‘La del presidente Petro es la figura populista del Mesías’: Sergio Fajardo – Partidos Políticos – Política

Sergio Fajardo hace una pausa en su año sabático para señalar que el Ejecutivo parece un quilombo, reflejo de la personalidad mesiánica del presidente Gustavo Petro. Y asegura que su matrimonio político con el exsenador Jorge Robledo es estable y maduro.

Por qué tan callado en este año sabático?

Me he dedicado a lo que soy: profesor. Es como me gano la vida y me gusta muchísimo. Estoy dando clases en la Tec de Monterrey. Soy parte de un programa que se llama ‘Faculty of Excellence’ y dirijo un centro muy bonito, Centro de Aprecio por lo Público.

¿No está un poco lejos de las matemáticas?

No son matemáticas, sino políticas públicas y liderazgo. El mes entrante grabaré un videopodcast que no será para hablar del Gobierno sino para buscarle audiencia a la educación. Se llamará ‘Con educación todo se puede’. En él haré entrevistas a todo tipo de personas para hablar de sus experiencias. Por ejemplo, planeo entrevistar a Shakira, a Karol G, a David Vélez, a Jorge Valdano, a Carlos Vives… Espero que ahora en abril salga al aire, producido por Caracol.

Y en política, ¿cómo ha sido su matrimonio con el exsenador Robledo? Porque ambos son difíciles y tienen sus temperamentos… Además, Robledo tiene una ideología tal vez todavía varada en el Moir de los años sesenta y a usted no lo veo montado en eso…

Nunca milité en ningún movimiento donde hubiera una ideología que ya estaba escrita y que uno simplemente tenía que repetir. A manera de anécdota, muy pelado en la Universidad Nacional me regalaron un material y me invitaron a reuniones; llegué a ellas con todo estudiado y subrayado y cuando empecé a hacer preguntas, me dijeron, no, no, no se equivoque, muchacho, aquí esto ya está dicho y hecho, lo que tiene que hacer es repetirlo. Les dije que entonces no cuadraba allá. Uno siempre tiene que poder preguntar y dudar.

Pero no me ha explicado cómo va ese matrimonio con Robledo…

Pues es un matrimonio bien interesante. Esto no fue amor a primera vista ¿sí?, que es una forma del amor muy especial.

¿Usted sí ha sentido amor a primera vista?

(Sonriendo) Sí, claro que sí…

Pero con Robledo no lo fue…

De hecho, si me hubieran preguntado si pensaba algún día en la vida hacer política con Jorge Robledo, yo hubiera dicho: imposible. Empezando porque cuando fui alcalde y gobernador, las personas amigas de él eran opositoras a los gobiernos que lideré.

Pero en el interregno se malogró otra relación que habría podido ser muy bonita: la suya con Alejandro Gaviria. ¿Qué paso ahí?

Espere le terminó de explicar mi alianza con Robledo. Desde el 2017 empezamos a encontrarnos, convocados por Claudia López. Fuimos estableciendo una relación para tratar de entendernos y saber manejar nuestras discrepancias, porque hay muchos puntos en los cuales pensamos muy diferente. Nos sirvió ese recorrido en la campaña presidencial del 2018, donde nuestros equipos trabajaron juntos. La gente de Robledo tiene una disciplina extraordinaria y además tiene palabra, algo muy difícil en política. Supimos construir confianza, muy importante para todo lo que viene. Sobre esas bases decidimos que podíamos trabajar juntos.

Luego vino la campaña del 2022…

Para mí, un gran fiasco y lo he dicho públicamente, un fracaso político. Queríamos ser la expresión del cambio en Colombia, diferente al que representa el presidente Petro, o Rodolfo Hernández. Pero fuimos incapaces de trabajar juntos, de presentarle al país un proyecto conjunto. Había una cantidad de candidatos con intereses particulares. No hubo confianza y pasaron muchas cosas muy desagradables. Fue una oportunidad fallida. Aunque mantengo con Robledo un matrimonio adulto, maduro, racional.

¿Y de la relación con Alejandro Gaviria solo quedan cenizas?

(Jajaja) María Isabel, me he hecho el propósito de no hablar de Alejandro Gaviria después de lo que vi y conocí.

¿No será que usted y Alejandro Gaviria se parecen muchísimo y eso los pone a competir?

No creo que ese fuera el problema. Digo la última palabra con respecto a ese tema. Trabajé con el papá de Alejandro, con Juan Felipe, él fue mi gerente de EPM, persona extraordinaria, aprendí mucho con él, lo quise mucho, tremendo señor, inteligente, irreverente, muy trabajador. Hago este reconocimiento a su papá y cancelo el tema de Alejandro.

¿Usted y Robledo tienen una posición conjunta sobre la reforma de la salud?

