Monseñor Juan Carlos Ramírez Rojas lo recuerda como un domingo significativo, de florecimiento; de alegría y de paz.
Hace 27 años se realizó la primera consulta popular en Colombia, la cual tuvo lugar en Aguachica, Cesar, y lo que la impulsó fue el mismo clamor que hoy pervive en los habitantes de la zona y el país: la búsqueda de la paz.
La Constitución de 1991 estableció la creación de las consultas populares con el propósito de que cualquier comunidad pueda definir el destino colectivo de su territorio mediante una jornada de votación.
Al enterarse de esto, monseñor Leonel Pineda, que en ese entonces era la autoridad religiosa en la zona, empezó a indagar si se podía conseguir una jornada electoral que le permitiera al municipio dejar atrás tanta violencia que azotaba la zona.
“Si usted revisa bien, todo lo que en ese entonces pasaba en Aguachica, entenderá por qué se propuso esa jornada –reflexiona monseñor Juan Carlos–. Era un hálito de esperanza creer que se podía cambiar el rumbo de esta zona, porque vivía muy afectada”.
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Por aquellos días, Juan Carlos Ramírez era el joven párroco de la iglesia de San Roque, en la parte rural, desde donde veía con esperanza la idea de frenar la guerra por mandato popular, en democracia.
Según reporte de la Comisión de la Verdad, en Aguachica se conecta con el interior del país y la costa Caribe, lo cual atrajo sobre los años 60 a personas de varias partes del país a propósito de su crecimiento económico.
Sin embargo, también fue epicentro de la llegada y el fortalecimiento de grupos armados como el Eln, las extintas Farc, el Epl y el M-19. Además, sobre los años 80 se dio la conformación de grupos de autodefensas que generaron zozobra en los habitantes.
El secuestro y los asesinatos asediaban a Aguachica, que aunque crecía, se ahogaba en asesinatos selectivos y con el dominio de los grupos armados que se disputaban el territorio.
¿Rechaza usted la violencia y está de acuerdo en convertir a Aguachica en un municipio modelo de paz?
Germán*, habitante de Aguachica, recuerda que la idea empezó gracias a unas reuniones de campesinos que eran apoyadas por monseñor Pineda, estas reuniones dieron pie al nacimiento del Movimiento Político Acción Comunitaria (MAC).
“Con ese movimiento alcanzan la alcaldía en 1992 con Manuel Claro –señala Germán–. Pero ese movimiento fue muy perseguido, registros de la Comisión de la Verdad indican que fueron perseguidos y asesinados 17 de sus miembros. Había mucha violencia”.
Uno de los hechos más lamentables, recuerda Germán, se dio con la muerte del médico José David Padilla Villafañe, director del Hospital Regional de Aguachica, el 31 de marzo de 1995, al parecer por miembros de las Autodefensas.
Su crimen fue tan doloroso para la comunidad que incluso hoy el hospital regional lleva su nombre. Ese fue el momento en que los habitantes de Aguachica se pusieron de acuerdo en la búsqueda de la paz.
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Una consulta por la paz
El año 1995 fue marcado no solo por el asesinato del médico Padilla Villafañe, sino que también hubo una masacre en el corregimiento de Puerto Patiño, lo cual llevó a que el alcalde Luis Fernando Rincón, desmovilizado del M-19 tras el acuerdo de paz con el Gobierno Nacional, acogiera la propuesta del padre Pineda.
“La propuesta fue acogida como un gran acuerdo de la población –recuerda Germán–. Se llevó al Concejo, fue aprobado y se empezó la propaganda del tema. La pregunta fue muy sencilla, pero a la vez fue muy significativa: ¿Rechaza usted la violencia y está de acuerdo en convertir a Aguachica en un municipio modelo de paz?”.

Luis Fernando Rincón, alcalde en aquel momento de Aguachica, era un desmovilizado del M-19 que apoyó la iniciativa.
