Los silencios del nuevo gobierno sobre el metro | Opinión de Omar Oróstegui – Bogotá


Es un logro muy significativo para los bogotanos la financiación, por parte de la Nación, de los grandes proyectos de movilidad. Estas obras suman 40 billones de pesos y van a mejorar, de manera significativa, los tiempos de desplazamiento y el desarrollo urbano en el borde occidental de la ciudad.

(Siga leyendo: Bogotá y Gustavo Petro | Opinión).

Lograr la financiación de la segunda línea del metro y la troncal de Transmilenio por la Calle 13 son hitos en la historia del transporte público capitalino, más aún en momentos de crisis reputacional frente a la pérdida de la confianza ciudadana en las instituciones públicas. En este sentido, la administración de Claudia Lopez cumplió con su promesa de campaña, así como el gobierno del expresidente Duque, que, cabe anotar, le apostó mucho a Bogotá en sus cuatro años de gobierno.

La relación entre Bogotá y Nación es una relación de dependencia mutua que debe regirse en función de una visión compartida de ciudad y no de vanidades políticas o revanchismos electorales.

De allí que es clave que el Presidente Petro siga respaldando las grandes obras de movilidad para Bogotá y mantenga el compromiso financiero para la ejecución de estos proyectos que mejoran la calidad de vida e impactan positivamente la competitividad de la capital del país. Hay que recordar que en su momento Bogotá lo eligió como alcalde y fue la misma ciudad la que lo apoyó significativamente en las urnas en la última elección.

Por esa razón, es extraño el silencio respecto a la posición que tendrá su administración frente a estas obras de movilidad, en donde su antecesor dejó comprometidas vigencias futuras de la Nación para dicha financiación. Preocupa aún más los anuncios que trae el documento de empalme del proyecto metro, que se ha filtrado en algunos medios, donde es claro que se quieren hacer ajustes a la primera línea y revisar, a su vez, la financiación de la segunda.

(Lea también: Metro: convenio asegura el mayor presupuesto en la historia de Bogotá).

La relación entre Bogotá y Nación es una relación de dependencia mutua que debe regirse en función de una visión compartida de ciudad.

Por ejemplo, en el punto F, en la sección de recomendaciones, mencionan que se debe “revisar en detalle los documentos CONPES del sector de infraestructura del transporte, con miras a reorientar recursos financieros y prioridades que debe atender el sector y evitar compromisos insostenibles en el futuro de las redes de transporte y movilidad en el país”. Para la segunda línea también hay una recomendación similar en el mismo documento, que habla de “revisar con rigor los estudios de prefactibilidad y factibilidad de este corredor, para identificar con claridad meridiana los beneficios que la misma puede tener, dados los altos costos de financiación que implica, según lo presentado por la EMB”.

Estos anuncios generan incertidumbre y no son buenos mensajes a los actores involucrados con el devenir de estas obras. Hace bien la alcaldesa en defender los avances del metro, pues también necesita convencer a los concejales para que le aprueben un tercer cupo de endeudamiento, por 10 billones de pesos, para la financiación de la segunda línea.

No será una discusión fácil porque significa seguir comprometiendo, aún más, las finanzas del Distrito. Además, más que concentrarnos en el costo de inversión (35 billones de pesos) es clave conocer y garantizar los costos del mantenimiento y operación del futuro metro subterráneo, pues va a requerir más recursos para cubrir los costos asociados al mayor consumo de energía: escaleras eléctricas, iluminación, ventilación, bombas de agua, etc. Dichos aspectos terminan afectando la tarifa y determinan el subsidio a cargo de la ciudad.

(Le puede interesar: Bogotá después de la pandemia (primera parte) | Opinión).

Igualmente es necesario definir el modelo de integración tarifaria y operativa, pues es posible que sean 2 consorcios diferentes los responsables de las obras civiles, el material rodante y la operación de las mismas.

De cualquier manera, no es posible avanzar dos pasos y retroceder uno frente a las líneas 1 y 2 del metro de Bogotá. Todos estos imprevistos pueden llegar a golpear las finanzas y minar la confianza de los ciudadanos frente a proyectos estratégicos que le cambiarán la cara a la ciudad. Hace bien la alcaldesa en defenderlos tal como fueron concebidos.

ÓMAR ORÓSTEGUI
Director de Futuros Urbanos

Más noticias


Fuente