Bajo Cauca: las entrañas del millonario negocio de la extracción de oro – Medellín – Colombia

A 7 horas y 280 kilómetros de Medellín, en los confines de Antioquia, está Caucasia, una población que —al igual que todo el Bajo Cauca— está permeada por la preponderante actividad económica de la extracción de oro.

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De ahí que, durante los últimos 17 días, el paro minero haya cambiado, casi que por completo, la rutina de sus pobladores.

La indicación fue clara. Nadie trabaja en minería. Por eso, las dragas, dragones, motobombas, retroexcavadoras y bateas que se utilizan para extraer oro en las cuencas de los ríos Cauca y Nechí permanecen quietas y el que vaya puede llevarse un buen susto.

Y es que el millonario negocio de la minería —legal o ilegal, formal o informal— salpica a todos los eslabones de la pirámide: desde pequeños barequeros o mineros de subsistencia, hasta empresarios que invierten un considerable capital en las dragas que succionan el valiosos mineral del fondo del río.

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EL TIEMPO llegó hasta el corazón de la minería en el Bajo Cauca, Caucasia, donde en un solo semestre se producen hasta 2 toneladas de oro, según registros del Sistema de Información Minero Colombiano para 2022. Allí, barequeros, mineros medianos y dragueros revelaron detalles de su trabajo.

El río Cauca es uno de los afluentes de donde se saca oro. 

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Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Fiebre de oro

En una casa humilde de un barrio a las afueras de la ciudad, Alberto* contó que su inicio en el barequeo fue hace 45 años, cuando en una finca cercana al batallón del Ejército los caucasianos encontraron una gran mina que paralizó a todo el pueblo.

Los profesores dejaron de dar clases y los obreros —como él, que trabajaba en una plantación de cacao— renunciaron motivados por la fiebre del oro. En un solo día ganó lo que le pagaban en 15 jornales.

“Eso fue una locura. Comenzaron a trabajar de noche y amontonar la tierra. Todo el mundo fue llegando, se regó la voz”, recordó el barequero.

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‘Colorados’ y ‘cachacos’ llegaron por esa época al Bajo Cauca para probar suerte, pero de esos días de abundancia es poco lo que queda. Ya no hay oro ‘capotero’, como le llaman al que se encuentra tan solo en la superficie de la tierra. Hoy está más profundo, es más escaso y, a su vez, más caro.

Aunque ya está retirado, por su trayectoria y experiencia sigue apoyando a los barequeros de Caucasia —unas 70 familias— que no están representados en la mesa minera que lidera el paro.

Así son las manos de un hombre que ha ejercido el barequeo durante toda su vida.

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Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Actualmente, un barequero o minero artesanal puede ganar, en un día de trabajo, unos 70.000 pesos por la extracción de oro con bateas y canelones, pero de eso tiene que pagar hasta 30.000 pesos por transporte para llegar hasta las playas a las orillas del Cauca.

“De las condiciones de antes, a las de hoy, no hay oro. La gente está sacando para sostenerse y porque gana más que un trabajador raso en una finca o de albañil. En el mes se gana 2.100.000 pesos, pero la comida está más cara, a eso se suma el gas, la luz y el agua”, comentó Alberto.

Dice que así como los periodistas tienen el olfato para las historias, ellos tienen el olfato para encontrar el oro, tanto así, que las ‘retros’, dragas y máquinas de bombeo llegan a donde están ellos porque ahí hay oro fijo.

La legislación colombiana le permite a los mineros de subsistencia comercializar hasta 420 gramos de oro al año. Solo en Caucasia, hay más de 24.600 personas registradas ante la Agencia Nacional de Minería, pero no todas ejercen el barequeo.

El barequero explica cómo se su trabajo para lograr rescatar un grano de oro del río. 

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Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Trabajo hay para todo el mundo, el problema es que los más grandes no dejan que el más pequeño trabaje. Ahí está nuestro problema, porque no tenemos un espacio para trabajar

En muchos casos, sus datos se utilizan para legalizar el resto de la minería informal a través de compraventas, que limpian el oro para ser enviado a las principales fundidoras de Medellín. En ese momento ya ha sido formalizado.

“Trabajo hay para todo el mundo, el problema es que los más grandes no dejan que el más pequeño trabaje. Ahí está nuestro problema, porque no tenemos un espacio para trabajar”, contó otro de los barequeros, sobre los problemas que sortean en el día a día los mineros artesanales para poder trabajar.

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Cuando las circunstancias no permiten sacar oro del río, a los barequeros les toca rebuscarse el sustento en otra cosa, como la pesca o la agricultura, pero no siempre prosperan y ellos y sus familias aguantan hambre, como ahora.

Por eso, piden que el Gobierno Nacional escuche sus peticiones que son puntuales: que les permitan trabajar en la minería artesanal y que se faciliten proyectos productivos en la agricultura a partir del uso de la tierra.

La ‘vacuna’ de ilegales

Aunque los barequeros de Caucasia niegan extorsiones por parte de los grupos armados, una investigación del Observatorio de Derechos Humanos del IPC documentó que al eslabón más bajo de la cadena —el minero artesanal— le cobran entre 50.000 y 100.000 pesos para trabajar sobre el sobrante de las minas.

