Madre de menor denuncia a profesor que abusaba de su hija – Bogotá


Camila*, de solo 15 años, estaba adoptando comportamientos extraños. Aquel día se veía ansiosa, desesperada, su rostro revelaba una angustia inusual. Los miembros de su familia, con quienes vivía, sabían que algo estaba pasando, pero cuando ella intentó lanzarse desde la ventana de su apartamento quedaron pasmados.

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De todo esto se enteró la fiscal de delitos sexuales que recibió el caso y quien escuchó el desesperado relato de la madre de la joven el 4 de abril del año 2022.

Dijo que el sueño de su hija era el de convertirse en una gran bailarina y que por eso la apoyó y habían buscado cerca de su casa, en el barrio La Gloria, en San Cristóbal Sur, una academia para comenzar a forjar sus ideales, claro, en medio de sus carencias económicas, que no eran menores.

Encontraron una escuela de danza urbana que les inspiró confianza en el barrio 20 de Julio de la misma localidad. Emocionada, comienza a asistir todos los días sin falta. Conoció jóvenes de todas las edades y con ellas compartía la meta de hacer presentaciones, de ganar premios y reconocimientos y el gusto por la música y el baile.

Pero pronto todos esos sueños se comenzaron a derrumbar como un castillo de naipes. “Mi profesor, un día, me dijo que tenía que acceder a hacer cosas, relaciones sexuales, para poder participar en competencias, ser la número uno, la mejor alumna”, dijo la niña cuando todo se destapó. Su verdugo sabía cómo usar las palabras adecuadas para manipular a la menor.

Cuando lograba intimidarla esperaba a que todos los estudiantes se fueran y accedía a la menor en un sofá ubicado en una oficina de la academia. Allí ocurrieron todos los vejámenes en contra de la niña. “El instructor no usaba protección. Le hacía unas cosas terribles a la menor de edad”, dijo la fiscal.

Todo era una tortura para la estudiante. El maltrato no terminaba con el acto de abuso. El docente la obligaba, todos los días, a tomarse una pastilla del día después. Le decía que por nada del mundo podía quedar en estado de embarazo.

Las amenazas eran diarias. La contactaba a través de llamadas y chats y ejercía presión sobre la psiquis de la niña. “La última vez le dijo que sabía en dónde quedaba su casa y de todos sus movimientos”, explicó la fiscal. Ese mismo día la crisis tocó las puertas del hogar.

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La confesión

Sara, la madre de Camila*, ya venía sospechando que algo le ocurría a su hija. Alertada por una tía, a la que la niña le contó su drama, revisó su teléfono móvil y se percató de los extraños mensajes que estaba recibiendo de su profesor. “Le insistía en que se tomara la pastilla. Fue terrible darme cuenta de eso”.

Tras enterarse se fue inmediatamente a poner la denuncia en la Fiscalía General de la Nación. Supo que la niña había comenzado a ser sometida en enero del año 2022 y que la última vez que había sido accedida fue el 1.º de abril del mismo año. “Después de esa última vez fue cuando mi hija intentó lanzarse por la ventana. Estaba demasiado presionada. Su profesor le decía que estaba dándole vueltas a su casa en la moto, diciéndole que se tomara la droga”.

Ese día también la amenazó. Le dijo que si no le hacía caso, la iba a sacar de la academia y que si le llegaba a contar lo que le pasaba a su familia o a las autoridades, ella sería la culpable del fin de la academia y de truncar los sueños de todos sus compañeros.

Al contrario de lo que sucede en otros casos, la víctima nunca se enamoró de su profesor. Accedía a sus pretensiones bajo un profundo miedo. “Su personalidad es la de una niña que no alcanza a dimensionar hasta dónde eran verdad las amenazas”. El instructor, un hombre joven de 29 años, sabía cómo hacer para que su víctima estuviera subordinada.

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La investigación, tras la denuncia, fue inmediata. El testimonio de la niña era contundente, así como los mensajes que el abusador le enviaba a su víctima. El docente fue capturado el 11 de mayo de 2022, y al día siguiente se realizó la primera audiencia.

