Parceros por Bogota, el programa que salvo a joven de la delincuencia – Bogotá

Brayan Camilo Llanos nació hace 24 años en el seno de una familia que durante tres generaciones se ha dedicado al reciclaje. Creció, además, en Las Acacias, un barrio de la localidad de Kennedy que desde su fundación ha sido el hogar de decenas de familias que sobreviven gracias a este oficio.

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Estábamos buscando otras opciones. No es que este trabajo no diera para vivir, pero estamos buscando algo más y no seguir en lo mismo

Por eso era común que durante su niñez, cada vez que pensaba en su futuro, se veía ejerciendo el mismo oficio de su abuela y de su madre. No era para menos, las largas jornadas junto con Elizabeth, nombre de su progenitora, le habían enseñado que en días buenos ese oficio podía estar bien remunerado.

Sin embargo, con el paso de los años esa idea fue cambiando y muchos de los jóvenes del barrio empezaron a plantearse un futuro lejos del reciclaje.

“Estábamos buscando otras opciones. No es que este trabajo no diera para vivir, pero estamos buscando algo más y no seguir en lo mismo. Romper esas cadenas de solo vivir del rebusque”, cuenta.

El problema es que al llegar a la adolescencia, Brayan Camilo no solamente podía pensar en sí mismo. Este joven no había cumplido los 15 años y ya era –como él mismo lo dice– “el hombre de la casa”.

Además de tener que responder por sus estudios, debía dedicar los lunes, los miércoles y los sábados a la labor del reciclaje, y aprovechar las madrugadas para trabajar en Corabastos desgranando arvejas.

Vivo con mi madre y mis dos hermanos. Mi hermana, que se llama Luisa, tiene un retraso mental moderado y mi madre tiene una discapacidad física

Todo el dinero que ganaba tenía un mismo destino: los gastos del hogar. Y es que, aunque en su casa vivían cuatro personas, solo él y su hermano menor Daniel gozaban de las condiciones físicas para trabajar.

“Vivo con mi madre y mis dos hermanos. Mi hermana, que se llama Luisa, tiene un retraso mental moderado y mi madre tiene una discapacidad física”, dice.

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Brayan Llanos

Brayan Llanos está a punto de finalizar su proceso en Parceros.

Foto:

Cortesía Brayan Llanos

Trabajaba mucho durante la semana y a veces cuando iba de fiesta ellos me ofrecían.

Esta situación lo obligó a dejar el colegio en más de una ocasión. Primero fue en el año 2012, con 14 años, cuando el dinero apenas les alcanzaba para comer. En los años siguientes, la situación no mejoró. Más tardaba en matricularse que en abandonar las clases.

Fue durante esa época que conoció las drogas. Dice que fueron sus amigos quienes le dieron a probar por primera vez. “Trabajaba mucho durante la semana y a veces cuando iba de fiesta ellos me ofrecían. Además, me crié en un barrio en donde eso era normal, pero aunque probé nunca terminé metido del todo en ese cuento”, añade.

Brayan reconoce que jamás se sintió parte del mundo de las drogas y que fue durante esos años, entre los 15 y los 16 años, que empezó a pensar seriamente en qué sería de su futuro.

El problema es que, pese a estar convencido de que tenía las habilidades y el potencial para ver más allá de lo que ocurría en su barrio, fue después de dejar las drogas que se adentró en la etapa de su vida de la que más se arrepiente.

Estaba decidido a acabar el colegio, a dejar esa etapa negativa atrás y a emprender. No sabía cómo, pero quería tener un negocio

“Era una época en la que no me daban trabajo tan fácil y el tema del reciclaje estaba muy duro, entonces fue demasiado fácil para mí tomar la decisión de robar. Tenía que sostener a mi familia y sé que no es excusa, pero fue la única forma que encontré”, dice, y agrega: “es de la única cosa de la que me arrepiento”.

En 2019, después de varios intentos, y a los 21 años, logró graduarse de bachillerato en el colegio Inem de Kennedy. Durante mucho tiempo, pensar en sacar adelante a su familia fue el motor que impulsó su cambio de mentalidad.

“Estaba decidido a acabar el colegio, a dejar esa etapa negativa atrás y a emprender. No sabía cómo, pero quería tener un negocio”, dice.

Oportunidades

Era como muchos jóvenes de la ciudad que no cuentan con oportunidades. Eso lleva a las personas a cometer muchos errores, así es en barrios como este.

