José Gregorio Flórez y Angie Gutiérrez Aguilar, una pareja de enamorados venezolanos, radicados en el barrio San José de los Campanos de Cartagena, hicieron un largo viaje hacia la frontera de México con los Estados Unidos en busca del sueño americano, pero encontraron la muerte en las aguas traicioneras del río Bravo.
“Mi hermano salió de Cartagena un 18 de mayo hacia Bogotá. De allí pasaron a Panamá. Después a Honduras, cruzaron la selva por varios días, y siempre estuvimos en contacto. La última vez que hablamos ya estaban en México, fue el 24 de junio cuando me llama y me dice: ‘Ya vamos a cruzar oren por mi, los amo’’”, le relató a EL TIEMPO Greislis Andreina Flórez Salcedo, hermana de Jose Gregorio.
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Un coyote les relató la tragedia por teléfono
Mi hermano se fue con una maleta de sueños. Él quería comprarle una casa a mi mamá para que ella no trabaje más
“A mi hermano se le había metido en la cabeza el sueño americano el año pasado, entonces ahorró y ahorró 8.500 dólares y arrancó”, cuenta Greislis Andreina.
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En México la pareja logró un permiso de permanencia por 30 días.
“Mi hermano se fue con una maleta de sueños. Él quería comprarle una casa a mi mamá para que ella no trabaje más, porque mi mamá trabaja en un puesto de fritos. Quería llevar a mi hermano a ver un juego de la NBA”, añade Greislis.
Pero después de esa última llamada del 24 de junio José Gregorio nunca más contestó. Lo que vino para esta familia fueron días de incertidumbre. Decenas de llamadas no contestadas.
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Pero ellos, optimistas, pensaban que ya estaban en los Estados Unidos.
Tristemente la respuesta sobre la situación de los aventureros la tenía un coyote que por teléfono les relató la tragedia:
“Su hermano se ahogó. La esposa resbaló de una de las piedras y cayó al río Bravo. Su hermano se lanzó a salvarla y se los llevó la corriente”.
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José Gregorio vivía desde hacía cinco años en Cartagena a donde había llegado en busca de una mejor calidad de vida. La que no encontró en Venezuela.
“Ellos fallecieron el 24 de junio a las 7:50 de la noche por el sector de Acuña”, dice Víctor Luis Flórez Salcedo, hermano de la víctima, radicado en Cartagena, y quien tiene como oficio el mototaxismo.
Con ceremonia simbólica, familiares
los despidieron en playas de Cartagena
“El rio bravo es bajito pero a las 7 de la noche abren las compuertas y ellos pasaban como a eso de las 7:30 y la corriente se los llevó”, señala consternado Víctor Luis.
El cuerpo sin vida de José Gregorio fue recuperado aguas abajo en el punto conocido como Piedras Negras, y estuvo varios días en una morgue. La joven nunca apareció.
“Primero se fue mi hermano y después me iba yo. Entonces José me iba mandando mensajes y claves: Me iba diciendo cómo era el camino para cuando me tocara. También me mandó el teléfono del coyote que me podía pasar el río Bravo”, narra Víctor.
El cuerpo de este joven de 30 años nunca pudo ser repatriado pues les cobraban dos mil dólares a los familiares para el traslado del cuerpo a Cartagena.
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Para despedir a su ser querido, la familia Flórez Salcedo y amigos fueron hasta el Parque Lineal del barrio Crespo en Cartagena, y allí elevaron oraciones frente al mar y lanzaron globos blancos para darle el último adiós a José Gregorio, así fuera desde la distancia, y en una nación que ni siquiera es su patria.
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