Análisis de José Carlos García: El encanto de la gratuidad vs. la estabilidad jurídica – Novedades Tecnología – Tecnología


Lo que pasó el viernes con la final del fútbol colombiano entre Millonarios y Nacional y el debate sobre la transmisión de ese partido en lugares públicos, como parques y plazas, nos deja interesantes reflexiones.

El pedido que hicieron en ese sentido las alcaldías de Bogotá y Medellín al canal Win Sports, dueño de los derechos de televisión, trae a flote el tema de la seguridad jurídica, un concepto que cada vez más se diluye en Colombia y el cual, de manera grave, pone en riesgo la inversión local y sobre todo extranjera, tan importante para el desarrollo.

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El fútbol es un negocio privado. Y el contenido de ese espectáculo está contemplado en un acuerdo, privado, nuevamente, entre los equipos de fútbol (privados) reunidos en la Dimayor y un grupo empresarial, Win (privado) que pone los recursos económicos y técnicos para transmitir dicho espectáculo al público. Que una autoridad invoque ‘el interés público’ para socavar un acuerdo entre privados es un riesgo que no podemos permitirnos. Saquemos al fútbol de la ecuación por un minuto: bajo ese concepto, mañana una autoridad cualquiera podría ordenar el desconocimiento de contratos de toda índole, dejando a Colombia como un país en donde el ordenamiento legal es de juguete.

Por ejemplo: “Las comunicaciones son de interés público, así que Movistar, Claro, Tigo, Wom deben regalar su servicio porque usan nuestro espectro”. O qué tal un “como la movilidad es un derecho constitucional y el servicio de transporte aéreo es de interés público, entonces Avianca y las demás aerolíneas deben recibir gratis en sus aviones a la población”.

Suenan exagerados los ejemplos, pero pasan por la misma ventana que las alcaldías de Medellín y Bogotá quisieron abrir, encima, con el ropaje peligroso del “secuestro de nuestro fútbol”. Grave. Por ese camino han transitado lastimosamente otras industrias, como el cine, la literatura, que ven cómo su esfuerzo se cuela por las rendijas de la ilegalidad, la piratería, ‘por ser de interés público’.

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Y ni se diga del periodismo que se esfuerza por crear una oferta prémium, de calidad, bajo el modelo de suscripción. Es común ver cómo en redes sociales y grupos de chat circulan los PDF de análisis y artículos especiales, exclusivos para suscriptores, en una clara violación del trabajo y la inversión por un contenido de calidad y diferencial. Curioso que una sociedad que exige “periodismo de calidad” a su vez le cierre los recursos que ayudan a pagarlo.

Esto no se trata del fútbol. Lo que está detrás es la estabilidad jurídica del país. Eso mismo está pasando en otras industrias. Cambios abruptos de las condiciones pactadas para explotar hidrocarburos o el espectro electromagnético, por poner dos ejemplos, dejan muy mal parado al país ante el mundo.

En el caso de Win Sports, además, no estamos hablando de un tema crítico de seguridad nacional. ¡Es fútbol!

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¿Que deben, entonces, pagar por la seguridad dentro de los estadios y pagar más por alquilarlos? ¡Claro! Que se discuta entonces. El nuevo director de la Policía así lo propuso hace un mes. Si queremos que el fútbol sea público, entonces hagámoslo con una ley. Y que sea con recursos públicos que se subsidien a los equipos y partidos. Todos los partidos, no solo la final, que si fuera entre Águilas Doradas y Alianza Petrolera, no estaríamos en esta discusión.

JOSÉ CARLOS GARCÍA
Editor Multimedia de EL TIEMPO
En Twitter: @JoseCarlosTecno


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