Barranquilla: hallazgos arqueológicos en la Vía 40 – Barranquilla – Colombia

Tras 210 años –se cumplieron el pasado 7 de abril– de haber sido erigida en villa, la historia de Barranquilla sigue en construcción. No obstante, algunos fragmentos que ya la relatan acaban de ser derrumbados por unos hallazgos arqueológicos hechos en la Vía 40.

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Se trata de un proyecto de investigación que realizó el Laboratorio de Arqueología de la Universidad del Norte y que fue liderado por el profesor Javier Rivera Sandoval, del departamento de Historia y Ciencias Sociales.

Encontramos a la altura de la Aduana más evidencias de poblaciones indígenas que se asentaron a orillas del río Magdalena

Con el propósito de prevenir y mitigar algún daño posible a las evidencias arqueológicas, este equipo acompañó las obras de Interconexión El Río a 220 mil voltios, desarrollado por Isa Intercolombia.

Y la zona de intervención comprendió un tramo entre las subestaciones eléctricas Termoflores y Tebsa, de acuerdo con la normativa para la protección del patrimonio arqueológico en Colombia.

“Encontramos a la altura de la Aduana más evidencias de poblaciones indígenas que se asentaron a orillas del río Magdalena, eso sí lo veníamos esperando, por lo que habíamos encontrado hace unos años, pero también empezamos a encontrar contextos nuevos”, cuenta el investigador.

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Se refiere a los hallazgos generados en la Vía 40 con calle 67B y a la altura de la cárcel Modelo, donde encontraron concheros (acumulación de conchas de moluscos que la población recolectaba como sus fuentes de alimentos).

“Ahí encontramos un contexto diferente y un poco más antiguo. Además, del pasado reciente, encontramos evidencias del ferrocarril de Bolívar, que fue muy importante para la historia de la ciudad”, dice Rivera.

Los hallazgos arrojaron tres momentos de la historia

Piezas de cerámica halladas.

Foto:

Laboratorio de Arqueología Uninorte

Los elementos hallados pertenecen a tres momentos: los concheros corresponden a la época prehispánica, en el 4900 antes del presente (AP), es decir, si se toma el periodo antes de Cristo (a. C), sería del 3700.

Asimismo, encontraron restos de fauna en los basureros, como parte de los animales consumidos, fragmentos de cerámica asociados con los implementos que se utilizaban para la cocción y servicios de alimentos, que son del periodo comprendido entre el siglo XII y principios del XVI.

En el proceso, también fueron encontrados contextos funerarios, particularmente dos urnas funerarias.

Mientras que para el periodo republicano (Siglos XIX-XX) hallaron gran cantidad de cerámica, aunque en este solo están fragmentos de los materiales de vidrio y metal, como botellas de vino, cerveza, gaseosas, y artículos asociados con medicamentos y perfumes.

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“Desde los contextos más antiguos, los del 4900 AP, sabemos que eran grupos de cazadores recolectores que estaban aprovechando allí el entorno asociado con el río y las ciénagas, y la recolección de moluscos para sus dietas. Ya para el siglo XII al XVI, se puede vincular con un conjunto de pueblos que en las crónicas españolas se denominaban los malibúes. Pero dentro de esos malibúes hay una cantidad de poblaciones, entre las cuales están: los Pacabueyes, los Mokaná, los Calimaríes… En fin, una serie de poblaciones que compartían tradiciones culturales, pero no hay claridad realmente del pueblo específico que estaba asentado allí. Prefiero hacer referencia a pueblos del Bajo Magdalena”, explica el investigador.

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Laboratorio de Arqueología Uninorte

Conocimiento de la fabricación con toda la tradición indígena prehispánica sobrevive hasta el periodo republicano

En total, el grupo de investigación halló 30.379 fragmentos de cerámica, 27 de lítico, 627 de vidrio, 249 de metal, 16 de madera, 13.237 correspondientes a restos óseos de fauna, 36.859 de restos malacológicos, y 3 individuos y 188 elementos mezclados de restos óseos humanos.

“Hay decoraciones con incisiones, con líneas que se hacían sobre la arcilla fresca, en forma de líneas o de puntos, que eran muy frecuentes, y otro motivo bastante recurrente eran arcos dobles que estaban a lo largo de la parte superior de la vasija”, señala el docente.

