En la primera de las tres ocasiones en que profanaron la tumba de Karen Yessenia González Fuentes en el cementerio del corregimiento La Esmeralda, del municipio de Arauquita (Arauca), su padre Santiago encontró la bóveda abierta, el vidrio del ataúd roto y alrededor de este, regados, huesos, al parecer, falanges de sus pies.
Además, halló un viejo ramo de flores artificiales de color rojo que le habían cambiado dos meses atrás.
El ultraje inicial a la memoria de Karen ocurrió el 14 de octubre del año pasado, siete meses después de su asesinato durante un atentado de sicarios en el municipio de Saravena, también en Arauca.
Karen viajaba como parrillera en una motocicleta que conducía su esposo Juan Pablo Jiménez cuando fueron interceptados por dos pistoleros que se movilizaban en otra moto. Dos de las seis balas que el sicario disparó impactaron en la espalda y en una pierna de esta mujer de 33 años, madre de dos hijos de 16 y 6 años en ese entonces.
El esposo de Karen, un comerciante y político oriundo de Saravena, intentó escapar de los sicarios por una calle sin pavimentar, pero tuvo la mala suerte de pasar por un hueco y Karen, mal herida, no se pudo sostener más de él y en su caída de la moto su cabeza se estrelló pesadamente contra el suelo.
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Juan Pablo quiso devolverse por su esposa, pero los sicarios se detuvieron al lado de ella y por temor a que le disparan nuevamente decidió seguir en busca de la Policía. Los delincuentes se quedaron por algunos segundos al lado del cuerpo inerme de Karen y tampoco persiguieron más a Juan Pablo; huyeron.
Una mujer que desde su casa vio tendida en el suelo a Karen corrió hacia ella para ayudarla, sin embargo, lo único que se podía hacer era trasladarla inmediatamente al hospital. Quien lo hizo, varios minutos después, fue el hijo mayor de Karen, que llegó al lugar luego de que la noticia de que su mamá resultó gravemente herida en un atentado se regó como pólvora en el pueblo. El joven llevó a su mamá en un taxi al hospital de Saravena.
Karen arribó al centro médico en muy malas condiciones, aunque tenía signos vitales. Cuando la estaban ingresando a urgencias, Yineris, su hermana menor, llegó al hospital y por encima de los vigilantes y los policías se tiró sobre la camilla ensangrentada donde yacía su mejor amiga, su compañera, su confidente. “Karen, por favor, levántese, por sus hijos, nosotras somos fuertes”, le gritó Yineris a su hermana mayor mientras le golpeaba desesperada las piernas.
Los enfermeros y médicos ingresaron a Karen a una sala, mientras Yineris le daba golpes a las paredes y no paraba de llorar. Dos minutos después, un médico salió y le dijo que Karen había fallecido.
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Que descanse en paz, pero no ha podido
Además de haber sido una mujer reconocida por quienes la rodeaban como “muy bonita”, Karen, que estudió odontología en la Universidad Santo Tomás, de Bucaramanga, era también conocida por ser un gran ser humano, una persona alegre, generosa, noble, respetuosa, carismática. “Ella era la que unía a toda la familia, tanto la familia central, como a la extendida. Ella era la hija mayor y se dedicaba al cuidado de todos, era la proveedora, la que estaba pendiente de los detalles, de las fechas de celebraciones”, contó Yineris.
Alrededor de lo buena persona que era Karen y de la tragedia que representaba su trágica muerte giraban las conversaciones y caían las lágrimas de sus familiares y amigos en una de las salas de la funeraria donde fue velada.
Juan Pablo había estado escondido por temor a perder su vida, pero asistió a la velación para darle el último adiós a su esposa. El momento en el que él –escoltado- llegó fue tenso, porque Karen, sus suegros y sus cuñados le habían pedido que se retirara de la política porque los estaba poniendo a todos en riesgo.
De hecho, él había sido amenazado y debió salir de Saravena. Sin embargo, el día del atentado, a sus redes sociales, según Yineris, subió un video en el que informó que había regresado a Saravena para ejercer su derecho al voto en las elecciones legislativas (para elegir representantes y senadores) del 13 de marzo del año pasado.