Advertido de la denuncia de la joven, el instructor se estaba escondiendo de las autoridades que lo buscaban por cielo y tierra. Se ocultaba en un inmueble y se resistía a salir de allí. “Un día tuvo una emergencia médica y tuvo que salir de allí. Era esperado por los investigadores y fue capturado en la localidad de Kennedy” contó la fiscal.

Ahora este abusador está tras las rejas. Un juez determinó que tenía que estar bajo medida de aseguramiento, bajo detención preventiva, y este caso ya está en etapa de juicio. Por alguna razón, el docente no tiene antecedentes.

Hasta el momento no han aparecido más víctimas, pero Camila* cree que puede haber muchas más como ella, dice que las amenazas eran tan intimidantes que nadie se atrevía a denunciarlo. “Si les preguntaran a jóvenes que ya han salido de la academia, seguro muchas vivieron lo mismo que yo, pero tuvieron miedo o vergüenza de contar lo que les pasó”, dijo la joven.

Se espera que en los juicios, en los que se destapan todos los elementos materiales probatorios y hablan todos los testigos, el juez tenga todos los elementos para proferir una sentencia ejemplar. “Por ahora, la prueba más fuerte es el dictamen del Instituto Nacional de Medicina Legal, donde la víctima narra todo lo que padeció en la escuela de danza urbana. La víctima fue consistente y coherente en su relato”, dijo la fiscal.

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Lo más triste es que esta escuela se vendía con fines altruistas. “Vendía el mensaje de que ayudaba a jóvenes con problemas y los rescataba de las calles o de las drogas. Al contrario, les hacía graves daños a su vida, a su integridad, a su normal desarrollo sexual. Sobre todo a las alumnas”.

Los expertos, testigos de este caso, explican que los niños que son víctimas de abuso sexual sufren serios daños psicológicos porque no tienen la madurez ni física ni psicológica para entender el porqué de estos vejámenes. “El daño en Camila* fue de tal magnitud que ella tuvo ideación suicida por un alto grado de angustia. No soportó más en intentó lanzarse desde las alturas”.

Camila* estuvo hospitalizada y está bajo un tratamiento, y aunque todos trabajan por su recuperación el daño ya está hecho. “Después de un abuso sexual muchos jóvenes se aíslan y manifiestan problemas de comportamiento”, explican los expertos.

El delito imputado en este caso fue acceso carnal violento en concurso homogéneo debido a que hubo varios accesos carnales donde la víctima cuenta cómo le tocaba sus partes íntimas y la accedía con violencia. “Lo más grave es que el abuso fue cometido por un profesor, una persona que debería ser garante de los derechos de los niños y los jóvenes, él es un adulto y ella era una menor de edad que confiaba en él”, dijo la fiscal.

Usted puede denunciar

A mayo de 2022, hay 228 procesos disciplinarios contra servidores públicos de la Secretaría de Educación (SED) por la presunta comisión de algunas de las tipologías incluidas en la categoría de violencia sexual contra menores. Además, se han desarrollado más de 3.000 acompañamientos pedagógicos con las comunidades educativas. ‘¡Pilas ahí!’ es la campaña que diseñó la SED con la colaboración de más de
30 entidades públicas, privadas y ONG para la prevención, denuncia, rechazo y sanción de la violencia sexual. La campaña busca proporcionar herramientas para identificar los diferentes tipos de violencias sexuales. Las víctimas pueden ser atendidas en la línea 123 y el área de Orientación en cada uno de los colegios públicos y privados.

*Por seguridad y protección de la víctima, se cambio su nombre para esta crónica.

CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ

Escríbanos a carmal@eltiempo.com si usted conoce de otros casos de abuso en colegios de Bogotá*Esta crónica hace parte del especial ‘Estudiando con el enemigo’ una causa periodística que emprendió EL TIEMPO para denunciar cualquier acto de violencia contra los niños en sus colegios.


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