Quiero arrancar por esto: los gobiernos están muy asociados con la figura de quien lidera. Cuando usted escoge a una persona para un cargo de esta naturaleza, su espíritu, su personalidad, marca todo el gobierno. Hay que empezar por ahí para entender todo lo que está pasando en este Gobierno, que a mí se me parece a un quilombo. Si quiere, publique este diagrama que hice para nuestra entrevista, como ilustración.

Según la Academia de la Lengua Española, ‘quilombo’ significa ‘lío, barullo, gresca, desorden’. ¿Por qué le aplica el término a este Gobierno?

lustración realizada por Sergio Fajardo sobre  su visión de la presidencia de Gustavo Petro.

Lo explico rápido y así: la del presidente Petro es la figura populista del Mesías. Siquiera mi mamá no está, porque me habría regañado por decir eso. Y lo que el Mesías dice es: ‘Hágase su voluntad así en el cielo como en la tierra’, que es tomada del Padre Nuestro, y digamos que ese es más o menos el espíritu del presidente Petro. Leí una entrevista muy interesante suya, María Isabel, con Gustavo Bolívar, donde él decía: Petro es una mente superior, es el Mesías, pero el Estado no le sirve, porque va muy lento para la velocidad de su mente. Y Bolívar decía, además, que sus equipos no le sirven. O sea, este es un ser superior, un Mesías que tiene todo el conocimiento y el saber, pero a su alrededor no le responden. Todos los reflectores están sobre él, nadie va a brillar al lado de Gustavo Petro. El único en este momento con un espacio propio se llama José Antonio Ocampo, por fortuna para el país.

¿Y de alguna manera las reformas del Gobierno entran en ese quilombo?

La reforma de la salud es la expresión de lo que pomposamente se llamó ‘el gran acuerdo nacional’ que presidía Petro. Que fue un acuerdo clientelista, para calificarlo de manera elegante. Si el interés de este Gobierno eran unas reformas e hizo acuerdos con ‘la U’, con el Partido Liberal, con los conservadores, ¿alrededor de qué fue ese acuerdo? Nunca supimos, no hay ningún papel, ninguna afirmación. Y ahora que estamos viendo las reformas, pues los partidos se le están saliendo de esa apuesta. ¿Sobre qué reforma vamos a discutir? Es patético.

Pues es que los partidos insisten en que les pusieron conejo…

Y cuando uno escucha, por ejemplo, al ministro del Interior, Alfonso Prada, diciendo que llegaron a un acuerdo del 99 % del texto, uno dice, pero esto qué es, qué falta de seriedad. ¿Cuánto hace que la ministra Carolina Corcho es protagonista de la vida nacional, y al día de hoy, en el momento en que usted y yo estamos hablando acá, no tenemos ni idea cuál es la reforma? Más malestar es imposible crear; más incertidumbre, imposible; más caos, imposible. Y ese es un espíritu asociado con la figura del presidente Petro.

¿Qué opina de la reforma del trabajo? La primera prueba de sus incoherencias es la marcha de los de Rappi, suplicando que les dejen elásticos sus esquemas de trabajo, porque eso les permite estudiar y trabajar… ¿Usted no cree, doctor Fajardo, que el rígido concepto del contrato laboral está cambiando, se está modernizando y que aquí nos queremos devolver?

El esquema del trabajo sí cambió y hay que hacer una reflexión muy profunda acerca de ello. No solo sobre el nuevo mundo del trabajo, sino el de la educación. En general acerca del mundo de los jóvenes que, para mí, van a ser en gran parte los más desilusionados de todo lo que prometió el presidente Petro. Yo creo que la reforma laboral, y hago un esfuerzo por ser juicioso y racional, tiene unos aspectos positivos, no tengo la menor duda, pero hay un gran vacío en esa reforma, acerca del nivel de informalidad que laboralmente hay en Colombia.

Con la reforma tributaria sí estuvo de acuerdo…

Es una buena reforma tributaria. En el fondo, fue la que nosotros habíamos planteado en el programa para la Presidencia, con unos cambios pequeños.

¿Y la reforma pensional?

En ninguna de sus propuestas de reforma incluye un capítulo que diga cómo se va a luchar contra la corrupción.

Dentro de nuestra propuesta para el país también estaba. Aunque tenemos discrepancias igualmente. La obligación de cotizar en Colpensiones no debería ir hasta tres salarios mínimos, sino a dos. La propuesta del Ministerio de Hacienda, de ese fondo para tener los recursos, es importante, pero tenemos que saber cómo se va a manejar, con mayor claridad, antes de aprobar la propuesta. En general, me parece que la reforma pensional está bien encaminada y que es muy importante. Y debo decir algo que es genérico en este Gobierno: en ninguna de sus propuestas de reforma incluye un capítulo que diga cómo se va a luchar contra la corrupción. Se están manejando muchos recursos, se pretende crear nuevas instituciones, pero si no hay explícita una política anticorrupción, que no existe y que creo que no va a haber en este Gobierno, estamos en un serio problema.