Brayan es, sobre todo, una persona consciente de su realidad. Si bien ese momento de lucidez no llegó tan temprano como hubiera querido, sí apareció en el momento justo para darle un vuelco a su vida.

Inmediatamente después de terminar el colegio, se inscribió en el Sena. En aquel momento, en plena pandemia y con restricciones en toda la ciudad, fue de los pocos en salir a las calles. El hambre no daba espera y aprovechaba los momentos en que no tenía clase para recorrer las calles de la localidad en busca de material reciclado.

Con la ciudad recuperándose de las secuelas de la pandemia, tuvo nuevamente que abandonar sus estudios. “Tenía que cuidar a mis hermanos y además teníamos tres conjuntos residenciales en donde recogíamos el material. Entonces el tiempo no me alcanzaba, pero podía llevar algo de comer a la casa”, dice.

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Con todo en contra, lo más sencillo hubiera sido volver a delinquir o simplemente tirar todo su progreso a la basura. No obstante, reconoce que jamás se victimizó y que siguió adelante. “Era como muchos jóvenes de la ciudad que no cuentan con oportunidades. Eso lleva a las personas a cometer muchos errores, así es en barrios como este. (…) Pero no podía esperar a que del cielo cayeran las cosas”, subraya.

Si bien el verdadero cambio en su vida no cayó del cielo, sí ocurrió en el momento menos esperado.

“Hay que aprovechar cada oportunidad que llega como si fuera la última”, repite Brayan con insistencia.

Brayan ha hecho de esta frase un credo, uno capaz de atraer para su vida oportunidades únicas.

Un parcero más

Llegar y escuchar todas las historias de los compañeros me cambió el chip.

El 18 diciembre de 2021 es un día especial para este joven. Ese día Brayan asistió por primera vez a una reunión de ‘Parceros por Bogotá’, una iniciativa del Distrito cuyo propósito es atender a más de 11.000 jóvenes de escasos recursos para que puedan afianzar su proyecto de vida y evitar que caigan en las drogas y en redes de delincuencia.

Llegó al programa por recomendación de una amiga, quien meses antes ya se había vinculado. Aunque tenía temor por lo que se podía encontrar, desde el primer momento se sintió cómodo. “Llegar y escuchar todas las historias de los compañeros me cambió el chip. Todo lo que ha venido después, el acompañamiento psicosocial, las salidas y el trato con la gente de allá ha sido muy bacano”, afirma.

Fue allí en donde su visión del mundo trascendió y fue capaz de ver un camino claro para llegar a sus objetivos. Primero logró continuar sus estudios de Ensamble Automotriz y enfocarse en armado y pintura, y obtener un ingreso por parte del Distrito. En segundo lugar, obtuvo un contrato de aprendizaje con la ensambladora GM Colmotores, una de las más importantes del país.

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Por último, hoy goza de una estabilidad que le permite pensar en un futuro mejor para él y su familia, y que lo alejan de tomar el mal camino. “Todo lo que me pasó, todas las carencias y dificultades que tuve me hacen lo que soy ahora”, dice.

Pero, aunque su camino no fue sencillo y otros en su lugar podrían desear lo mismo para los que vienen atrás, Brayan anhela un cambio.

“Faltan más oportunidades y que desde el colegio se cambie la mentalidad. Es un enorme trabajo el que hace la alcaldía con ‘Parceros’ y con Jóvenes a la U; de hecho, un amigo del barrio logró estudiar gracias a ese programa, pero nosotros también debemos poner de nuestra parte. Repito: hay que aprovechar cada oportunidad”, concluye.

Otras salidas para los jóvenes

Parceros

‘Parceros por Bogotá’ es una iniciativa del Distrito cuyo propósito es atender a más de 11.000 jóvenes de escasos recursos.

Foto:

Alcaldía de Bogotá

Además de ‘Parceros por Bogotá’, programa liderado por las secretarías de Integración Social, Gobierno y ocho Fondos de Desarrollo Local y que ha llegado a más de 11.000 jóvenes de escasos recursos que estaban en riesgo de desertar del colegio, de caer en las drogas o de ser reclutados por redes de delincuencia, la Secretaría de Seguridad trabaja desde el año 2016 en la iniciativa ‘Justicia Restaurativa’, de la cual se han beneficiado más de 6.000 jóvenes. Con este programa, el Distrito busca darles una segunda oportunidad a menores de 18 años que en el pasado delinquieron y que buscan aportar a la reparación de sus víctimas.

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