado fuerzas, quiero decirles que las limitaciones están en la mente. Para todo, obra Dios…Salí de la Unidad de Cuidados Intensivos, puedo vivir sin estar conectada a los aparatos, quiero seguir estudiando y en el deporte”, repite Karol Michelle Bastidas Ricaurte.
La adolescente y estudiante de noveno grado en Yumbo, integrante de la Selección de Balonmano de ese municipio y de Valle Cadetes, fue a dar, junto a la mamá, al hospital debido a una descarga eléctrica.
Karol perdió parte de los dos brazos, pero quiere hacer historia, dice la mamá, también en recuperación de las quemaduras. Se han realizado distintos eventos para recaudar fondos para prótesis especial.
El 22 de mayo, al mediodía, había alegría en el segundo piso de una casa del barrio Lleras Imviyumbo. Claudia Ricaurte cuenta que estaba con su esposo, su hijo de año medio y su hija Karol Bastidas.
La idea era subir al apartaestudio que la mamá le quería entregar a Karol, nacida el 5 de mayo de 1996, como su nuevo espacio de vida. Era un regalo de cumpleaños y se proponían instalar el cortinero.
Los cuatro empezaron a subir por la escalera blanca, en forma de caracol, al apartaestudio. “Yo cargaba al bebé y ya íbamos coronando la subida, cuando el tubo de aluminio, para el cortinero, se atascó en la escalera”.
Karol intentó solucionar, pero una punta del tubo habría formado arco con la cuerda primaria de energía que cruza frente a la casa.
En un abrir y cerrar de ojos, la descarga eléctrica la dejó paralizada y con riesgo de caer al vacío, unos dos pisos hasta el andén en la calle Séptima con Sexta Norte.
La mamá confiesa que su primera sensación fue de vértigo ante el peligro de la caída de su niña y buscó agarrarla. En esos momentos, ella misma también sufrió esa sensación indescriptible por el corrientazo.
“No tengo palabras para decir qué se siente. Veo que mi niña logra caer en el segundo piso. Yo sufro como desmayo. Me recupero y, entonces, no siento nada de dolor”, cuenta Claudia, quien dice que a esa hora sonaba música en equipos de música de vecinos y no se escucharon los gritos.
Unos vecinos se dan cuenta de la emergencia, pero tienen miedo de entrar porque creen que está todo energizado. Luego logran sacarlas a la calle.
A Karol no la pueden llevar en una motocicleta por la forma en que sus manos quedan tras la descarga.
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Las dos mujeres son llevadas a una casa de salud local. A la estudiante, que era acompañada por su padre, la remiten a la Unidad de Quemados del Hospital Universitario del Valle (HUV) en Cali.
De inmediato, se procede a la primera de una serie de intervenciones en sus brazos. No le cierran las heridas. No se sabía, en esos momentos, si se levantaría de esa descarga que le dejó un hueco en la región del omóplato derecho.
En la mañana siguiente, a la mamá la trasladan a ese mismo pabellón y queda al lado de su hija. A ella también le deben realizar curaciones, cirugías con injertos y colgajos para sus brazos y una pierna.
Pero el cuadro de Karol era más crítico. Cada que era sometida a una cirugía, los médicos les dejaban ver a sus padres que no había respuestas en los tejidos en sus brazos.
El papá de Karol, que sufrió el impacto de la noticia, pidió dos semanas para ir preparando a la niña sobre lo que podría ocurrir. También era una espera para ver si un milagro cambiaba el riesgo de la amputación.
La familia pensaba llevarla a otra casa de salud, pero los profesionales del HUV están entre los especialistas de otros centros asistenciales en la ciudad y son los más reconocidos. El novio ha sido un apoyo permanente.
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Karol empezó con preguntas sobre sus brazos cubiertos de vendas y que no dejaban de producir líquidos. Moverlos era con dolores y esfuerzos. “Mamá no siento los brazos. Será que me los van a cortar”, preguntaba.
Si me quedo sin brazos, ¿podré tener las mejores prótesis?, ¿graduarme y volver al deporte? Yo resucité al tercer día, deje de depender de los aparatos de Cuidados Intensivos y quiero seguir viviendo
Los médicos decían que el riesgo era una infección.