Es importante lo que usted pide: mayor claridad en la forma como se van a invertir los recursos…

El Ministerio de Hacienda puede avanzar, junto con Planeación Nacional, en una política de asignación de recursos, porque es mucha plata la que se va a repartir. ¿Cómo? ¿En qué proyectos? Colombia está en capacidad de adoptar un esquema que es el de presupuesto por resultados. No es mandando todos los recursos a ver qué se hace con ellos. Si no hay política anticorrupción, pues estamos en la olla.

Empezando porque el Adres, el banco de la salud, no va a ser centralizado, sino que la ministra Corcho quiere una cantidad de ‘adresitos’, y por eso el gran riesgo de la reforma de la salud es que los recursos terminen manejados por gobernadores y alcaldes…

Eso sería una calamidad.

Por último, la ‘paz total’. ¿Cómo está viendo eso?

Lo veo con mucha preocupación. No hay claridad. Una característica de la cual el presidente Petro se siente muy orgulloso es de su audacia. Eso nos lleva al trino presidencial del 31 de diciembre, cuando para terminarse el año nos daba como gran información que había un cese del fuego bilateral con todos los grupos criminales que estaban construyendo la ‘paz total’.

Acuerdo del cese del fuego bilateral sin requisitos previos…

Va a haber un aterrizaje duro porque de lo que se promete en una campaña, a hacerlo en un gobierno, hay un bache muy grande. Todo eso se va a convertir en decepciones.

No había existido ningún acuerdo con los grupos armados, no sabían. Ni la Fuerza Pública tenía idea de que estaba en cese del fuego bilateral. Es una demostración de algo que es muy profundo y preocupante: aquí no hay una organización, no hay una estructura bien hecha, no hay transparencia, no hay rigor en la información, no hay pedagogía y la mezcla que se va dando genera malestares, por supuesto, con la Fuerza Pública. No quiero ni imaginar lo que está ocurriendo allá, después de la barbarie del Eln que asesinó a nueve militares en pleno diálogo con el Gobierno. Eso va generando desconfianza y confusión por todos los lados. La negociación con los peores criminales del mundo está en manos del alto comisionado, que dicen que es muy buena persona, debe ser, pero no es una persona preparada para manejar, como estamos viendo, la dificultad de todos esos procesos. No he oído una sola declaración del alto comisionado explicándole al país qué es lo que están haciendo. Entonces esto se resume en desorden, oscuridad, audacia mal entendida, caos y esto va por mal camino, así yo no quiera que sea así. Y está asociado con la manera como el Presidente de la República conduce a su equipo y lidera la nación.

Finalmente, ¿cómo arrancarán esta nueva etapa política en alianza con el exsenador Robledo?

Primero, estamos reorganizando nuestro grupo. Nos juntamos Dignidad y Compromiso Ciudadano y ahora nos llamamos Dignidad y Compromiso. Tenemos principios, un programa escrito y discutido entre nosotros y estamos convocando los equipos por todas las regiones, para tener los mejores candidatos. Demostraremos que se puede hacer una política diferente, que la lucha contra la corrupción se tiene que dar desde la campaña electoral, porque así como se llega al poder, después se gobierna. Cuando se llega con clientelistas y corruptos, por supuesto que lucha contra la corrupción no va a haber.

Luego de las elecciones de octubre, ¿competirán los dos por la candidatura presidencial?

No hemos hablado de eso. En este momento de la vida estoy en paz, he aprendido lecciones que me han servido mucho, no estoy preocupado por ser candidato presidencial. Quiero seguir demostrando que se puede tener seriedad y decencia para hacer la política. Los péndulos se mueven. Seguramente no vamos a volver a donde estábamos, sino que en Colombia, en medio de todo este mar de emociones y frustraciones que se van a ir dando poco a poco, va a haber un aterrizaje duro porque de lo que se promete en una campaña, a hacerlo en un gobierno, hay un bache muy grande. Todo eso se va a convertir en decepciones. En la polarización que puede presentarse se tendrán que escuchar voces distintas, que llaman a la sensatez, a la seriedad y a la decencia, que se van a poner de moda, y espero que más adelante se vuelvan virales. Y ya veremos qué pasa en la vida… Y créame. Ya cité a mi mamá en esta entrevista y me excuso con ella por tomar un pedacito del Padre Nuestro para señalar al Presidente… Lo que no podemos permitir son personas que llegan al poder sin idea de cómo gobernar. Se hace mucho daño.

¿Está hablando del actual Gobierno?

En este momento está muy enredado. Un quilombo. Imagínese que Roy Barreras es gran figura… Por ahora, en Semana Santa, a montar en bicicleta en Boyacá y a disfrutar; y a seguir trabajando con toda la ilusión.

MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO

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