Reforma tributaria Petro: Experto Santiago Pardo opina sobre el proyecto – Sectores – Economía


El tributarista Santiago Pardo desmenuza la reforma tributaria. Y asegura que como el ministro de Hacienda Ocampo se ha mostrado dispuesto a oír soluciones alternativas, el sector empresarial se las debería proponer. “Lo que yo echo de menos de esta reforma es que no está conectada con el crecimiento económico”, asegura.

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¿Le gustó la reforma? He oído opiniones en el sentido de que desincentiva la inversión y podría ser hasta confiscatoria del patrimonio…

No, pero tengo una expectativa muy positiva de lo que va a terminar saliendo. Espero no equivocarme, porque conozco de muchos años a Ocampo. Cuando Nicaragua tenía una inflación del 39.000 por ciento, hablo de los ochenta, él dirigía la misión sueca (sin ser sueco) de rescate y estabilidad de Nicaragua, e hizo lo que nadie pensaba que era posible: estabilizarla. Y lo hizo con guantes de seda. Es una persona toreada en situaciones difíciles. No es el académico puro típico. Es una persona capaz de oír, siempre y cuando el que vaya a discutir venga con la solución propuesta.

El asunto es este: con la industria de combustibles fósiles restringida, ¿de dónde va a salir la plata para sostener un enorme Estado benefactor?

Es el problema central. Colombia recauda el 17 % del PIB; los países desarrollados recaudan el 34 %, es decir, el doble. Cerca de 80 billones se van en evasión, y otros 80 billones en beneficios tributarios y exenciones. Ahí es donde hay que trabajar mucho. Pero no persiguiendo a los que hoy tributan, sino el contrabando, el lavado, la minería ilegal, los dineros del narcotráfico.

Obviamente que esta reforma tributaria sí va a tocar la canasta familiar…

Es cierto, los impuestos que la reforma llama “saludables” tienen un efecto importante en las personas de más bajos ingresos.

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¿Y usted cree que va a generar un cambio en el hábito del consumo de esos bienes considerados no saludables?

No. La gaseosa, el salchichón, los embutidos, el roscón, todo eso es el desayuno, a veces el almuerzo o la comida de la mayoría, porque son los productos más baratos, no porque la gente crea que son los mejores.

¿No es un poquito ridículo que en una reforma tributaria se haga una lista y se diga que se van a gravar, por ejemplo, los merengues?

Sí, eso realmente no genera recaudos importantes, y va a generar fastidio de la gente del común. La importancia está en cómo generar dos o tres puntos del PIB de recaudo adicional, que sí requiere el país, cualquiera que sea el Gobierno.

Bajaron el objetivo del recaudo de 50 a 25,9 billones. ¿Eso qué le indica?

Que hay una preocupación. Es que extraer de la economía 25 billones, que son dos y medio puntos del PIB, tampoco es fácil. Eso sale de los bolsillos de alguien. Lo importante es que el mecanismo sea el más compatible con el crecimiento económico.

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Hay que reconocer que la Dian ha hecho un avance importante con la factura electrónica, que hace más difícil evadir…

Ha hecho avances en varias cosas. La factura electrónica está en proceso de masificarse. Pero también se ha avanzado en gestiones de fiscalización automática. De control a la evasión ha habido avances importantes el año pasado, al igual que este año. Van por el camino correcto.¿Cómo afectará realmente la reforma a las personas naturales? 

Se concentra la reforma en los que perciben más de 10 millones de pesos, porque todos los beneficios, exenciones, deducciones, ahora se limitan mucho más, y eso generará un incremento en la carga tributaria para las personas con ingreso entre 10 y 50 millones mensuales, de hasta el 67 %. Los de menos, salvo por los “impuestos saludables”, no tienen una afectación real.

Póngame un ejemplo de exenciones que ya no van o que se van a limitar muchísimo…

Antes uno tenía derecho a beneficios que podían sumar 191 millones de pesos al año por todo concepto, sean intereses, ahorros en fondos de pensiones, personas a cargo, por ejemplo. Eso se reduce a 46 millones de pesos al año. Entonces, los empleados verán que esos 145, que ya no tienen, van a ser base de mayor tributación, y tendrán que pagar mayor recaudo todos los meses. Esto es muy complejo, pero hay otras cosas que también me preocupan.