Karen recibió cristiana sepultura en el cementerio de La Esmeralda, la tierra donde nació. En su bóveda, sus familiares pusieron una foto de ella detrás de un vidrio delgado. Yineris asegura que tuvo una visión en la que su hermana le dijo que quienes la mataron fueron políticos y que por eso tocaba votar en blanco. Yineris rememoró que ella gritó el mensaje que le dio su hermana a los asistentes al entierro.
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Después llamó a sus familiares para avisarles. Aunque aún estaba reciente la muerte de Karen, sus parientes no dejaban de recordarla y de imaginarse como se habría gozado esas vacaciones, como lo hacía siempre en cualquier fecha especial.
KAREN YESENIA GONZALEZ FUENTES era su nombre. Una mujer hermosa de 33 años de profesión odontóloga quien se dedicaba al comercio. Madre de dos hijos (uno de 6 años y otro de 16). Hija, hermana y amiga alegre, amorosa, proveedora y bastante trabajadora. pic.twitter.com/GujuN32JqX
— Jules (@julesttw) February 7, 2023
Con la convicción de que ese hecho no se volvería a repetir, la familia organizó la tumba de Karen nuevamente. No obstante, a los cuatro días, el 18 de octubre, volvieron a profanar la tumba, rompieron una tapa de vidrio con llave que le pusieron, intentaron romper una pared de ladrillos que colocaron y al hacerlo partieron el ataúd. En esa ocasión no hallaron huesos afuera, pero si una flor de otra tumba y señales de que encendieron fuego al lado de la bóveda.
Yineris, quien ya había regresado de Cartagena, buscó a un sacerdote para que hiciera una oración en la tumba de Karen, pero tenía la inquietud de por qué nuevamente profanaron la bóveda de su hermana, creyó que no era al azar, que había algo más.
El prelado rezó y regó sales exorcizadas sobre el ataúd y después de que terminó la oración le dijo a Yineris que debía tener en cuenta que era octubre, mes durante el cual se hacen ritos satánicos. Ante esa teoría, Yineris pensó que como Karen fue una mujer bonita, “las brujas” la profanaron porque podían usar sus restos para enamorar hombres.
Don Santiago mandó hacer una lámina de acero para tapar la bóveda. Además, después de introducir el ataúd, colocaron un muro de ladrillos más anchos y sólidos. Conservaron la puerta de vidrio, pero con uno más grueso. También buscó a alguien que prestara vigilancia en la tumba en las noches y como no consiguió a nadie él la vigiló durante un mes, de 8 p.m. a 1 a.m., todos los días, pero se enfermó.
Tercera ¿y última? profanación
A pesar de la lámina de acero y del muro de ladrillos más gruesos que colocaron en la bóveda, el 29 de enero pasado la tumba de Karen fue profanada por tercera vez. Sus familiares encontraron una vela derretida, señales de que encendieron fuego, tela del vestido de Karen y papel higiénico ensangrentado.
Tras este tercer ultraje a la memoria de su hija, don Santiago decidió sacarla de esa bóveda y llevarla a un lugar secreto para sepultarla. La tumba es profunda y sobre el ataúd fundieron una plancha de cemento de 15 centímetros de grosor y 16 varillas gruesas de seis metros. Cuando exhumaron su cuerpo se dieron cuenta de que le faltaban los huesos de los pies y no había rastro de los dos pares de medias, uno de color rosado, que le pusieron.
“Creo que ahora sí Yessenia podrá descansar en paz y nosotros también porque para nosotros era una mortificación lo que le estaban haciendo a esta hija”, dijo don Santiago.
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Yirenis le entregó a la Fiscalía una evidencia que puede dar con la captura de los profanadores de la tumba de su hermana. En la lámina de acero que pusieron en la bóveda quedaron las huellas digitales de quien o quienes la corrieron. Ella espera que el ente investigador y acusador encuentre a estas personas y al menos se pueda hacer justicia con quienes han irrespetado la memoria de Karen y le han quitado la tranquilidad a su familia, porque su asesinato sigue en total impunidad.
La Fiscalía se enteró de que los familiares de Karen trasladaron su cuerpo a otro lugar y citaron a la madre de ella, Natividad Fuentes, el próximo lunes 13 de febrero, en Saravena, para que explique porque lo hicieron. Sin embargo, 11 meses después de la muerte de Karen, de los sicarios y los determinadores del atentado no se sabe nada.
Fernando Umaña Mejía
Redacción ÚLTIMA HORA
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