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El sistema financiero colombiano dista mucho de ser desarrollado: i) La profundidad de sus mercados es reducida y el modelo de crédito representó 43 % del PIB en 2023, mientas que en otras economías alcanza o supera el 100 %, como el caso de China, donde llegó al 185% (WDI, 2022); ii) El sistema funciona con altos costos. La tasa de interés para préstamos preferenciales, es decir, a la cual se les presta a las empresas más grandes para capital de trabajo, fue de 15,8 % en Colombia, tres veces más que la que prestaban los bancos chinos, con 4,4 %, y los surcoreanos, con 4,3 % (WDI, 2022); iii) La inclusión crediticia es reducida. Solamente el 36 % de los adultos tienen acceso a crédito, cifra que ha permanecido inalterada en los últimos cuatro años.
La mayor liquidez está relacionada con la política monetaria que debe volverse más expansiva, superando un esquema sistemáticamente contractivo, muy distinto al que siguieron los asiáticos que nos han superado. De acuerdo con el Banco Mundial, en Colombia, para el 2022, la relación medios de pago sobre PIB fue de 49 %, mientras que en China fue del 216 % y en Corea del Sur, del 175 %. Sin los suficientes medios de pago, las entidades financieras compiten por recursos escasos, lo que genera tasas de interés altas.
Si se destina a la inversión, el aumento de los medios de pago no genera inflación, pues la mayor producción de bienes y servicios proveniente de la inversión genera ajustes vía cantidades, no precios.
Entre 1990 y 2022, en China y Corea del Sur los medios de pago sobre PIB crecieron 178 % y 410 %, respectivamente, y la inflación promedio anual fue de 7,1 % y 5,6 %, respectivamente. Colombia creció sus medios de pago 104 %, al tiempo que su inflación fue de 10,2 %.
El ahorro, por su parte, se transforma en inversión, que, a su vez, se convierte en capital, que representa más fábricas o unidades productivas más grandes que producen más bienes y servicios y, por ende, mayor crecimiento económico.
El sistema financiero conecta el ahorro de unos agentes con las necesidades de inversión de otros. Con poco ahorro hay poca inversión y, por ende, poco crecimiento. El ahorro en Colombia es muy reducido: en el 2023 representó el 7,3 % del PIB, significativamente inferior al de China, con 47 % del PIB, y Corea, con 33 % (WDI, 2022).
Frente a la mayor competencia es necesario garantizar que el mercado tenga los atributos de esta: i) Libre entrada y salida de los agentes, consumidores y proveedores de los mercados para que los consumidores no sean fidelizados de manera forzosa ni los proveedores encuentren barreras a la entrada que resulten demasiado costosas o insuperables. ii) Precios transparentes para que los consumidores tengan la posibilidad de elegir la mejor oferta de bienes o servicios en igualdad de condiciones. iii) Simetría de información para que los actores (proveedores y consumidores financieros) tengan la misma información y no se produzcan sesgos a favor o en contra por falta de ella.
1.Finanzas abiertas: gracias al acceso a la información de los clientes del sistema financiero por parte de diferentes entidades –simetría de información–, los agentes del mercado competirán por los clientes, generando más competencia en el mercado y reducción de las tasas de interés.
La simetría de información entre los agentes que participan en el mercado es tal vez el atributo más complicado de lograr, por lo que se está desarrollando una política de finanzas abiertas.
En febrero de 2024, la SFC expidió la circular externa 004, en la cual se definieron los protocolos tecnológicos y de seguridad para la interoperabilidad de las entidades financieras y los terceros receptores de datos, un primer paso para el intercambio de información.
Por ahora, la participación de finanzas abiertas es voluntaria, pero más adelante será obligatoria de conformidad con el mandato del Plan Nacional de Desarrollo sobre datos abiertos, que engloba a las finanzas abiertas.
En este sentido, la obligatoriedad de participar en esquemas de finanzas abiertas se llevará a cabo en función del número de activos y clientes de las entidades financieras de tal manera que, para aquellas entidades grandes, será obligatorio y, para las pequeñas, seguirá siendo voluntario por un determinado plazo. En todo caso, el cliente es libre de compartir o no sus datos con otras entidades.
Bajo este esquema, las instituciones tendrán la información financiera de todos los consumidores y, como contraparte, estos accederán a la información de los productos y servicios de todas las entidades. Así, cualquier establecimiento bancario podrá ofrecer a los clientes de otras instituciones mejores condiciones para sus depósitos o créditos.
Este es el primer proyecto estratégico que viene desarrollando la SFC, y su implementación es responsabilidad de las entidades, pero la supervisión y el avance normativo son de la Superfinanciera.
2. Supervisión digital: las entidades financieras utilizan cada vez y con mayor frecuencia la tecnología para gestionar sus productos y servicios y emplean plataformas en la nube como repositorio de información.
En 2023, los pagos por aplicaciones representaron el 52 % de las operaciones monetarias con un crecimiento del 152 % frente al año anterior. Por su parte, los bancos están migrando de una banca presencial a una digital con pagos por internet que ya representan el 57 % del total.
Esta transformación requiere una supervisión moderna, digital, en línea y con acceso eficiente a los datos, una supervisión en tiempo real y prospectiva que permita advertir riesgos futuros con datos presentes.