Durante los días previos, monseñor Ramírez asegura que en Aguachica se vivió una verdadera fiesta de la democracia, pues habían venido personas de diferentes partes del país y del mundo. Hasta monseñor Isaías Duarte Cancino –quien luego sería asesinado en Cali por levantar su voz contra la delincuencia– estuvo en esa jornada.
Sin embargo, también hubo amenazas. Miembros de la guerrilla y de grupos paramilitares enviaron mensajes amenazantes. Germán asegura que “decir ‘paz’ en Aguachica era de valientes. Nadie quería el proceso”.
Aun así, de lado a lado se instalaban vallas y también había perifoneo con grupos musicales para promover la jornada. Parecía que iba a ser una victoria apabullante en razón de la paz.
“Hubo una fiesta democrática, un clamor por el respeto a la vida, había rechazo a cualquier manifestación de violencia. Fue un domingo significativo –asegura monseñor Ramírez–. Se pudo dar un trabajo ciudadano importante”.
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Pero, curiosamente, los votos no alcanzaron el umbral. El Sí logró 10.460 votos, mientras que el No, 42. Faltaron 995 votos para cumplir la exigencia del umbral requerido: el 30 por ciento del censo electoral.
Se cree que hubo presiones desde afuera. Ciudadanos como Germán creen que influyó también el hecho de que la iniciativa había sido impulsada por un excombatiente del M-19, lo cual pudo generar desconfianza en parte de la población.
No obstante, para monseñor Ramírez pese a no alcanzar el umbral la jornada dejó frutos que hoy persisten.
“Hubo emprendimientos y proyectos por la paz –explica el sacerdote–. La Universidad del Cesar nació de ese consenso. Nació la Ciudadela de la Paz, que es un barrio en el occidente de Aguachica donde viven muchas familias y el trabajo ciudadano continúa dando frutos, abriendo caminos”.
Además de la Ciudadela y proyectos de paz, también se crearon 76 aulas escolares, un coliseo y se pavimentaron vías del municipio.
La consulta tuvo tanta repercusión que hasta el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez aseguró que realizaría una jornada similar en su departamento, situación que finalmente nunca se dio.
No obstante, varios de los promotores de la consulta fueron asesinados. Incluso el alcalde que promovió la jornada, quien fue atacado en agosto del año 2000, cuando se volvió a lanzar para ser alcalde por segunda vez de Aguachica.
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Solo un recuerdo
Este 27 de agosto, cuando se conmemore un año más de la primera consulta popular que tuvo lugar en Colombia, no estará el símbolo de paz que otrora adornó el parque central de Aguachica, pero se queda en la memoria lo obtenido y por lo que se sigue luchando.
“Se quedó en un recuerdo anual –protesta monseñor–. La gente no quiso mantenerlo, pero aun así nuestra gente es muy buena, Aguachica es un pueblo formado por gente de muchas partes y yo creo que Aguachica floreció”.

El entonces presidente Ernesto Samper estuvo durante la jornada de sufragio.
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En la actualidad, este municipio del Cesar cuenta con alrededor de 128.000 habitantes. La Corporación Aguachica Modelo de Paz estuvo inactiva por mucho tiempo, pero hoy se encuentra en funcionamiento con el propósito de sostener varios proyectos de paz en el municipio, que aún es golpeado por grupos al margen de la ley debido a su ubicación estratégica.
“Yo lo que siento es que a Aguachica le falta hacer la reconstrucción de su memoria histórica, para sanar –observa monseñor Ramírez–. En mi manera de ver, el tiempo es superior al espacio, si no se les da voz a las víctimas, no seremos capaces de preguntarnos: qué pasó y por qué pasó; tampoco creo que seremos capaces de visibilizar un desarrollo integral si también nos falta liderazgo político”.
*Nombre cambiado por petición de la fuente
MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA BORRERO
Redactor de EL TIEMPO
NACIÓN
En Twitter: @Leugim40

