Las cinco lecciones que dejan los bonos verdes de Colombia – Sectores – Economía


El Banco Mundial entregó un informe sobre el efecto multiplicador positivo en la promoción de la sostenibilidad global, descarbonización y biodiversidad que han tenido la emisión de bonos verdes por parte de Colombia, al ser el segundo país más biodiverso del mundo.

Con el compromiso, Colombia asume la responsabilidad de preservar el 30 por ciento de su territorio como área protegida, reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero en un 51 por ciento para 2030, y hacer la transición a una economía neutral en carbono para el 2050. Recientemente ha promulgado y está implementando cuatro leyes para lograr estos objetivos: transporte limpio, ley de delitos ambientales, ley de transición energética y ley de acción climática y descarbonización.

Así que en línea con estas políticas se busca proteger los recursos naturales y mitigar los impactos sociales y económicos del cambio climático, incluido el desarrollo de mercados de bonos verdes.

En 2021, Colombia emitió sus primeros bonos verdes soberanos, convirtiéndose en el primer mercado emergente en colocar estos valores a través de subastas locales en moneda local y adoptar el modelo alemán de bonos gemelos verdes en el mercado interno.

Estas innovaciones financieras fomentan entonces el desarrollo del mercado local de bonos verdes; mejoran la transparencia, la liquidez y el precio eficiente de descubrimiento, y diversificar la base de inversionistas en bonos locales del país.

Luego de adoptar su marco de bonos verdes soberanos, Colombia emitió bonos verdes gemelos por 1,49 billones de pesos en el mercado local mediante el mecanismo de subasta holandesa.

En octubre del año pasado realizó la segunda emisión, por 650.000 millones de pesos, y en junio de este año hizo la tercera, por 500.000 millones de pesos. Así que en total, el país ha emitido bonos verdes por 2,1 billones de pesos.

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El lanzamiento de esos bonos verdes soberanos arrojó resultados positivos en términos de demanda, costo y diversificación de la base de inversores.

Se espera que en el 2025, a nivel mundial, las finanzas sostenibles y los activos en finanzas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por su sigla en inglés) alcancen los 50 billones de pesos de acuerdo con el Banco Mundial.

A marzo del 2022 ya eran 27 los países en el mundo que han realizado emisiones de bonos de este tipo; por eso, la primer enseñanza es que este tipo de inversiones debe gestionarse en el contexto de la responsabilidad fiscal como lo hizo Colombia, anudándolo a sus políticas de gobierno, en el plan de financiamiento, dentro de los parámetros fiscales y también del presupuesto.

En segundo lugar, se estipula que es fundamental adherirse a una estrategia sólida de gestión de la deuda pública. Es decir, es necesario construir capacidad institucional para gestionar la deuda pública y garantizar que la transacción se estructure en línea con la estrategia de gestión de deuda de mediano plazo en términos de moneda, vencimiento y tasa de interés, una composición para no aumentar los costos del servicio de la deuda o el riesgo financiero, incluido el riesgo de refinanciamiento.

La entidad con responsabilidad directa por el endeudamiento en nombre del Gobierno central debe considerar cuidadosamente las ventajas y desventajas de emitir dichos bonos.

El tercer punto es que las prioridades de inversión deben estar alineadas con los objetivos de desarrollo del país, ya sea sectorial o que apoyen los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.

En cuarto lugar, los inversionistas esperan los niveles más altos de responsabilidad y transparencia en las empresas etiquetadas como verdes para desarrollar el marco de bonos, y analizar la cartera para determinar el tamaño potencial de los gastos elegibles.

Y en el quinto punto se pide que, cuando sea posible, es recomendable adaptarse a una taxonomía de finanzas verdes aplicable para identificar con más claridad las inversiones de este tipo y, de igual forma, la adaptación que requieren esas finanzas verdes, que también ha sido reconocida por el Banco Mundial como otra de las enseñanzas del proceso que ha implementado Colombia.

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