El acceso a los datos en línea y en tiempo real remplazará la tradicional reportería in situ, que implica el diligenciamiento engorroso de una gran cantidad de formatos que las entidades financieras deben enviar al supervisor, lo que además les representa un costo enorme en tiempo y recursos que limita su eficiencia.
Así, el envío de datos de las entidades vigiladas a la SFC ya no será una carga significativa para sus funcionarios porque la tecnología permitirá optimizar los procesos. De forma similar, la analítica de datos permitirá evaluar la consistencia de la información allegada por parte de las entidades financieras.
Consecuentemente, los Colegios de Supervisión que la SFC viene realizando con todas las entidades vigiladas se convertirán en los foros en los cuales supervisor y vigilada podrán discutir a nivel directivo estrategias y proyecciones para un mejor desarrollo del sistema financiero.
La nueva modalidad transformará los actuales planes de supervisión y auditorías in situ y extra situ en mecanismos complementarios que se aplicarán únicamente según conveniencia.
Este es el segundo proyecto estratégico de la SFC y, para continuarlo, se están definiendo los instrumentos tecnológicos requeridos y la matriz de información que las entidades vigiladas deberán compartir.
3. Gestión de nuevos riesgos: ¿Cómo pagará su deuda un deudor agrícola si no llueve o si llueve tanto que pierde sus cultivos? ¿Cómo hará para transportar sus productos si existe un bloqueo en las carreteras? Los riesgos ambientales, los riesgos sociales y los riesgos de gobernanza –para las empresas– deben ser parte de una nueva supervisión basada en datos para identificación de riesgos.
Lamentablemente, estos no han sido considerados en la matriz de riesgos del supervisor y de las instituciones vigiladas a pesar de que, con frecuencia, potencian los riesgos tradicionales.
La matriz está siendo revisada en forma exhaustiva para estar a tono con las nuevas realidades, los tiempos y los desafíos derivados de estos riesgos emergentes. Este es el tercer proyecto estratégico que viene ejecutando la SFC.
4. Optimización normativa: El exceso o la falta de regulación limita los mercados. La SFC está revisando sus normas con la participación de los actores involucrados con objeto de generar una regulación que fomente el desarrollo financiero con estabilidad.
A lo largo de muchos años, las normas y reglas para la supervisión han crecido de manera exponencial, algunas veces de forma justificada, pero en otras ocasiones por el afán de pedir y acumular más información que con frecuencia ni siquiera se utiliza.
Buscar el justo medio –una normativa que fomente el desarrollo financiero con estabilidad– no es una tarea sencilla. Para lograrlo, la SFC está revisando su Circular Básica Jurídica (CBJ) con participación de los agentes del mercado, esto para eliminar exigencias inútiles, obsoletas o repetidas.
De hecho, la Superintendencia publicó para comentarios las dos primeras partes de los ajustes a la CBJ, documento que recopila las principales instrucciones emitidas por la SFC en materia legal. Los comentarios recibidos serán sometidos a un proceso de revisión con el apoyo de inteligencia artificial para definir los ajustes finales.
La depuración normativa incluirá luego la Circular Básica Contable y Financiera, (CBCF) que definirá la información estrictamente necesaria que se requerirá para realizar la supervisión digital en línea. Este es el cuarto proyecto estratégico de la SFC.
5. Reestructuración: los cambios en la interoperabilidad de las entidades vigiladas, en la manera de hacer supervisión, en la matriz de riesgos y en la normativa supervisora requieren actualizar la estructura organizacional del ente supervisor.
Para responder a estos retos debemos hacer de la SFC una entidad más horizontal y ágil. Actualmente la Superfinanciera es jerárquica y confusa, con una estructura que define directores al mismo nivel de adjuntos que cuentan con sus delegados y estos, a su vez, con otros directores.
Por esa razón, separaremos las funciones de supervisión de las funciones de sanción con decisiones colegiadas, no individuales, lo cual evitará riesgos morales.
Lo más importante es construir entonces una nueva supervisión basada en: i) el diálogo con sus vigiladas: la inspección, vigilancia y control no implican actitudes impositivas ni policiales, y 2) el conocimiento, en procesos cognitivos que sean razonables, oportunos e idóneos. Este es el quinto proyecto estratégico de la SFC, para el cual viene desarrollando los estudios correspondientes que serán presentados a Función Pública y a las autoridades correspondientes para su aprobación.
Cada uno de estos proyectos estratégicos tiene sus retos, y en la medida que sean sorteados propiciarán el desarrollo de los mercados financieros para hacerlos más profundos, menos costosos y más incluyentes. El desarrollo financiero es un proceso y una meta que merecen y necesitan la sociedad y la economía colombiana.
Con frecuencia, la supervisión financiera se ubica un paso atrás de la realidad. Riesgos climáticos, conflictos sociales, cambios tecnológicos y digitalización son las nuevas realidades, y la supervisión definitivamente debe adaptarse a estas.
La transformación de la SFC debe impulsar el desarrollo del sistema financiero y su estabilidad, lo que permitirá, a su vez, acelerar el desarrollo económico de Colombia para superar una situación lamentable: 39 % de la población es pobre y 31 % es vulnerable (dejó de ser pobre, pero en cualquier momento puede volver a esa condición). Sin desarrollo financiero, el desarrollo económico resulta imposible.
(*) Superintendente financiero de Colombia. Este artículo tuvo la asistencia de Juan Camilo Guerrero, coordinador del Grupo de Estudios Económicos.

