¿por qué los conservadores pueden salir derrotados en las parlamentarias?

A dos semanas de las elecciones parlamentarias en el Reino Unido, nadie discute que el Partido Laborista de centroizquierda, liderado por el abogado Keir Starmer, obtendrá su victoria más amplia en un cuarto de siglo, con encuestas que le asignan hasta 450 de las 650 sillas de la Cámara de los Comunes. Las apuestas se centran en qué tan desastrosa será la derrota de los conservadores del primer ministro Rishi Sunak, a quienes algunos sondeos ubican por debajo de las 100 curules frente a las 344 que hoy tienen.

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La única vez que los laboristas se adueñaron de más de 400 butacas del Parlamento fue en las sucesivas victorias de Tony Blair en 1997 y 2001. Pero los tories (conservadores) jamás han sumado menos de 150 curules en más de dos siglos de elecciones parlamentarias. De hecho, en el último medio siglo han gobernado con cómodas mayorías durante 32 años.

Más de 200 de sus actuales curules están en peligro, incluida la de indiscutidos parlamentarios como el actual secretario de Finanzas, Jeremy Hunt, quien ha ganado la silla del distrito electoral de Surrey en cinco elecciones seguidas. Como explicaba este fin de semana el corresponsal de The New York Times en Londres, Stephen Castle, “que el segundo hombre más poderoso del Gobierno se perfile como perdedor es testimonio de la escala de la amenaza que enfrentan los conservadores”.

Que el segundo hombre más poderoso del Gobierno se perfile como perdedor es testimonio de la escala de la amenaza que enfrentan los conservadores

Las principales encuestas divulgadas este fin de semana pronostican que los laboristas obtendrán entre el 40 y el 46 por ciento de los votos, contra entre 19 y el 23 por ciento de los tories, mientras los liberales demócratas rondarán el 12 por ciento y los verdes, el 6 por ciento. Todos los sondeos registran al alza a los nacionalistas de la derecha populista de Nigel Farage, el hombre que lideró y ganó la campaña a favor del brexit en el referendo de 2016, que marcó la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

A pesar de los traumatismos económicos, comerciales y de turismo que esa decisión trajo, y a que ahora una amplia mayoría de británicos reniega del brexit, Farage ha conseguido avanzar en esta campaña al apuntar al control de los inmigrantes, a quienes –como suele suceder en estos discursos facilistas– culpa de todos los males.

Farage está a la cabeza del partido Reform UK, que marca entre el 12 y el 16 por ciento en los sondeos, aunque en uno de ellos, el de la firma YouGov, alcanza el 19 por ciento y supera por un punto a los conservadores. El problema para la agrupación derechista es que esos sufragios están repartidos de manera más o menos igual por buena parte de la geografía del país, sin concentrarse en un número importante de bastiones.

Como el sistema electoral del Reino Unido se basa en circunscripciones unipersonales, donde cada una elige a un solo parlamentario, Reform UK puede quedar segundo o tercero en el total de votos a nivel nacional, pero conseguir una muy pobre cosecha de curules porque no logre hacerse fuerte y ganar en un buen número de distritos. Pero si sigue creciendo en los sondeos a costa de los tories, podría obtener más y dar una sorpresa el 4 de julio, aunque en todo caso muy lejos de los laboristas.

Consciente de que en estas elecciones obtendrá su mejor resultado a nivel nacional, pero que en materia de curules no conseguirá un número importante, Farage anunció el lunes, al presentar su manifiesto programático, que se candidatiza desde ya para ser primer ministro, pero no ahora sino en el año 2029.

Líder laboralista del Reino Unido, Keir Starmer

Foto:Neil Hall / EFE / EPA

Moderación laborista

Después de un ligerísimo repunte en el primer trimestre del año, cuando creció 0,6 por ciento, la economía británica decepcionó en abril (último mes con cifras consolidadas), cuando la combinación de los diferentes sectores marcó un alza de 0 por ciento. El Fondo Monetario Internacional redujo sus previsiones para 2024, del 0,7 al 0,4 por ciento, algo que se explica, según los expertos del FMI, en el mantenimiento arriba de las tasas de interés por efecto de una inflación que no cede y que también contribuye a frenar el consumo.

Muchos electores del Reino Unido quedaron agotados de los emotivos discursos promeseros de Boris Johnson, y ahora busca un primer ministro ‘más serio, más sobrio y más metódico’

A todo esto se agrega una escasez de mano de obra que algunos relacionan con el brexit, que sacó de las islas británicas a muchos trabajadores de los países de Europa del este integrados en la Unión Europea, que estaban autorizados a trabajar en el Reino Unido cuando este hacía parte de la UE. La crisis económica que resultó de la mezcla explosiva entre el freno mundial de las actividades tras el repunte poscovid y las graves perturbaciones causadas por el brexit ha golpeado con fuerza la imagen del primer ministro Sunak y de los conservadores, y de paso ha beneficiado a los laboristas de Starmer, hacia cuyos candidatos se han volcado la mayoría de los votantes.

Palacio de Westminster, edificio donde funciona el Parlamento inglés.