A los dueños de los grandes dragones brasileños les cobran entre 5 y 10 millones de pesos para dejarlos operar.

Los grupos armados ilegales que se disputan el control del territorio en el Bajo Cauca —’clan del Golfo’, disidencias de las Farc y Eln— también luchan por dominar las millonarias rentas que genera el millonario negocio de la minería ilegal de oro.

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Por eso, estos actores criminales pueden llegar a cobrar entre 2 y 3 millones de pesos por el ingreso de la maquinaria y una cuota de mantenimiento que varía entre 1 y 3 millones de pesos.

Eso es como en todas partes —dijo a EL TIEMPO una empresaria de dragas que operan sobre el río Nechí— los restaurantes pagan, los comercios pagan, las grandes superficies pagan”.

A los dueños de maquinaria amarilla, dragas y bombas les cobran extorsiones para dejarlos trabajar.

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Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Los socios dragueros

Sobre el río Nechí, uno de los afluentes más afectados por la minería aluvial, operan actualmente 27 dragas brasileñas. Del total, 20 son de colombianos, en su mayoría personas de la región, y las otras 5 son de brasileños que operan allí desde hace varios años.

Su valor es tan alto, que una sola persona no puede tener una draga. La que menos socios tiene, cuenta con 4 y la que más, 12. Eso sí, el representante de los dragueros niega tajantemente que hacen parte de grupos criminales.

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El abogado Francisco Arrieta es vocero de la Asociación Mesa Minera del Río Nechí y representa a un grupo de 20 dragas que operan en esta zona del Bajo Cauca y que avanzan en un proceso de formalización con la secretaría de Minas de Antioquia.

“Hemos adelantado unos diálogos con la participación de la Procuraduría, la Defensoría y la Fuerza Pública. Nuestra petición es que se nos permita operar en las tierras que ya no son de interés económico de Mineros Aluvial —que tiene los títulos— para formalizarnos”, dijo Arrieta.

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Gobernación de Antioquia

Estas grandes estructuras —que requieren inversiones actualmente entre 1.500 y 3.000 millones de pesos— se fabrican allí mismo, en el Bajo Cauca, con materiales que se llevan desde Medellín.

Mensualmente, pueden extraer entre 2 y 3 kilogramos de oro con ganancias superiores a los 600 millones de pesos. Al día, consumen unos 500 galones de diesel y emplean hasta 40 personas directamente, sin contar a las estaciones de gasolina y los talleres que también se benefician de la operación.

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“Los dragueros hoy ya no usan mercurio, por una razón en específico, es más barato contratar a un barequero que cobra 70.000 pesos por la decantación de la arena, que 500.000 pesos que cuesta una libra de azogue para una lavada de 20 horas”, agregó el abogado, quien dijo que la contaminación actual es histórica.

Su objetivo es que puedan encontrar un camino de formalización a través de asociaciones de dragueros para financiar los planes de obra y manejo ambiental y aprovechar áreas concesionadas a grandes mineras que no están siendo explotadas.

Los operativos de la Fuerza Pública

En los últimos días, la Fuerza Pública ha aumentado sus operativos contra las grandes dragas que operan la minería en los afluentes del Bajo Cauca. El ministro de Defensa, Iván Velásquez, confirmó este viernes que 3 fueron quemadas en Nechí.

El brigadier general Eduardo Arias, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Aquiles, reveló a este diario algunos detalles de los operativos. Estos inician por información de inteligencia militar que es verificada por la Brigada Contra la Explotación Ilícita de Yacimientos Mineros.

Con la Agencia Nacional de Minería se comprueba la existencia de títulos mineros y licencias ambientales. En caso de que no existan, la Fuerza Aérea hace un sobrevuelo para conocer las condiciones del terreno.

“Una vez se tiene la confirmación de los puntos, se hace una reunión con Ejército Nacional, Armada, Fuerza Aérea, Policía o Fiscalía, esto con el fin de planear la operación, teniendo en cuenta todos los factores posibles, si se debe hacer desde medios aéreos, fluviales o terrestres”, señaló el general.

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El día de los operativos, dijo Arias, se realizan las últimas verificaciones de los permisos requeridos, en caso de no contar con ellos, la Fuerza Pública hace la destrucción de la maquinaria amarilla o las dragas.

En cualquier caso, desde los pequeños barequeros hasta los grandes empresarios de la minería informal buscan una solución a la problemática de la extracción de oro en el Bajo Cauca que supone más de 25.000 hectáreas en solo 4 municipios, de las cuales un 38,4 es ilegal.

Esto se puede salir de las manos”, es la advertencia que hacen los mineros, en caso de que no se tomen cartas de fondo en el asunto.

*Nombre cambiado por solicitud de la fuente

SEBASTIÁN CARVAJAL BOLÍVAR
ENVIADO ESPECIAL A CAUCASIA
ESCRÍBANOS: SEBBOL@ELTIEMPO.COM



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