Las historias temerosas, escalofriantes y sangrientas no sólo ocurren en las películas de terror, también se viven en la cotidianidad, en las que los familiares y amigos son los que primero traicionan.
Este es un suceso de espanto que se vivió un 17 de abril de 2003, el cual quedó marcado para siempre en la vida del antagonista, familiares y amigos de las tres víctimas.
Era un jueves santo que pintaba tranquilo, en el que se esperaba compartir en familia, comer pescado y reflexionar sobre cada acto que convierte al ser humano en pecador. De hecho, era uno de esos tantos días de la Semana Mayor en los que se espera ser perdonado por Dios.
Sin embargo, Giovanni Ángel no entendió el mensaje de sanar su alma, sino que, al contrario, prefirió cegarse por el odio y acudir a la violencia después de que sus padres no quisieron prestarle el carro para llevarse de paseo a su novia.
Como todo un despiadado, asesinó a su familia con el arma de fuego de su padre, la cual se encontraba guardada en su armario.
La masacre fue cometida en el apartamento de las víctimas, ubicado en el conjunto Laureles de Sauzalito, en el occidente de Bogotá.
Tal como los asesinos en serie que vemos en documentales o películas, Ángel intentó ocultar el triple homicidio con mantas, tapetes y varias velas de olor para evitar que la putrefacción de los cuerpos lo delatara.
Y sin más medidas, huyó de la ciudad creyendo que se saldría con la suya. Pero afortunadamente no fue así, claro, a Giovanni se le olvidó el pequeño detalle de que tenía más familia.
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Huyó de la ciudad después del crimen.
Pasaron días y noches enteras sin saber nada del joven, por lo que, miembros de su entorno salieron a su búsqueda.
Llegaron a la vivienda y ni las velas pudieron esconder el olor que brotaba de los cuerpos. Esto prendió las alarmas de sus familiares y fue la clave para encontrar a los fallecidos.
Descubrimiento de los cuerpos
Las autoridades se encontraron con los cadáveres de Joselín Ángel, María Elvira Moreno y Angelo Hernán, padres y hermano del asesino. Como reseñó EL TIEMPO, la madre tenía un impacto en la boca, el padre en la parte superior de la cabeza y su compañero de aventuras tenía un balazo en la frente; todos tres fueron masacrados a sangre fría por un indolente antagonista que pudo más con su furia que con el amor a su familia.
El homicida se encontraba culminando sus estudios universitarios para dedicarse a ser médico veterinario, y cuya profesión abandonó para huir sin escrúpulos.
No obstante, fue un intento fallecido, creyó ser ágil, considerando que jamás lo atraparían, pero su inteligencia sólo fue sobreestimada por él mismo, pues siete días después del crimen, los policías descubrieron el malvado acto y, asimismo, que había una pieza faltante: el cuerpo de Giovanni Ángel.
Al descubrir que entre los fallecidos no estaba el cadáver de Giovanni Ángel, comenzaron su búsqueda para esclarecer dónde se encontraba o porque no había noticias suyas.
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Al poco tiempo se pudo conocer que él se encontraba vivo y además fuera de la ciudad. De inmediato, determinaron que las pruebas daban como primer culpable al universitario y se aprobó orden de captura en su contra.
Estando frente a frente con la Fiscalía, su primera reacción fue verse anonadado por la noticia y confundido porque, según él, no sabía que estaba pasando.
Su segunda reacción fue culpar a su hermano fallecido, diciendo que él fue quien asesinó a sus padres y, por tanto, le disparó en defensa propia.
Ambas afirmaciones cayeron junto a su máscara de víctima, pues la Fiscalía tenía todos los argumentos para culpar a Giovanni Ángel al darse cuenta de que dos de las tres personas fueron asesinadas en absoluta indefensión.

Dos de las tres personas fueron asesinadas en absoluta indefensión.
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Al contrario de su hermano quien intentó defenderse al ver que Giovanni les había disparado a sus padres. Hubo forcejeo, pero le propinó un disparo en el pecho, el cual acabó con su vida minutos después.
Ante la recopilación de pruebas y, sin escaparse ningún detalle, un año después del suceso, es decir, en 2004, la juez octava penal del circuito de Bogotá leyó el dictamen de medicina legal, el cual concluyó que Ángel no era inimputable, o sea, que no estaba loco, y que fue consciente de lo que estaba haciendo, por lo que, Giovanni fue sentenciado a 38 años de prisión por el aterrador crimen contra su familia.
19 años después de su sentencia
Fuentes cercanas a EL TIEMPO han indicado que el ‘parricida de Ciudad Salitre’, como lo apodaron las personas cuando se conoció la historia, goza de libertad condicional desde el año 2020.
En registros judiciales consta que en ese año llegó el caso a un juzgado de ejecución de penas de Bogotá, trasladado de Villavicencio, y se señala que se le otorgó salida de la cárcel.
Pese a que le dieron la libertad condicional en abril, la notificación fue conocida en el juzgado 19 de ejecución de penas de la capital un mes después de su liberación.
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¿Cómo fue posible esto?
En primer lugar, la libertad condicional es concedida por el Juez de Vigilancia Penitenciaria y acuerda una suspensión de la ejecución de la condena, concediendo la libertad condicional, tal como le pasó a Giovanni Ángel.
Como segunda medida, se deben cumplir ciertos requisitos para que este beneficio sea otorgado:
1. Que haya extinguido las tres cuartas partes de la pena impuesta.
2. Que se encuentre clasificado en tercer grado.
3. Que haya observado buena conducta.
Por lo tanto, en el caso del ‘parricida de Ciudad Salitre’, el hombre redimió la pena en prisión y con ello logró reducir el tiempo de su sentencia. De los 38 años de cárcel que debía pagar, solo permaneció 17 años.
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