“Si me quedo sin brazos, ¿podré tener las mejores prótesis que me faciliten la vida?, ¿graduarme de bachillerato y volver al deporte?”, les dijo la adolescente a sus padres y a los médicos y sicólogos cuando le comunicaron la urgencia.
La niña lloró como si le hubieran quitado sus sueños, pero respiró: “Yo resucité al tercer día, deje de depender de los aparatos de Cuidados Intensivos y quiero seguir viviendo”, era lo que le decía a la mamá que estaba asombrada de esa valentía de su hija.
“Karol contagia con su berraquera. Nos ha dado una lección al papá, a mí, a mi familia y a todos con esos deseos de vivir”, dice la mamá.
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Al salir, los médicos nos dijeron que no le cerraron los cortes en sus brazos porque si se presentaba sangrado era posible que se debiera cortar más arriba. Todo eso con riesgos de infección
La cirugía llegó en la mañana de un sábado, pero se prolongó hasta las 9:00 de la noche. ” Fue una entrada al quirófano larga, como nada. Al salir, los médicos nos dijeron que no le cerraron los cortes en sus brazos porque si se presentaba sangrado era posible que se debiera cortar más arriba. Todo eso con riesgos de infección”.
En una clínica del HUV, Karol pasó su convalecencia. Las lesiones en el omóplato y la espada han ido sanando. La familia consiguió un suplemento en laboratorios Baxter para la recuperación de tejidos.
Karol volvió a casa en Yumbo en medio de un recibimiento entre aplausos, himno nacional y frases de ánimo.
Claudia y Karol siguen todavía pendientes de cirugías.
La mamá dice: “Quiero ser clara: A través de la Empresa Prestadora de salud (Eps), Karol puede tener unas prótesis, pero la familia impulsa una campaña para que esos elementos sean robóticos o de alta tecnología. Su costo puede llegar a los 100 millones de pesos, la mitad para cada prótesis”.
“Tengo 16 años, voy en el grado 11 en el José María Córdoba. Hace seis años empecé a entrenar balonmano que me apasiona y quiero seguir practicando el deporte”, dice la estudiante en su cama del HUV, donde intentaba mover objetos con sus pies, como lo muestra un video.
En el colegio la esperan docentes y compañeros. Desde los equipos de balonmano de Yumbo y de la Selección Valle Cadetes llegan mensajes de aliento.
NO se ha rendido siempre tiene una sonrisa en su cara y los quiero invitar a ayudarla a conseguir que le ayuden a continuar su vida a seguir luchando por sus sueños
En redes, Margaret Mendoza, dice que “Karol es compañera de Selección Valle de mi hijo Adrian David. Ella sufrió un accidente en su casa, ahora necesita del apoyo de Todos para empezar su nueva vida y retos. NO se ha rendido siempre tiene una sonrisa en su cara y los quiero invitar a ayudarla a conseguir que le ayuden a continuar su vida a seguir luchando por sus sueños. Está en grado 11 y quiere graduarse y continuar sus estudios. Dios es bueno!”.
Estoy convencida que de la mano de Dios y los doctores del Hospital Universitario del Valle pronto podremos disfrutar de tus triunfos deportivos. Verte con ese entusiasmo y ganas de continuar
La senadora y exgobernadora Dilian Toro apunta: “Karol Michel eres una joven guerrera y esta nueva prueba que te pone la vida la superarás así como lo has hecho en cada una de tus competencias deportivas representando a #Yumbo y al Valle del Cauca. Te deseo lo mejor en tus procesos quirúrgicos, de recuperación y rehabilitación. Estoy convencida que de la mano de Dios y los doctores del Hospital Universitario del Valle pronto podremos disfrutar de tus triunfos deportivos. Verte con ese entusiasmo y ganas de continuar con el deporte, demuestra que eres un ejemplo para todos nosotros”.
Las cuentas habilitadas para la campaña son Nequi 3173964090 ó de ahorros de Bancolombia número 03213552734 para quienes deseen apoyar a la adolescente que no deja de soñar en su proyecto de vida.
Fabio Fuentes apunta: “Hoy por ti, mañana por mí, para esta hermosa luchadora…la familia está realizando una recolecta para poder comprarle sus dos prótesis. Hoy fue ella mañana puede ser cualquiera de nosotros ella gracias a Dios, está viva y tiene mucho porque luchar yo hace dos meses perdí a mi tío por una descarga. No te quedes sin aportar tu granito de arena…”
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