Terremoto de Popayán: historia del fotógrafo de la tragedia en Cauca – Otras Ciudades – Colombia

Las paredes se rajaban y el piso se abría. Luis Eduardo Solarte sufría así el remezón al lado de sus hijos, de 6 y 4 años, cuando estaban desayunando ese Jueves Santo de hace 40 años en Popayán.

El fotógrafo, oriundo de Pasto, recuerda que la casa, en el barrio Camilo Torres, suroccidente de la capital Cauca, se movía de un lado a otro y de arriba abajo. Loza, cristales iban al piso. Eran las 8:15 de la mañana. Fueron 18 segundos, pero para ellos fue una eternidad con el movimiento telúrico de 5,5 grados y una profundidad de unos 12 kilómetros.

Entre el drama, el miedo y la confusión, el hombre de 26 años en ese entonces, pensó en dos palabras: “La cámara”. Entonces, ese contador público y apasionado por la fotografía, le dijo a su familia que debía ir a retratar lo que estaba pasando.

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“La cámara la teníamos justo ahí, en la casa, porque como estábamos en plena Semana Santa, el día anterior tuvimos el registro de la procesión del miércoles, teníamos los equipos en la casa y listos para arrancar para los eventos del Jueves 31 de marzo de 1983”. Para ese año ya tenía dos de haber abierto una tienda de fotografía.

Al primer lugar que se dirigió fue el cementerio, ya que quedaba a una cuadra de su residencia.

“Fue una imagen dantesca, ver los cadáveres fuera de sus fosas, cadáveres ya en descomposición, algunos con carne todavía, otros los huesos, literal, se salieron de sus tumbas”, dice Solarte, quien había llegado a Popayán a estudiar ingeniería civil. “Conocí allí a mi esposa y me atrapó”.

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Imagen captada por Luis Eduardo Solarte hace 40 años.

Foto:

Cortesía: Luis Eduardo Solarte

Recuerda cómo a su paso vio edificaciones destruidas, iglesias derrumbadas, gente gritando. Era una de las facetas de la tragedia que dejó 267 personas muertas y más de 7.500 heridas.

Una de las imágenes que más lo conmovió fue ver cómo sacaban los cadáveres de la Catedral.

Ese templo fue uno de los lugares en los que más gente murió como consecuencia del terremoto de Popayán. La cúpula de la torre les cayó encima a decenas de personas que habían acudido a la misa de las 8:00 a.m. y que justo ese Jueves Santo ocupaban las primeras filas entre la feligresía.

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“Fue impactante ver esa cantidad de muertos, la mayoría personas mayores porque quienes por lo general van a misa de 7, 8 de la mañana, son los ancianos, no los jóvenes.

Era impresionante para él ver como una ciudad tan hermosa, floreciente, quedara convertida en casi ruinas. Quedaron demolidas 2.470 viviendas.

Algo muy impactante fue llegar en su carro al conjunto residencial Bloques de Pubenza. El lugar era prácticamente un ‘campo de concentración’: “Estaba lleno de muertos y varios edificios de cuatro pisos, hechos en concreto reforzado, quedaron destruidos”.

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Luis Eduardo Solarte en la actualidad.

Uno de los bloques quedó, incluso, de un solo piso, según narra.

Ese día nadie pudo ir a un templo a orar. Todos buscaban a sus familiares, recogían a sus muertos y trataban de recuperar algo de lo que habían perdido.

“Nadie está preparado para una cosa de esas, en lo absoluto, hay cosas de protocolos, simulacros, pero ante esta realidad, nadie está preparado, claro salieron los Bomberos, la Cruz Roja, no sabían a donde dirigirse porque por todas partes había tragedia, pero la verdad, nadie está siquiera imaginó algo así”.

El fotógrafo dice que muchos atribuyeron lo ocurrido a una maldición que tiene Popayán.

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En la Cruz de Belén, en su base de cuatro lados, hay una oración en cada una de sus caras, en el sur, “un Padre Nuestro a San José para que nos consiga una buena muerte”; en el norte, “un ave María a la madre de misericordia para que no sea total la ruina de Popayán”; al oriente, “un ave María a Santa Bárbara para que nos defienda de rayos”; al occidente, “un Padre Nuestro a Jesús para que nos libre del comején”.

“Como esto se había vuelto una parranda santa, entonces la Cruz de Belén estaba escrito en números romanos que iba a ocurrir algo en Popayán, entonces la gente dice que se había cumplido esa maldición, pues la gente ya se había desviado en la rumba, la parranda, menos en los religioso y espiritual”, cuenta Luis.

Esta leyenda dice que si la Cruz de Belén se hubiera caído del todo en el terremoto del 31 de marzo de 1983, Popayán se habría hundido.

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Solarte está entre el centenar de fotógrafos de Colombia que tiene tarjeta profesional expedida por el Ministerio de Educación Nacional.

Todos en ‘La Ciudad Blanca’ lo reconocen por su trabajo. Él continuó con su vida en Popayán, lugar donde conoció a su esposa y donde desde 1981, dos años antes de la tragedia, tiene su tienda fotográfica.

Imagen del fotógrafo Luis Eduardo.

Foto:

Cortesía: Luis Eduardo Solarte

Hoy, 40 años después de esa tragedia, los payaneses reciben la Semana Santa, orando al rememorar esa pesadilla. Quienes llegan por estas fechas allí, nunca se imaginan que alguna vez Popayán estuvo destruida, pero fue una ciudad que supo levantarse de las ruinas, gracias a la valentía y a la solidaridad de los mismos payaneses, del país y de la comunidad internacional.

La tarea del fotógrafo quedó documentada en decenas de fotografías, que narran la historia del temblor, que casi destruye en su totalidad a la ciudad de Popayán. 

MICHEL FRANCOIS ROMOLEROUX
Para EL TIEMPO 
POPAYÁN

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