En ese sentido, agrega: “Eso es bien interesante, porque ese motivo lo vamos a encontrar nuevamente en la ocupación del siglo XIX. Eso nos sugiere que el conocimiento de la fabricación con toda la tradición indígena prehispánica sobrevive hasta el periodo republicano. No es que llegaron los europeos y extinguieron a la población indígena, ahí sobrevivieron muchas tradiciones que se ven reflejados por un lado en la cerámica, pero también en otros aspectos como la gastronomía”.

Un par de mitos derrumbados parcialmente

El académico asegura que algunos de estos hallazgos ayudan a reafirmar una parte de lo que ya se ha dicho de la historia de Barranquilla, mientras que otros fragmentos aportan a la discusión del origen de ‘La Arenosa’.

“Varios historiadores comentan que, donde se asentó Barranquilla, era un atracadero de canoas, donde los indígenas recogían camarones, pero simplemente era un sitio para dejar allí sus pequeñas embarcaciones. Sin embargo, con estos nuevos datos, sabemos que la gente estaba viviendo allí”, apunta Rivera.

Otro de los mitos que, según considera el investigador, logran desmontar parcialmente, es sobre el pasado de Barrio Abajo.

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“Si le preguntas a un barriobajero, seguramente te va a decir que su barrio se levantó sobre un cementerio indígena. Esto no es necesariamente así, porque aunque las poblaciones indígenas sí enterraban a sus muertos allí, también estaban viviendo en este sector. Es muy común para las comunidades indígenas que enterraran a sus muertos en el piso de sus casas, porque seguían siendo parte activa de la vida de estas poblaciones”, asegura.

Rivera insiste en que, esta vez, la novedad son los concheros, que serían coetáneos con otros sectores del Atlántico, particularmente dos que se ubican en cercanías al Canal del Dique: Monzú y Puerto Hormiga, que en su momento fueron claves para explicar las dinámicas de adaptación a estos paisajes acuáticos de las poblaciones de recolectores.

Una hipótesis en los hallazgos de la Vía 40

Sobre los concheros, señala que aún tienen una serie de preguntas por responder, teniendo en cuenta que se trataría de una formación natural, pero en este caso obtuvieron evidencias de la exposición de estos materiales al fuego y también la intencionalidad en recoger ciertos tamaños y ciertas especies de moluscos.

“Quizás, y es una de las hipótesis que estamos manejando, por los procesos de arrastre propios del río, no sabemos si en realidad es un contexto primario o que el conchero se formó en otro punto y por el arrastre del río movió esas conchas donde finalmente lo encontramos nosotros”, explica Rivera.

El equipo de investigación, conformado por tres arqueólogos, acompaña el proyecto de Interconexión El Río desde marzo de 2021, cuando empezó, y continúa desde el laboratorio, donde trata de dar respuesta a esos pendientes, con el análisis de las muestras.

En la capital del Atlántico, ya se registran antecedentes del potencial arqueológico en varios sectores de la ciudad, siendo el más antiguo unas obras a finales del siglo XIX y principios del XX, para la adecuación del tranvía que recorrió lo que hoy se conoce como Barrio Abajo.

Investigadores aseguran que estos hallazgos aportan a estudios sobre el origen de la ciudad.

Foto:

Laboratorio de Arqueología Uninorte

Los ingenieros, en su momento, encontraron allí unas urnas funerarias prehispánicas.

Luego, entre los 50 y los 80, Carlos Angulo Valdez, pionero en la arqueología del Caribe colombiano, empezó a reportar hallazgos fortuitos en algunas obras de Barranquilla.

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Mientras que, en 2015, este laboratorio se encargó del programa de arqueología preventiva para la ampliación de la carrera 50, en Barrio Abajo, donde encontraron urnas funerarias que los ingenieros del tranvía mencionaron en su momento.

“Además de eso, encontramos evidencias de las viviendas y los basureros de estas poblaciones indígenas que se asentaron allí”, cierra el investigador.

Es así como los nuevos hallazgos de este equipo de investigadores ayudan a seguir construyendo la memoria de la ‘Puerta de Oro’, tras 210 años de historia.

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Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO – Barranquilla
En Twitter: @DeJhoLopez
Escríbeme a deilop@eltiempo.com


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