Natalia Linares: perfil, plata en Mundial de Atletismo Sub-20 de Cali – Otros Deportes – Deportes

El 3 de enero del 2003 nació en la clínica Valledupar Natalia Linares González. El parto fue normal y desde ese día Yanelis Patricia, su mamá, supo que la vida le traería buenas cosas a su hija.

Hoy, 19 años después, no duda en asegurar que fue una bendición para ella traer al mundo a Natalia, la medallista de plata en el salto largo del Mundial de Atletismo Sub-20 de Cali.

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Yanelis hizo de papá y mamá, pues Natalia no creció al lado de Eder, su papá. Tiene un hermano, José David, de 22 años, quien sí ha compartido lo que lleva de su vida con las dos mujeres de la casa.

Un arranque en casa


Desde niña, Natalia se caracterizó por ser una persona inquieta, hiperactiva,
que corría en todo momento, que no se quedaba quieta, le picaba una silla, la cama, el sofá de la sala.

En la casa de su abuela había un patio grande y Natalia la adaptó como pista de atletismo, allí desarrolló toda su motricidad.

Era buena estudiante y les ayudaba a sus compañeras. En alguna ocasión los profesores se quejaron porque llegaron a un acuerdo con ella, por cada medalla de oro que ganara Natalia ellos estaban obligados a subirles un punto al resto del salón, algo que no pasó de dos veces.


Fabián Martínez era el profesor de educación física en el colegio Gimnasio del Norte de Valledupar.
Él, cogió el teléfono y llamó a Yanelis, quien sorprendida por ese llamado asistió a la reunión. Natalia no se metía en problemas, al contrario, era muy amiguera, colaboradora, por eso su mamá se puso nerviosa por la cita, era imposible que se hubiera portado mal.

Natalia tenía 10 años, pero la conversación fluyó. Martínez le recomendó a Yanelis que el talento de la niña era inmenso y que había que pulirla. El profesor contó que Natalia hacía cinco veces más lo que hacían los demás niños y le vaticinó en ese entonces que podría llegar a ser la sucesora de Caterine Ibargüen en los saltos.

Claro, Yanelis quedó de una pieza, no lo podía creer, pero siguió el consejo. Ella, economista, trabajadora en el sector público en la alcaldía de Valledupar, Gobernación del Cesar y en el Ministerio de Salud sabía que había que hacer el esfuerzo.

Natalia LInares
Foto:

www.runningcolombia.com

Las dos fueron a la Liga de Atletismo del Cesar para unas pruebas. La pista del estadio era de tierra y Natalia pasó sin problemas el examen. Por esos días había un torneo infantil en Bucaramanga y fue seleccionada y ganó tres oros.

Fue tanda la acogida y el cariño que Yanelis le tomó al atletismo que fue nombrada presidenta de la liga de ese deporte y eso le sirvió para llevar de la mano a su hija a los Juegos Supérate, cuando fue campeona nacional y suramericana escolar.

Al lado de su ídolo

Precisamente, en ese torneo suramericano estaba Álex Díaz, el esposo de Ibargüen, quien habló con Yanelis y le dio el contacto de Ubaldo Duany, por ese entonces entrenador de Caterine, quien es el ídolo de Natalia.

En el 2017 se reunieron. Natalia y Caterine Ibargüen compartieron por varios días entrenamientos en Puerto Rico y Natalia había cumplido el sueño de conocer a la atleta que más le representaba. Los recursos de la familia solo duraron dos meses, por lo que les tocó regresar a Colombia.

Los resultados de Linares pedían a gritos un cambio de sede. Valledupar no era el lugar indicado para que siguiera progresando, por eso Yanelis la llevó a Cartagena, días antes de los Juegos Nacionales, pero pudo entrenar en la pista oficial.

En Cali, el entrenador Martín Suárez, habla con Yanelis y le dice que él podía hacerse cargo de Natalia, quien se fue a vivir a Santa Marta en el 2019. Como mamá era difícil tomar esa decisión, pero el futuro de su hija la obligó a vender el carro, renunciar al trabajo e irse de Valledupar.

Natalia Linares

Natalia LInares, con la plata ganada en Cali.

Foto:

Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

Yanelis consiguió trabajo en la capital del Magdalena y pudo seguir de cerca a su hija, pero llegó la pandemia y los planes cambiarlo. Natalia se quedó en Santa Marta y su mamá se vio obligada a trasladarse para Bogotá, a laborar en el Ministerio de Cultura, en el que era asesora.

No fue fácil ese paso para ninguna de las dos. Cada cuatro meses la visitaba, pero no era lo mismo, no la tenía cerca como en los años anteriores. La separación para ellas fue tremendamente difícil. Natalia vivió con otras atletas en la casa del director técnico, entrenaban ahí en un sacrificio muy grande.

El atletismo ni fue el primer deporte de la medallista mundial, pues practicó la natación, pero debido a una dermatitis producida por el clórox le tocó abandonar su práctica.

Hoy, Natalia sigue viviendo en Santa Marta, entrena diariamente y hace cuarto semestre de administración del deporte.

Amor de madre

“ ‘Nata’ es una niña muy segura de lo que quiere, de su futuro, para dónde va. Es una mujer extremadamente amorosa, eso se lo sacó a la abuela, y a mí me copió que uno no debe rendirse, que hay que ir para adelante”, contó Yanelis.

Le duele el dolor ajeno, el ver sufrir a las personas y ama a los niños
. Aprendió de su familia que hay que darle una mano a la gente que lo necesita, porque la situación que se vive en el país actualmente es muy complicada.

Quiera ser la mejor atleta del mundo y ha recibido propuestas para irse a estudiar y a entrenar a Estados Unidos, pero Natalia advierte que quiere seguir un proceso ciento por ciento colombiano, el mismo que le ha dado resultados.

Es amante de la lectura y en su cuarto es fácil verle libros de novelas románticas y de crecimiento personal.

Es una persona arraigada a la cultura vallenata. Siente, vibra con su región y eso se evidenció en los Juegos Bolivarianos de Valledupar, en los que fue oro en el salto largo, haberlo conseguido en el patio de su casa fue lo máximo, para ella una alegría inmensa.

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Lisandro Rengifo
Redactor de EL TIEMPO
@lisandroabel



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