Foto:EFE/Andy Rain

Starmer no es un político tradicional: se formó como abogado –especializado en derechos humanos– y como fiscal acusador, y tiende a presentar “hechos y evidencias antes que discursos grandilocuentes”, tal y como explicó el periodista y escritor inglés Tom Baldwin, en una reciente entrevista a la National Public Radio de Estados Unidos. Baldwin sostiene que muchos electores del Reino Unido quedaron agotados de los emotivos discursos promeseros de Boris Johnson, y ahora busca un primer ministro “más serio, más sobrio y más metódico” que los que han gobernado al país en estos años. En su juventud, Starmer era un convencido de las ideas socialistas que marcaron por décadas el ideario laborista, hasta que en los años noventa Tony Blair condujo al partido hacia el centro.

Ahora Starmer lo está imitando. Según Baldwin, es un dirigente “que ha llevado al Partido Laborista de vuelta al centro político, que ha transformado a un partido que no era confiable en términos de seguridad nacional o economía, en uno que ahora es más confiable que los conservadores en ambos aspectos”.

Con la victoria prácticamente asegurada, Starmer se ha dado el lujo de jugar a la moderación y de ser prudente en cuanto a las promesas, en contraste con su antecesor al frente del partido, el izquierdista Jeremy Corbin, a quien Starmer reemplazó tras el descalabro laborista en las elecciones de 2019. De hecho, hace algunos meses recibió críticas del ala izquierda de su colectividad, pues al esbozar las líneas generales del programa laborista, algunos dijeron que se trataba de propuestas que bien podían firmar los conservadores.

Del programa a la realidad

A fines de mayo, tras el anuncio de Sunak de la disolución del Parlamento y la convocatoria anticipada a elecciones para el 4 de julio, Starmer acentuó en su discurso el mensaje de moderación. Durante un mitin en que uno de los manifestantes le echó en cara que su programa en nada se diferencia del de los tories, aprovechó la ocasión para decir que el Laborista había dejado de ser “un partido de protesta para convertirse en un partido de gobierno”.

Starmer no habla de nacionalizaciones ni de nuevos impuestos a las empresas ni a sus accionistas, a sabiendas de que esas medidas podrían postrar aún más la actividad económica. Su oferta consiste, en cambio, en “establecer de nuevo las bases de la estabilidad y apoyarse en ellas para reconstruir Gran Bretaña”, y en hacer del laborismo un movimiento “favorable a las empresas y a los trabajadores (…) y el partido de la generación de riqueza”.

La economía británica está estancada: en abril creció 0% y para 2024, el FMI prevé que aumente 0,4%

Señalado por los conservadores por querer subir los impuestos, Starmer se ha defendido diciendo que su programa fiscal busca aumentar en 8.600 millones de libras esterlinas los ingresos públicos, la mayoría de ellos (5.200 millones de libras esterlinas) como resultado de la lucha contra la evasión.

Ha prometido enganchar a varios miles de médicos para descongestionar el sistema nacional de salud (NHS), que tiene hoy interminables listas de espera y demoras de varios meses antes de que los pacientes puedan acceder a sus citas. En cuanto a la escasez de profesores en las escuelas, ha anunciado la contratación de 6.500 maestros.

Rishi Sunak

Foto:Andrew Parsons / No10 Downing Street

Aun así, los analistas advierten que, si la economía no reacciona en el primer año de gobierno laborista, será imposible aumentar los ingresos fiscales. Y eso, a la larga, como lo plantea Paul Johnson, director del Instituto de Estudios Fiscales, llevaría a Starmer a “proceder a recortes presupuestales, revisar sus objetivos o aumentar los impuestos”.

En el plano internacional, Starmer propone mantener el apoyo financiero y militar a Ucrania frente a la agresión rusa, así como reconocer el Estado palestino como resultado de un proceso de paz, y no antes. Y en cuanto al crítico tema de la inmigración ilegal, promete reducir el número de ingresos, pero asegura que renunciará al criticado programa conservador de devolver a Ruanda a cientos de demandantes de asilo.

Pero el tema de la economía es el de mayor interés para los votantes. Hace pocos días, un editorial del diario británico The Guardian valoraba el programa laborista bautizado ‘Un plan para cambiar Gran Bretaña’, porque “está bien estructurado, tiene lógica y su lenguaje está bien enfocado”. Pero cuestionaba que toda la apuesta se base en “estabilizar el crecimiento económico”, cuando hay asuntos complejos, como los relacionados con el cambio climático, que implican tomar decisiones que no necesariamente facilitan ese crecimiento.

Frente a estas críticas, Starmer luce imperturbable y defiende su visión pragmática y seria. A quienes le critican el exceso de prudencia de su programa, al que le faltan –señalan– propuestas que emocionen, e incluso le advierten que eso puede desalentar a un sector de los votantes, el líder laborista les responde: “Estoy en competencia para primer ministro, no para director de un circo”.

MAURICIO VARGAS

Analista Sénior

EL TIEMPO

mvargaslina@hotmail / Instagram @mvargaslinares



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