Entonces, ¿qué es lo que le preocupa?

El incremento de la ganancia ocasional, del 10 al 30 por ciento, o a la tarifa de la persona, que puede ser hasta del 39 %.

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Deme un ejemplo en la práctica…

Por ejemplo, la venta de la casa, o de un inmueble que posee, del cual obtiene renta. Pasados dos, cinco, o diez años, cuando lo venda, pues de la utilidad que obtenga puede llegar a pagar tributos de entre el 10 y el 30 por ciento, o 39, inclusive. ¿Qué quiere decir eso? Que si usted tiene este apartamento, donde vive, y se quiere pasar al de enfrente, que es idéntico, pero tiene la luz del sol por la tarde y no por la mañana, no le van a alcanzar los recursos de la venta de este para comprar el mismo apartamento enfrente. Eso es lo complejo. Eso existió en el pasado. En la reforma del 74 ya pagábamos ese impuesto completo, lo cual generó informalidad y subescrituración de todas las escrituras, que vimos en el país por muchos años. Eso se corrigió cuando el impuesto bajó al 10 %. ¿Qué hacen los Estados Unidos? Le permiten a la persona reinvertir, en otro activo igual, el dinero de la venta del anterior, sin pagar impuestos… La filosofía es muy clara: si poseo un apartamento y tengo que pasarme a otro, pues no me puedo quedar con la mitad de las posibilidades…

Pongamos este ejemplo: Si una persona compró su apartamento por 100 y lo vende por 200, ¿qué le pasa?

Le puede costar sobre los 100 de diferencia, 30 millones. Entonces, en vez de tener 200 para comprar el nuevo apartamento, ahora va a tener 170. Con la legislación anterior tenía 190. Esa diferencia es la que la gente va a empezar a sentir, porque le frena la capacidad de reponer los activos.

¿Y cuál sería la solución?

Mantener el impuesto de ganancias ocasionales bajo. Hay otro efecto de las personas naturales, que tampoco me gusta, aunque afecta menos a la gente de ingresos medios y bajos y es el impuesto al dividendo. Por ejemplo un empresario, dueño de una compañía, de un negocio, de un almacén, y que lo tiene organizado a través de una sociedad, recibe las utilidades… Estos son los ingresos medios y altos, pero ahí es donde está el corazón de muchos de los empresarios que mueven el país. A esos señores les están planteando que los dividendos se incrementen de una tarifa del 10 % a una que puede subir hasta el 39 %. Se podría llegar, en ciertos casos, a tener tasas de tributación del 104 % de las utilidades, si usted suma el ICA, el impuesto al patrimonio, el impuesto de renta de la sociedad, el 4 por mil y el impuesto al dividendo.

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Es como una invitación a no hacer negocios en Colombia…

Sí. Lo que veo es que el objetivo de crecimiento económico, que debe tener todo país, no está plasmado en esta reforma tributaria. Hay propuestas alternativas muy creativas que permiten hacer más competitividad, y que le pueden dar 20 billones al Gobierno.

En la presentación de la reforma dijeron que no iba a afectar a las empresas. Pero resulta que a los empresarios sí…

Es correcto. Pero en las empresas sí hay algunos cambios. El descuento del ICA, un alivio muy importante, recomendado inclusive por expertos internacionales para hacer mucho más eficientes a los empresarios colombianos, desaparece en esta reforma. El otro problema es mantener un 4 por mil, que lo que hace es gravar la formalidad. Entonces, la mezcla del impuesto de la sociedad y el dividendo, junto con el ICA, el 4 por mil, y el impuesto al patrimonio, puede llegar hasta una tasa del 104 %.

Pongamos un ejemplo…

Usted monta un negocio que compra productos a 4.900 pesos para venderlos a 5.000, y entonces se gana 100. Pero cuando hace las cuentas, lo que pagó en impuestos la sociedad fue de 104 pesos. Es decir, no le quedó ni un peso de la utilidad; y encima, le tocó poner 4 pesos del patrimonio, para sostener el fisco. Es un desincentivo muy grande para la generación de negocios.

¿Y eso una persona tan inteligente como el doctor Ocampo no lo ha captado?

Creo que él lo tiene claro, pero lo que veo es que están esperando la reacción, para sentarse a ver de dónde van a obtener 20 billones de manera compatible con el crecimiento económico. El sector privado tiene que acercarse al Gobierno para decirle, nosotros ayudamos, pero busquemos un esquema compatible con el crecimiento de las compañías. Por ejemplo, acabando con el 4 por mil, permitiendo el descuento del ICA…

Perdone que lo interrumpa, pero, aunque hay la propuesta de aliviarlo, no pinta que el 4 por mil se vaya a acabar…

Hay un mecanismo, y es que se reste del impuesto de renta, lo mismo que el ICA. Si eso se hace, la tasa de tributación de las empresas se reduce sustancialmente y se aplana. A mí no me preocupa que en Colombia las empresas paguen 40 o 45 por ciento de impuesto de renta, si se les permite descontar el 4 por mil y el ICA. Es una redistribución de los impuestos al interior de la economía. Eso es lo que los empresarios tienen que ir a proponer. Porque el Gobierno lo que quiere son los recaudos, no acabar con las empresas.

Y reaparece el impuesto al patrimonio…

Sobre el que también tengo severas dudas y reparos.

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Si una persona tiene una casita y una pensión, ¿van a sumarse las dos cosas para el impuesto al patrimonio?

Los primeros 450 millones de la casa no se gravan y la pensión tampoco, salvo que se ahorre.

¿No es un desaliento al ahorro?

De cierto nivel de personas. Esto empieza a afectar a partir de 2.700 millones de pesos de patrimonio, con una tarifa baja, y aplica la tarifa plena a partir de 4.600 millones. Así, los que tiran del coche de la economía, que son 40.000 personas, de acuerdo con los datos del Gobierno, con patrimonios altos, sí se van a ver afectados.

El impuesto al patrimonio no grava lo que la gente gana, sino lo que tiene…

Y muchas veces la gente no tiene una liquidez para atender el impuesto. Entonces, si usted tiene el apartamento de cuatro mil o de cinco mil, y no le está generando renta por las situaciones del país, a usted le toca ver cómo se endeuda en 40 millones, en 50, para pagar ese impuesto, porque no tiene el flujo para pagarlo.

Pero el presidente Petro dijo que la tributaria no iba a ser una reforma confiscatoria, y en esas circunstancias lo es…

Claro que sí. En el pasado, el país había optado por un impuesto a las sociedades, no a las personas. Las sociedades eran las que tributaban porque en ellas hay más facilidad de obtener recursos. Las personas naturales son dueñas de unas acciones, pero si no las puede vender, o son dueñas de una casa que no les genera renta, están en problemas. Lo que yo echo de menos de esta reforma es que no está conectada con el crecimiento económico. Que genera tasas de tributación conjuntas de todos los impuestos muy altas. Lo que busca de recaudos es posible con otra estructura de impuestos y con control a la evasión.

Entonces, ¿el impuesto al patrimonio no debería ir?

No. Yo creo en los impuestos a la utilidad. Si ganó, pague. Lo que es espantoso es decirles a las personas que tienen que pagar sin haber ganado. El que tiene una finca improductiva no entiende por qué tiene que pagar cien millones de pesos si la finca está rodeada por la guerrilla, si los productos no se los compran.

Y está el impuesto a las ventas por plataformas de internet…

Ahí el país está en un reto de competitividad que es muy grande. ¿Qué pasa hoy? Que las compras de internet de menos de 200 dólares llegan sin IVA y sin arancel a Colombia. Cuando usted quiere comprar unos tenis, por ejemplo, los encuentra por internet en 15 o 20 % menos que en un almacén nacional. Hay una competencia desleal: los empresarios que están en Colombia tienen que pagar IVA y arancel; si están fuera de Colombia y venden a través de Amazon o alguna de esas plataformas, no. 

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¿Cómo puede competir un país con una legislación así?

Eso es fruto de un tratado de libre comercio mal negociado.

MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO


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